El oficio de palleter, de un carácter primitivo inefable, era uno de los más humildes de Valencia. Antes que se produjese la aparición de las cerillas florecía este fabricante y vendedor de palletes utilizadas para encender el fuego. Las fabricaba untándolas con una porción de azufre que servía de combustible.
Antes que se produjese la aparición de las cerillas florecía este fabricante y vendedor de palletes utilizadas para encender el fuego.
El palleter se convertía en un vendedor ambulante. Una vida nómada y peculiar de este personaje que se entendía muy bien con las amas de casa, las criadas, los labradores y los propietarios de pequeños obradores relacionados con el fuego.
Llevaba una especie de serón colgado a su espalda donde portaba su mercancía. Solía recorrer calles y mercados ofreciendo las pajuelas junto a otros de sus fabricados: los aventadores, unos ruedos pequeños de esparto, con mango o sin él, que servían para avivar el fuego. Estos humildes objetos los cambiaba por zapatos viejos o por botellas de vidrio y objetos de hierro en desuso. Su grito: Ames..! palletes i aventadors! el palleter!
El declive de este oficio vino cuando a partir del segundo tercio del siglo XIX comenzaron a venderse los mistos o cerillas en caja.
El declive de este oficio vino cuando a partir del segundo tercio del siglo XIX comenzaron a venderse los mistos o cerillas en caja. Unos de los comerciantes pioneros fueron los Moroder que ofrecían sus cerillas marca El Globo. Fue el hundimiento de los palleters que no pudieron competir con el moderno procedimiento. Además la industrialización hizo surgir otros negocios relacionados con los trapos y hierros en desuso: las traperías.
Vicent Domènech, de Patraix, fue uno de estos palleters, quizá el más famoso. Saltó a la fama por una leyenda generalizada en la guerra del Francés.
Vicent Domènech, de Patraix, fue uno de estos palleters, quizá el más famoso. Saltó a la fama por una leyenda generalizada en la guerra del Francés. Se dijo que el 23 de mayo de 1808, en la plaza de les Panses –hoy de la Companyia-, se quitó la faja y atándola a un palo con una estampa de la Virgen de los Desamparados, enardeció al pueblo gritando: Un pobre palleter li declara la guerra a Napoleó, vixca Ferràn VII i muiguen els traïdors! Los valencianos necesitaban un héroe y lo crearon. Tal vez fueran muchos los ciudadanos que se alzaran contra el ejército napoleónico, incluido el franciscano Martí. El 23, día de triste recuerdo, un grupo de amotinados mancharon de sangre la ciudad con el asesinato del barón de Albalat y las trágicas matanzas de franceses en la Ciudadela y en la plaza de toros. El humilde palleter no sabemos si, incluso, llegó a ser testigo.