Valencia Noticias | Redacción.- Desde la fundación ANAED su coordinador nacional, José Ramón Pagés, nos aclara algunos de los puntos más destacados sobre una enfermedad que, de una o una forma, afecta a más seis millones de ciudadanos españoles.
La depresión es una enfermedad que en España afecta cada vez más a un porcentaje más alto de personas, ¿esto es así?
Efectivamente, según las cifras que se manejan, más de seis millones de personas están afectadas por la depresión de manera directa o indirecta y cada año se suicidan casi cuatro mil personas en nuestro país. La depresión no es “esos días en los que nos encontramos decaídos o tristes”. A todos nos afecta de algún modo tanto la meteorología como los cambios de tiempo, sobre todo en otoño y primavera. La depresión es una enfermedad que en muchas ocasiones comienza como una “distimia” y que termina siendo una enfermedad grave. Hay dos tipos de depresión, la Depresión leve (menor) o exógena, producida sobre todo por las circunstancias que nos rodean cada día y la Depresión Mayor o endógena, que está producida por elementos químicos que nos faltan en el cerebro al igual que nos puede faltar hierro, calcio o azúcar.
La depresión exógena viene motivada por cualquiera de las miles de las circunstancias que nos rodean; la presión en el trabajo, el stress, la falta de sueño, el acoso escolar, la economía, o mil motivos más. Esta depresión puede curarse mediante tratamiento psicológico que a veces puede acompañarse de tratamientos deportivos, dietas o tratamientos fisiológicos.
En cambio, la Depresión Mayor o endógena se produce principalmente porque determinados elementos del cerebro no están equilibrados y hacen que no deseemos vivir o que no podamos levantarnos de la cama. Esta depresión se trata mediante fármacos bajo la prescripción de un psiquiatra y necesita además de la ayuda de un psicólogo y también de otras disciplinas como las mencionadas anteriormente. En muchas ocasiones estas depresiones vienen provocadas por otras dolencias o mal funcionamiento de otros órganos como el tiroides. Este órgano puede fallar y provocar una desestabilización de las hormonas y, por tanto, puede hacer también que las endorfinas y hormonas de nuestro cerebro falten o se desestabilicen.
Pero hay que llegar a una conclusión en este punto: La depresión tiene remedios, hay fármacos, terapias y ayuda para curar la enfermedad. Si bien es cierto que no todos los casos se curan, pero sí un altísimo porcentaje, siendo los casos crónicos los que menos se producen. El gran problema de esta enfermedad es sobre todo el gran desconocimiento que se tiene. El miedo o la vergüenza a acudir a un especialista nos hace que estemos en salud mental en los mismos niveles que en la salud bucodental de los años 40 o 50 del siglo pasado. Si acudiéramos regularmente a un especialista para revisarnos nuestro estado mental posiblemente se podrían evitar el 80 % de los casos de depresión.
Y lo más preocupante es que la Organización Mundial de la Salud estima que ahora mismo la Depresión es la tercera causa de discapacidad en el mundo, pero que será la primera causa en el 2020. Y además, también advierte sobre el notable incremento de la enfermedad en la gente joven. El bullyng, las redes sociales usadas como instrumento de compañía y por tanto de soledad compartida, la presión social ante la falta de oportunidades laborales en los que se incorporan al mundo laboral, el exceso de mercantilismo en las relaciones sociales, personales y profesionales….en definitiva, un conjunto de elementos que hacen que nuestros jóvenes sean carne de cañón para lo que se prevé se pueda convertir en la pandemia del siglo XXI.
La depresión es un tema tabú en los medios de comunicación, quizás por temor a causar ‘contagio social’.
La postura de los medios de comunicación de ocultar o no mencionar tanto la depresión como los suicidios que provoca viene condicionada desde las Facultades de Periodismo. La antigua postura y reflexión y enseñanza que se hacía era que no se podía hablar públicamente de suicidios ni de la enfermedad que los provoca para no producir un “efecto contagio” es decir, el miedo viene provocado porque si un periodista habla sobre el tema tal vez pueda alguien leerlo y decidir suicidarse. Con este mismo planteamiento entonces tal vez debamos ocultar también el maltrato familiar o las muertes provocadas por los camicaces en la carretera o los que conducen bajo efectos del alcohol.
Gracias a las campañas de comunicación en estos dos grandes temas sociales se han logrado reducir enormemente las tasas de muertes en tráfico (hasta en un 66 % en los últimos años) y el terrible efecto del maltrato. Si los medios de comunicación hablaran e informaran con veracidad sobre depresión, de sus causas, de sus consecuencias y se pone el tema encima de la mesa, conseguiremos sin duda que las familias puedan reconocer mejor cuándo uno de sus miembros padece la enfermedad, cómo ayudarles y cómo poner cota al problema con sus múltiples soluciones. Si tienes un problema en tu coche, por ejemplo que sale humo, puedes callar el problema, puedes intentar ocultarlo, pero eso no significa ni que el coche se vaya a arreglar, ni que el problema se solucione, todo lo que conseguirás posiblemente es que se agrave el problema. Si esto es tan fácil entender en los coches..¿por qué no podemos entender que también a nuestro cerebro hay que cuidarlo y repararlo? Soluciones hay, lo importante es que se sepa.
¿Cómo vive una persona con depresión?
Indudablemente depende mucho de la gravedad de la depresión. Hay personas con una distimia leve que puede que simplemente tenga estados melancólicos cada cierto tiempo o que desde que se levantan hasta que se acuestan están de mal humor. En cambio, la depresión mayor puede hacer que te mantengas en la cama durante meses y meses sin saber qué te pasa o cómo solucionarlo. Sientes que no quieres levantarte y sin dejar de pensar en la muerte vas pasando día tras días con una angustia que puede provocarte incluso otro tipo de enfermedades. Todo esto puede convertir tu vida en un infierno si no se trata.
¿Cómo ha influido la crisis en esta enfermedad?
Pues la crisis a nuestro entender ha producido dos efectos: por un lado han aumentado notablemente el número de personas que ahora están padeciendo depresiones exógenas (producidas por los problemas económicos). Por otro lado en cambio han bajado el número de suicidios durante los últimos tres años. Parece incongruente, pero realmente pensamos analizando los datos que la crisis ha provocado que muchas familias que en tiempos de bonanza se separaban, cada uno vivía por su lado y se olvidaban unos de otros y de la familia, ahora que muchos jóvenes no tienen para vivir o mantenerse han tenido que recurrir a regresar a las casas de sus padres o abuelos, por lo que muchas familias han visto cómo su papel sigue siendo importante. Antes los abuelos han sido apartados de la sociedad porque ésta estaba sólo enfocada a la gente joven. Ahora se está viendo que el papel de los mayores con sus pensiones y con su ayuda personal es fundamental para las familias. Esto ha producido que muchas personas que antes se consideraban inútiles vuelvan a tener un papel importantísimo a nivel familiar.
Las nuevas tecnologías y en especial las redes sociales han supuesto un cambio de tendencias: la soledad compartida.
Indudablemente. En estos momentos no solo hay una crisis económica. Desde hace años estamos entrando en una crisis de valores que, junto a las nuevas tecnologías están cambiando absolutamente el panorama familiar. No es nada infrecuente que podamos ver a una familia en la que mientras el marido está todo el tiempo atendiendo llamadas por teléfono en plena comida, la mujer está contestando a mensajes de whatsapp de sus amigas o familia mientras el hijo está también dedicado a lo mismo con sus amigos. Mientras, la televisión encendida haciendo ruido y rellenando la falta de diálogo.
Además, nuestros hijos pequeños o adolescentes se pasan el día entre el móvil, los videojuegos o las redes sociales por internet. La mayoría del tiempo están en casa pero alejados de su familia. Las paredes de la casa son muros que hacen que cada cual vaya a lo suyo pero sin compartir proyectos, problemas, ilusiones o desesperanzas. El panorama es realmente preocupante. Cuando estos chicos tengan veinticinco años posiblemente sean grandes desconocidos en su núcleo familiar.
¿Qué podemos hacer ante esta situación? ¿Cómo podemos cambiar el panorama en el que estamos inmersos y que cada vez es más grave?
Creo que hay dos caminos, en cuanto a la depresión tenemos que hacer ver que existe, que seis millones de personas la padecen en nuestro país, que no es algo que le ocurra a uno solo, que se producen más de tres mil suicidios cada año y que todo esto es evitable, que las soluciones están a la mano de cualquiera.
Por otro lado, la crisis económica tal vez lleve también a un cambio en los valores. Creemos profundamente que la sociedad actual no nos está ofreciendo más que soledad compartida, que las familias se han visto transformadas donde ni los padres ejercen de padres, ni los hijos de hijos. Un cambio de valores familiares, de entender que cuidar un hijo no es regalarle una play sino saber quién es, qué necesita, qué piensa, qué padecimientos sufre y cuáles son sus ilusiones y proyectos. Eso es lo importante. Y lo mismo debe producirse desde los hijos hacia los padres. Una familia sana psicológicamente y en sus relaciones es el mejor fármaco y la mejor terapia para evitar una depresión.
¿Qué papel deberían adoptar los medios de comunicación y otros prescriptores de opinión?
El papel de los medios es fundamental, imprescindible e importantísimo. La sociedad necesita saber cuál es el problema para aplicarle la solución. Por eso es necesario que las familias y las personas conozcamos cuáles son los síntomas, cuáles las soluciones y ponernos manos a la obra. Por suerte la depresión no es como un cáncer, que fundamentalmente se cura mediante cuidados médicos. En la depresión repetimos muchas veces que hace más un familiar preocupado que un psicólogo especializado. Ahí está la solución de gran parte del problema, pero también tenemos muchos y muy bien preparados profesionales. Ayuda existe, remedios también para la mayoría de los casos, pero si no se conocen difícilmente se podrá ayudar. Es hora de decir la verdad, ya pasó el tiempo de silencio.
¿Cuándo y cómo surgió la Fundación?
Nació como Asociación Nacional de Ayuda al enfermo de depresión en 1994 creada por un grupo de enfermos que veían que algo había que hacer.
Más tarde, en 2002 se constituyó la Fundación ANAED con los mismos fines pero entendiendo que había que crear una institución fuerte y bien estructurada que fuera creciendo en recursos conforme la enfermedad se extendía. Eso sí, es importante destacar que es una ORGANIZACIÓN SIN ANIMO DE LUCRO, por lo que todos los beneficios deben recaer en ayudar a las familias afectadas.
Es fundamental la labor de los distintos cuadros de trabajo, cada día aprendemos con lo que vamos conociendo y sabemos que es indispensable que continuemos creciendo. Cuanto más trabajemos, menos enfermedad y más sufrimiento innecesario evitaremos.
En estos momentos la Fundación tiene asociados 54 Centros de psicología en todo el territorio nacional. Cubrimos ciudades de más de cien mil habitantes y algunas capitales de provincia con menos de esa cantidad. Además tenemos consultas por skype para poder atender a cualquier paciente de cualquier país, tanto en psicología como en psiquiatría.
¿Cómo se gestiona?
Pues a través de cuotas de asociados, de donaciones tanto de empresas, instituciones y micro-donantes. Y con el esfuerzo de muchas horas y horas de voluntarios y de profesionales que están dando su tiempo, sus conocimientos y todo su cariño a un proyecto en el que los resultados son inmejorables. Nuestro trabajo devuelve la felicidad a muchos, algo realmente impagable.
¿Cómo es su día a día?
Nuestra principal misión es aplicar tratamientos y terapias para curar a los que padecen la depresión. Esa es nuestra razón de ser.
Por otro lado estamos realizando campañas de sensibilización, de “visualización” de la enfermedad y de concienciación de las administraciones, trabajo duro y difícil. Necesitamos además voluntarios que nos ayuden. Hay muchas personas que pueden aportar sus conocimientos, sus experiencias y su tiempo y que seguro que se sienten gratificados por el éxito de devolver la felicidad a muchas personas. Son tantos los casos, las personas que padecen el problema y los campos en los que debemos trabajar que nuestro día a día es agotador.
Principales proyectos (presentes y a corto/medio plazo).
Pues los proyectos de ANAED pasan principalmente por poner un centro de atención en todos aquellos lugares donde creemos que somos necesarios. Es un proyecto difícil, costoso y que requiere de mucho trabajo. Pero no cejamos en el empeño. Sabemos que con constancia, con esfuerzo y teniendo las ideas claras muchos miles de beneficiarios podrán tener la ayuda que merecen.
Por otro lado estamos trazando líneas de colaboración con farmacéuticas, instituciones, universidades e investigadores. Creemos que hay que trabajar mucho en la investigación médica y en la sociológica. Una sociedad tan cambiante como la nuestra necesita de mucho esfuerzo para poder parar la enfermedad. Concienciar, informar, investigar, curar, prevenir son los verbos que en definitiva más se utilizan todos los días en la Fundación ANAED.
¿Cómo puede ponerse una familia o un afectado en contacto con la Red de especialistas de ANAED?
La mejor manera es directamente por teléfono o por correo electrónico. Tenemos dos teléfonos habilitados para recibir llamadas de toda España: 911 10 28 07 y el 956 07 84 10.
Nuestro correo electrónico es info@fundacionanaed.es
Desde aquí o por teléfono les informamos de todo el protocolo de actuación, cómo pueden beneficiarse de las ayudas y les ponemos en contacto con nuestros especialistas de cada centro provincial más cercano.