En 2018 habrá 2.000 millones de usuarios de aplicaciones de mensajería
Mucho ha llovido desde el Messenger de Microsoft, aquel programa que triunfó en ordenadores de todo el planeta a finales de los 90 y que terminó sus días alojado en Skype. El auge del móvil hizo que WhatsApp recogiera el testigo al trasladar esa misma idea a los bolsillos. Acabó con los SMS, hirió de muerte al negocio de las llamadas telefónicas y convirtió en multimillonarios a sus fundadores, que vendieron a un Facebook ansioso por encontrar su lugar en el móvil la aplicación que cambió la forma de comunicarse. Pero no es la única: en China triunfa WeChat, que ha conseguido superar el estatus de “aplicación de mensajería” para convertirse en un verdadero centro tecnológico que permite pagar, pedir un taxi o comprar productos. En un país imaginario y global poblado por ciudadanos preocupados por la ciberseguridad triunfa Telegram, fundada en Rusia y precursora de la privacidad en la mensajería móvil. Y en el país de los millennials triunfa Snapchat, aquella aplicación que muchos despreciaron por su inevitable consideración de un producto enfocado al sexting y que ahora, tras rechazar 3.000 millones de dólares de Mark Zuckerberg para hacerse con ella, es la niña bonita de Silicon Valley porque es la única que ha conseguido hacerse un hueco entre adolescentes gracias a sus filtros, los emojis y la temporalidad de sus mensajes.
Ahora es Google quien entra de lleno en un mercado saturado y establecido con ‘Allo’, una aplicación que ha decidido hacer uso de la máxima “si funciona, no lo toques”: reúne lo mejor de Siri (es un asistente personal), de Snapchat (emojis, pegatinas…), de WhatsApp (comunicación pura y dura), de Telegram (permite enviar y recibir archivos de todo tipo), de Facebook Messenger (se prevé que en el futuro permita a las empresas crear sus propias aplicaciones dentro de ‘Allo’), etc.
‘Allo’ ya está disponible en Estados Unidos, lo que ha permitido conocer algunas de sus características iniciales. Una de las más llamativas es el asistente personal que incorpora, basado en la inteligencia artificial y con un funcionamiento similar al de Google Now, presente en las últimas versiones de Android. La aplicación analiza las conversaciones de los usuarios y sugiere determinadas respuestas a los mensajes: si una persona comparte una imagen de un paisaje, ‘Allo’ propondrá contestar con un “qué bonito”, por ejemplo. Ideal para vagos, aunque lo verdaderamente útil es lo que podrá hacer el asistente para arreglar los planes de un grupo: en mitad de una conversación se podrá pedir consejo a ‘Allo’, quienrecomendará restaurantes cercanos y aportará las direcciones en la propia conversación, como un participante más. También se podrá abrir un chat privado con ‘@google’ y pedir rutas, la previsión meteorológica, horarios de cine o los resultados de un partido de fútbol. ‘Allo’ integra otros servicios de Google, lo que también permitirá pedir vídeos de YouTube o consultar mapas.
En el aspecto privacidad, ‘Allo’ permitirá cifrar los mensajes, aunque esta opción no está activada por defecto, como sí hace WhatsApp desde que incluyó recientemente esta opción. También ofrecerá un modo incógnito que permitirá intercambiar mensajes efímeros (al estilo Snapchat) y cifrados, opción que también debe activarse de forma manual. La polémica de ‘Allo’ reside en que Google utilizará los registros de los chats (no las conversaciones, sino determinados parámetros) para mejorar el motor de inteligencia artificial, lo que se une al reciente movimiento de Facebook para intercambiar información de sus usuarios entre WhatsApp y la red social.
El reto de Google es conseguir abrirse hueco en un mercado saturado de aplicaciones, aunque con potencial de crecimiento: según las previsiones de eMarketer, en 2018 habrá 2.000 millones de usuarios de aplicaciones de mensajería. Un pastel que nadie quiere perder la ocasión de degustar.