Valencia Noticias | Agencias.- La tensión entre ambos países se agudiza y una guerra de declaraciones acompañada la jornada. La frontera colombo-venezolana lleva siete días cerrada, tras una medida ordenada por el presidente Nicolás Maduro después de un ataque de presuntos contrabandistas a militares, y la crisis entre los dos países se agrava, después de que Venezuela haya deportado a más de 1.000 colombianos residentes en el estado de Táchira.
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, exigió el martes al Gobierno de Maduro que respete a los ciudadanos que habitan en sus zonas fronterizas y consideró “inaceptables” e “intolerables” los maltratos que están sufriendo sus compatriotas.
Hasta ayer, 1.113 colombianos residentes en el estado de Táchira fueron deportados. “Allanar las viviendas, sacar a la fuerza a los habitantes, separar las familias, no dejarles sacar sus pocos bienes y marcar las casas para luego demolerlas, son procedimientos totalmente inaceptables y recuerdan episodios amargos de la humanidad que no pueden repetirse”, indicó Santos.
Maduro, por su parte, aseguró el pasado lunes que la frontera seguirá cerrada hasta que no se cumplan unas condiciones mínimas, entre ellas, la captura de los autores del ataque a los militares venezolanos y el desmantelamiento de los grupos paramilitares. Además, su Gobierno mantiene vigente el estado de excepción decretado por 60 días en seis municipios fronterizos con el objetivo de perseguir a estos criminales.
Además, este miércoles anunció que en estas localidades se iniciará un “censo integral” de población, viviendas y comercios para “determinar todo”, saber “quien vive allí” y “quien es dueño” de cada cosa.
En el día de hoy las ministras de Exteriores de Colombia, María Ángela Holguín, y de Venezuela, Delcy Rodríguez, mantendrán un encuentro en Cartagena para tratar de encontrar soluciones que permitan la reapertura de la frontera y el regreso de la normalidad.
Graves problemas en la frontera
El movimiento de personas en la frontera generó graves problemas en el lado colombiano. A pesar de que se habilitaron centros deportivos para los recién llegados (entre ellos más de 200 niños), decenas de voluntarios de la Cruz Roja trabajan para proporcionarles alimentos y atender sus necesidades médicas.
Sumados a los deportados, muchos colombianos residentes en estas localidades de Venezuela decidieron abandonar sus hogares y transportar sus bienes a través del río Táchira, que marca la frontera entre ambos países. La Policía colombiana ha organizado un operativo con decenas de agentes que ayudan a cargar los muebles más pesados y ha puesto a disposición de los deportados uno de los camiones utilizados para el transporte de uniformados.
Las ciudades vecinas de Cúcuta y San Antonio, atravesadas por el río y unidas por el puente Simón Bolívar, se han visto separadas por una verja de alambre de espinos.