El último rascacielos que se construyó en Paris tiene 40 años, según los datos que recogeNew York Times este sábado, para comenzar el informe sobre el proyecto de los arquitectos suizos Jaques Herzog y Pierre de Meuron.
La polémica era inevitable en una ciudad que aun se refiere a la torre Montaparnasse como “el edificio desde el que se obtienen las mejores panorámicas de la ciudad”. ¿Por ser el más alto? No, porque según los parisinos, “es el único lugar desde el que ese horrible edificio no se verá en las fotos”.
Es tal la mala reputación de este tipo de emprendimientos que desde 1973 los modernos edificios de oficinas han sido enviados fuera de los límites de la ciudad, en áreas como La Défense, en la zona oeste.
Pero este proyecto llega en un momento en que la economía está deteriorada y la alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo, mira con buenos ojos las inversiones privadas que prometen traer empleos en cantidad: se habla de 5.000 nuevos puestos de trabajo para construir la Torre Triángulo.
El costo de la obra ronda los 627 millones de dólares: “Hay muchos puntos a favor de este proyecto. Podría ser un importante desarrollo económico para la ciudad”, se entusiasma el director de Arquitectura y Urbanismo de París, Jean-Louis Missika.
La polémica torre perdió la votación 83-78 en el Concejo
De todas maneras, los concejales no piensan lo mismo. Esta semana la votación para autorizar la construcción no pasó el filtro de los opositores, aunque un error de forma -se suponía que era un voto secreto y fue público-, podría darles una segunda oportunidad a los defensores.
La votación terminó 83-78 a favor del No, pero si la alcaldesa apuesta a la vía judicial para buscar la aprobación. El presidente de SOS París -una asociación fundada en los 70’s para evitar este tipo de proyectos-, Olivier de Monicault, argumentó que “los turistas no vienen aquí a ver Manhattan” y pidió que no se destruya la herencia que distingue a la ciudad.