El Mercado se convertía en el centro social y comercial de la ciudad, lugar bullanguero donde se concentraba gran parte de vecinos y forasteros que accedían a través de las calles que allí desembocaban. A principios del siglo XIX la plaza del Mercado se hallaba en la jurisdicción del Quartel del Mercado que comprendía un total de 2.414 casas, con un conjunto de 116 “manzanas” o islas. En 1887 las calles que recaían a la plaza eran las siguientes: Flassaders, Liñán, Ramillets, Blanes, Palafox, Magdalenes, Conills, Vell de la Palla, Comunió de Sant Joan, Sampedor, Botellas, Carda, Bosseria, En Colom, Caixers, Cordellats, Llotja, Ercilla, Nova, Trench y Sant Ferran.
Por antiguos grabados de principios de esta centuria tenemos una exacta imagen del lugar. La omnipresente Lonja de la Seda –ya llamada de los Mercaderes-, la iglesia de Sant Joan y el convento de las Magdalenas, el Principal, los porxets de los edificios, con sus características columnas que dieron título a la plaça dels Porxets.
Y es que las casas levantadas junto a la bóveda de la acequia de Na Rovella tenían antiguamente unos pórticos con habitaciones salientes de los edificios, sostenidos por cinco columnas.
Hasta principios del siglo XIX, existían dos cementerios pegados uno al otro, el de Sant Martí y el de Santa Caterina, con entradas recayentes a la que posteriormente sería la nueva calle de Sant Ferran y al Mercado, respectivamente.
1825 fue un año determinante para la urbanización de la plaza ya que se dictó una orden sobre los edificios que se hallaban en peligro de ruina, tenían salientes o estaban abandonados, medida que conllevaba el derribo de algunas casas y parte de los porxets. El Tribunal del Repeso del Mercado fue el encargado de inspeccionar todas las casas antes de su demolición. Los edificios presentaban un tipo de edificación muy común en la zona: la vivienda-comercio o la vivienda-obrador tan característica.
Sería a partir de mediados de siglo XIX cuando se experimentaron grandes cambios y mejoras en la plaza.
En 1848 dio comienzo la construcción del gran pórtico que rodeaba el llamado Mercado Nuevo, obras que concluyeron al año siguiente así como la instalación de la Casa del Repeso inaugurada en la Navidad de 1849. El día 24 de enero de 1851 se estrenó la nueva pescadería, instalándose dos fuentes destinadas a los vendedores del pescado y otra para el uso general.