El Péndulo | Jimmy Entraigües.-El gran actor hispanoargentino Héctor Alterio se encuentra en Valencia, en el Teatro Principal, con una de las obras más aplaudidas de la temporada: ‘En el estanque dorado’. Junto Lola Herrera forman la dupla interpretativa de la obra que, día a día, llenan el teatro con cada función y que se mantendrá hasta el próximo 22 de febrero.
Hablar con Héctor Alterio siempre es sinónimo de buena charla y de un profundo aprendizaje sobre el oficio de la interpretación. Sus años de trabajos para el cine, la televisión y el teatro lo han laureado de premios y le ha permito situarse en una posición de reconocimiento nacional e internacional como muy pocos actores. Solo indicar que en cinco películas de las que intervino, de su larguísima carrera para el cine, y que estuvieron nominadas a la Mejor Película Extrajera por la Academia de Hollywod (‘La tregua’, ‘Camila’, ‘La historia oficial’, ‘El nido’ y ‘El hijo de la novia’), la obra dirigida por Luis Puenzo obtuvo la estatuilla.
En Valencia lo hemos visto hace año y medio con ‘La sonrisa etrusca’ y con anterioridad en el teatro romano de Sagunt con ‘Yo, Claudio’. También visitó la ciudad cunado trajo a la escena obras como ‘Los gatos’, ‘Dos menos’ o ‘El tunel’.
La conversación, sobre el escenario del Principal, sirvió para escuchar la pausada voz con al que Alterio se expresa y los pequeños silencios que genera mientras contesta. Se respetó, quizás por los encuentros anteriores con el entrevistador, el acento argentino del actor acentuando las palabras al modo porteño.
El Péndulo: Siempre que tengo la posibilidad de entrevistarte me viene a la memoria la película ‘La tregua’. No sé…, me es imposible no recordarte como Martín Santomé y…, lo mismo me pasa con Ana María Picchio y su personaje de Laura Avellaneda. Parece que marcó un momento la película, ¿verdad?
Héctor Alterio: Bueno, sí… Yo la sigo recordando con mucho cariño. El trabajo de Aida Bornik fue estupendo en la adaptación y Sergio Renán, director del filme, fue muy fiel a los elementos y los personajes de la historia para darles vida en la pantalla. Fijáte que fue en un programa de televisión, que se llamaba ‘Las grandes novelas’, con Sergio como director y también protagonizada por Ana, que hicimos la obra y…, después repetimos en cine. No había nadie, ningún productor que se animara con dos figuras desconocidas y…, proponían a otros actores y otro tipo de reparto pero Sergio peleó que los protagonistas fuéramos Ana y yo.
E.P.: La película tiene un reparto espectacular, cuenta con Luis Brandoni, Marilina Ross, Walter Vidarte, Cipe Lincovsky, Lautaro Murúa, China Zorrilla, Norma Aleandro…, me dejo a unos cuantos pero, todos eran y fueron referentes tanto dentro del teatro como en el cine.
H.A.: Sí, sí. La película contó con el trabajo de un excelente equipo de actores. Todos hicieron un trabajo maravilloso y fue Sergio el que decidió llamar a cada uno de ellos. El suceso que tuvo ‘La tregua’ fue, realmente, notable y permitió que muchos tuviéramos un reconocimiento más popular y se abrieran las posibilidades y las ofertas de trabajo en cine y teatro.
E.P.: Creo que siempre, para muchos, nos van a quedar a fuego los nombres de Avellaneda y Martín.
H.A.: Avellaneda, Avellaneda. Hizo un personaje precioso Ana. La historia es maravillosa.
E.P.: ¿Qué hace que un actor que cuenta con una larga trayectoria en cine, televisión y teatro se someta a las exigencias del escenario y el examen diario del público teatral? ¿Qué le impulsa a esa necesidad?
H.A.: ¿Te referís al actor de teatro?
E.P.: Me refiero al actor en general y que trabajando en áreas audiovisuales sigue subiéndose a un escenario. ¿Es por recuperar la esencia de la interpretación o porque necesita el contacto con el público?
H.A.: En mi caso, soy también actor en la televisión cuando me eligen a mí o cuando me eligen en una película. Mi implicación es total tanto en la televisión como en el cine. Forma parte de la disciplina de mi trabajo como actor. Otra cosa es el modelo de trabajo. El teatro tiene otras exigencias, es pura interpretación en vivo y ya no vuelve a repetirse nunca.
E.P.: Ahí es donde quiero ir a parar. Dustin Hoffman realiza ‘Muerte de un viajante’ tanto en cine como en una sala de Broadway, ¿necesita someterse al dictamen del publico cada día cuando ya su carrera está consagrada?
H.A.: Pero es que no hay sometimiento. Hay una elección. Hay un deseo manifiesto de hacer ese trabajo de forma carnal, de una forma física para que el público lo vea. Yo me siento patrón de mi trabajo en el teatro. Soy el dueño absoluto. Manejo los silencios, sé dónde va a estallar una reacción, sé muy bien dónde esa reacción falló, sé manejar el tempo de mis intervenciones…, tengo que calibrar y superar el tiempo en el momento preciso cuando tenés, escasamente, segundos para decir si hacés la réplica o no…, manejás todas esas posibilidades. Tenés las riendas, quizás esto clarifica más lo que quiero decir, manejás las riendas de tu trabajo. Puedo tirar de la izquierda, pudo tirar de la derecha, puedo aflojar con más violencia, con menos violencia…, todo eso lo hago yo. Bonavena (gloria desaparecida del boxeo argentino), decía que cuando te sacaban el baquito te quedás soooloo (estira la palabra enfatizando). Sí, sí, te sacan el banquito y te quedás solo y no hay naaadiieee (vuelve a estirar la palabra). Bueno, es eso. Yo me quedo solo acá y decido y soy patrón y soy dueño. Eso no lo puedo hacer ni en televisión, ni en cine. No lo puedo hacer en ningún lugar. Solo lo puedo hacer en el teatro. El teatro exige la creatividad única, solo para ese instante.
E.P.: Pero supongo que esa labor también se trabaja con el compañero de reparto, conocer las claves que cada uno maneja para…
H.A.: No, no se trata de los ensayos, ni de los retoques que se puedan hacer entre compañeros. Yo te hablo de mi trabajo individual. Por supuesto que tengo que tener réplica, tengo que tener apoyaturas, tengo que tener complicidad con el trabajo que estoy haciendo. Hay una cantidad de cosas innumerables para que exista la complicidad pero…, lo que yo te estoy diciendo es el tema de resolver, en un momento, un instante que es fugaz una situación que solo vos podés controlar. Eso solo lo puede hacer un actor de teatro. Evidentemente te puede salir bien, te puede salir mal pero, con el correr del tiempo, tenés un timming que te posibilita jugar y aplicar tus conocimientos y.., eso no hay nada que lo pague porque yo puedo estar seguro que soy el único, el único responsable. El dueño de todo eso soy yo y…, te estoy hablando de fracciones de segundos porque yo oigo el silencio, oigo lo largo que es y lo corto que está, cuando no está para nada. Todo lo percibo y todo eso en fracciones de segundos. Eso es lo rico del teatro, lo maravilloso del teatro. Eso no pasa en la televisión, ni en el cine así que entiendo que uno haga teatro para vivir esos momentos.
E.P.: Y todo eso hermoso ejercicio de generosidad que hace el actor hacia el público y que trasciende el proscenio y que…
H.A.: … A veces, a veces trasciende el proscenio.
E.P.: Bueno, sí, no siempre ocurre pero…, sigue siendo un acto de generosidad el regalar todo lo que vive sobre la escena.
H.A.: Son muchas horas de trabajo y saber que sos vos quien tiene el poder de comunicar eso. Es así de fácil y así de difícil, por eso cada función es distinta.
E.P.: ‘En el estanque dorado’ viene llenando teatros y siendo muy bien reciba por crítica y público pero, por desgracia, el teatro en España viene soportando una carga de IVA terrible para la producción escénica, ¿pensás que el tema del IVA volverá a una situación que permita no ahogar a las compañías y a los profesionales?
H.A.: Es un problema terrible, terrible. Nosotros estamos inmersos en un milagro con este trabajo. Llevamos 250 representaciones, tenemos la seguridad de un lleno absoluto antes de llegar a una nueva plaza teatral, tenemos la reacción del público, tenemos las expectativas que provoca nuestro trabajo y la respuesta de agradecimiento en un momento determinando socio/político del país que es deprimente. Tengo infinidad de compañeros que están ‘gageando’ y…, mientras tanto, nosotros tenemos esto así que…, lo queremos aprovechar, queremos que dure pero…, en algún momento esto tendrá que cambiar. Fijáte que estamos al lado de Francia. Ahí tiene el 5%, ¡el 5%!, de IVA para el teatro y nosotros el 21%, ¿cómo es posible esto? Además, con éxitos de cine como ‘Ocho apellidos vascos’ y que Hacienda se llevó un montón de plata. Mirá, si yo tuviera la varita mágica haría desaparecer a mucha gente.
E.P.: Gracias Héctor por tu tiempo, tu trabajo, por venir a Valencia y por el reencuentro.
H.A.: Gracias a vos, a tu diario y.., a mí siempre me encantó venir a Valencia y es un lugar donde siempre me sentí muy querido y muy a gusto trabajando. Acá hay un público maravilloso que ama el teatro y Valencia es una ciudad preciosa para venir.