Valencia Noticias | Jimmy Entraigües.- El pater Ignacio María Doñoro de los Ríos se encuentra en España; ¿su misión?: recaudar fondos para el Hogar de Nazaret situado en Puerto Maldonado, Perú. Él es español y hace 5 años abandonó España para fundar en un remoto lugar de Latinoamérica, con la ayuda de un par de seminaristas, un espacio de acogida y auxilio para los niños más desprotegidos de la región.
Es el propio pater Ignacio quien atiende, junto a sus ayudantes, día a día, a los menores que necesitan su amparo.
Los niños y niñas que llegan al hogar acuden con sueños e infancias truncadas, vidas destrozadas y futuros inciertos. En el Hogar Nazaret encuentran calor humano, alimento, higiene, educación, asistencia sanitaria, y sobre todo el cariño de quienes lo acogen y una gran sensación de familiaridad.
Puerto Maldonado es una localidad de unos 100.000 habitantes en la selva amazónica cuyas condiciones de vida no son precisamente muy desarrolladas. Las carencias son enormes y sus necesidades muchas, especialmente en el mundo de la infancia.
En palabras del pater Ignacio, “lo más frecuente es encontrar madres solteras o abandonadas con varios hijos padres diferentes y ninguna de ellas encuentra soluciones entre sus familias o en las autoridades locales”.
El Péndulo: Su labor social y espiritual es loable teniendo en cuenta que es una zona selvática y con una población con muchas dificultades.
P. Ignacio: Puerto Maldonado está en plena selva amazónica del suroriente peruano, es una región compleja y grande. Tiene más de 150.000 kilómetros cuadrados, casi dos veces Andalucía. Es un territorio inmenso con un 80% de selva baja y un 20 % entre selva y alta montaña en el que viven muchas personas. Nos hemos encontrado una población con una gran variedad de procedencias. Las etnias indígenas son más de veinte: matsiguengas, yines, esse ejas, harambut, yaminaguas, casinaguas…
Otro gran grupo lo conforman las personas de origen quechua, y un elevado número de inmigrantes de otras zonas del Perú, así como de países limítrofes y descendientes de europeos y japoneses. Esto significa unas diferencias culturales diametralmente opuestas. La ciudad en la que estamos, Puerto Maldonado, capital del departamento de Madre de Dios, tiene más de 100.000 habitantes y una problemática complicada y extrema. La pobreza y la búsqueda de recursos naturales impactan tanto en el medio ambiente como en la forma de vida de sus habitantes. La tala ilegal de árboles, la minería aurífera en los ríos, la prospección de pozos de gas y petróleo, conforman un sistema de vida depredatorio de la naturaleza, pero sobre todo de la vida y costumbres de la gente inmersa en este mundo, donde la informalidad, la ilegalidad, la prostitución, el alcoholismo, el abuso y abandono de menores es el modus vivendi natural.
El sistema familiar es casi inexistente. Las parejas se conforman sin mayor vínculo que la conveniencia momentánea y se deshacen por cualquier motivo. Lo común es encontrar madres con hijos de dos, tres, o cuatro padres diferentes, en la mayoría de los casos desamparados o abandonados a su suerte o al cuidado de sus abuelos, si los hay en algunos casos, y éstos se encuentran sin recursos para alimentarlos o darles una vida digna. Por desgracia en demasiadas ocasiones, al encontrar la madre una nueva relación abandonan a sus hijos o son víctimas de abusos o malos tratos por sus padrastros.
E.P.: Y allí es donde aparece el Hogar de Nazaret.
P. Ignacio: Los niños son los grandes beneficiaros de la obra. Son los niños perseguidos, abandonados, desamparados. Son los niños crucificados por una sociedad muy dura y esta casa es su última esperanza. Abrimos el Hogar Nazaret el 1 de enero de 2011. Durante el año 2011, el Hogar Nazaret albergó transitoriamente a un total de 23 niños. El año 2012, a 52 niños; en 2013, pasaron por el Hogar Nazaret 93 niños y en 2014, 123 niños.
Todos los niños son transitorios, es decir, por muy felices que puedan vivir en el Hogar Nazaret, consideramos que la pertenencia a una familia es un derecho irrenunciable. Ya son en total más de 450 niños y niñas los que el Hogar Nazaret atiende, tan solo 25 niños duermen en la casa de los niños y 15 niñas en el de niñas; el resto los mantenemos apoyados por parientes o amigos.
Una vez que el niño está recuperado, trabajando con la familia, siempre encontramos a una tía, abuela o hermana mayor que se hace cargo del menor con todas las garantías para que pueda tener un entorno familiar óptimo.
Los niños permanecen tan solo el tiempo necesario hasta que es resuelta su situación de abandono moral o material.
Cuando llegan al Hogar Nazaret, además de darles una gran bienvenida, siempre les abrazo y les digo lo mismo: “Ya pasó, hijo, ya nadie más te hará daño, ya pasó”. El arrancarles de la muerte, algo que ocurre en una altísimo porcentaje, es ya un gran paso.
Después hay que ingeniárselas para arreglar su situación legal. Inscribirles en el Registro Civil, conseguir su partida de nacimiento y después su DNI. A partir de ahí, el niño ya existe, no pueden traficar con él… También les hacemos análisis médicos para conocer su salud y algunos quedan ingresados en el hospital. Poco a poco se les va escolarizando. Van curando las heridas del alma, hasta sentirse como en una familia normal.
Al ser familia, unidos por la sangre de Cristo y por una misma vocación de amor, los jóvenes dejarán la casa de una manera natural: por contraer matrimonio, por intereses laborales… No somos una institución que cuando cumplan la mayoría de edad deben abandonar. Son parte de la familia para siempre.
E.P.: La sensación de familia y disponer de un hogar es fundamental para que los niños y niñas recuperen un valor importante en sus vidas.
P. Ignacio: Es la propuesta fundamental de nuestra filosofía social y cristina, crear vida en el Hogar. Somos familia, una verdadera familia, no nacida de la carne sino de la propia sangre de Cristo. No es un ‘centro’ o una ‘institución’. No intentamos que los niños bloqueen los recuerdos o fantaseen con su pasado, como si aquello no hubiera ocurrido. ‘Aquello’ sucedió. Una máxima que orienta el Hogar Nazaret es que: “El perdón nos reconcilia con nosotros mismos, nos libera. Se aprende a amar amando”.
Si hace dos mil años el Niño Jesús vivió en Palestina, Él, que está presente en estos niños, vive ahora en el nuevo Hogar Nazaret de Puerto Maldonado. Dios no quiere un infierno así en la tierra. Nosotros somos sus manos, sus ojos.
E.P.: Por eso recurre a las aportaciones y ayudas económicas que recibe a través de personas anónimas o actos benéficos que se realizan en pos del Hogar.
P. Ignacio: Nosotros agradecemos todas las ayudas económicas que recibimos. Vivimos de las escasas donaciones de la Asociación SOS Infancia y de las ayudas de la población de Puerto Maldonado. Son los pobres los que ayudan a los pobres. Son los más necesitados los que ayudan a los más necesitados. No recibimos ninguna ayuda del Vicariato Apostólico, es decir, de la Iglesia o del Estado. No hay ninguna congregación religiosa detrás sosteniéndonos, ninguna diócesis.
Son los pobres los que saben qué es pasar hambre o no poder pagar un medicamento y con resignación esperar la muerte. Son ellos los que apoyan el Hogar Nazaret.
E.P.: Muchas gracias pater Ignacio por atendernos y le felicitamos por la gran labor social y humanitaria que realiza.
P. Ignacio: Gracias a vosotros por difundir nuestro trabajo con los niños y permitir que se conozca.