El obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, responsable del Departamento de Pastoral de Juventud en la Conferencia Episcopal Española (CEE), ha asegurado hoy, durante la segunda ponencia del Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, que la “emergencia afectiva que padece la generación actual nos ofrece una oportunidad única para recordar a los jóvenes que Dios es amor”.
Tras el rezo de laudes en la Catedral de Valencia, monseñor Munilla ha iniciado su intervención en la que ha presentado tres “heridas profundas que padece la sociedad postmoderna, que dificultan conocer el verdadero rostro de Cristo y que, paradójicamente, necesitan del mismo Jesucristo para ser sanadas: narcisismo, pansexualismo y desconfianza”.
Durante su ponencia, que ha llevado por título “La evangelización de los jóvenes ante la emergencia afectiva”, el obispo de San Sebastian ha indicado que “para poder dirigirnos al joven de nuestros días, necesitamos primero conocerle (…) pero para eso debemos ir más allá del dato sociológico”.
“Necesitamos conocer en profundidad a Jesucristo, ya que sólo en Cristo conoceremos en profundidad al joven”, según el prelado que ha añadido que “esta clave teológica es importantísima para poder interpretar lo que nos dicen las encuestas”.
Posteriormente, ha reconocido que “uno de los motivos principales por el que nos está costando tanto que el Evangelio resuene en el corazón de los jóvenes, es porque nosotros mismos tenemos todavía un déficit importante para llegar al Corazón de Cristo, y conocer en Él su designio de misericordia hacia todos nosotros, jóvenes evangelizadores y jóvenes evangelizados”.
Por eso, “y partiendo de la convicción de que podemos conocer el corazón del joven a la luz del Corazón de Cristo”, monseñor Munilla ha ido desarrollando en la ponencia cuáles son las “heridas afectivas” que sufre una buena parte de la juventud en España, y qué respuesta propone la Iglesia hoy.
Así, “la emergencia afectiva que padece esta generación nos ofrece una oportunidad única para recordar a todos los jóvenes que Dios es amor, y que hemos sido creados con una vocación a la comunión de amor, que necesitamos descubrir para alcanzar nuestra plenitud”, ha explicado.
Narcisismo
El narcisismo, como ha recordado el perlado, está ligado a la “hiper- sensibilidad, a la absolutización de los sentimientos y temores, a la percepción errónea de que todo en la vida gira en torno a uno mismo”.
“Difícilmente se podrá superar la herida del narcisismo si nos olvidamos del Dios que nos ha creado –hombre y mujer- a su imagen y semejanza, llamándonos a la comunión en el amor”.
Según el prelado, “hombres y mujeres somos distintos y complementarios y de esta forma llegamos a entender que amar es promover el bien que hay en el otro; siendo esto incompatible con la tendencia narcisista que pretende “poseer” al prójimo, asi- milándolo a uno mismo, hasta el punto de hacerlo desaparecer (…)”.
“Sin la sanción de la herida del narcisismo es imposible la entrega generosa, que es un aspecto clave en el Evangelio”, ha matizado.
El obispo ha propuesto cuatro caminos en los que “deberíamos incidir en estos momentos para la sanción herida del narcisismo: el anuncio del amor de Dios, que funda la autoestima; el cultivo de una espiritualidad equilibrada (mística- ascética); la aceptación humilde de la realidad y poner de manifiesto que las experiencias de acercamiento al sufrimiento del prójimo tienen una gran potencialidad sanadora en los jóvenes”.
Pansexualismo
Una segunda característica de nuestro tiempo y de nuestra cultura es el fenómeno del pansexualismo o del hipererotismo ambiental que “invade prácticamente todos los ámbitos y espacios”.
Según el obispo de San Sebastián, “parece como si viviéramos una alerta sexual permanente, que condiciona lo más cotidiano de la vida. Así, “el bombardeo de erotismo es tal que facilita las adicciones y conductas compulsivas, provoca innumerables desequilibrios y la falta de dominio de la propia voluntad, hasta el punto de hacernos incapaces para la donación”.
En este sentido, “es obvio que la fe y la religiosidad se ven seriamente comprometidas, en la medida en que jóvenes y adultos no sean capaces de mantener una capacidad crítica ante una visión fragmentada y desintegrada de la afectividad, la sexualidad y el amor”, según el prelado que ha asegurado que “no es nada fácil vivir en coherencia los valores evangélicos en medio de una cultura dominada por el materialismo y el hipererotismo”.
Monseñor Munilla ha analizado cómo en nuestra cultura “se ha perdido en buena parte el sentido y el valor de la sexualidad, al producirse un divorcio entre sexo y procreación, entre amor y matrimonio y entre sexo y amor”.
En su ponencia, ha indicado que “hoy la sexualidad ha dejado de ser la expresión de la entrega total de dos personas que se aman, para pasar a ser un instrumento de diversión, e incluso un instrumento para hacerse daño el uno al otro”.
Desconfianza y crisis en el principio de autoridad
La “herida afectiva de la desconfianza supone la sensación de no pisar suelo firme y el temor por el futuro”,ha explicado. “En este terreno, ha apuntado, también les puede ocurrir a las nuevas generaciones, lo mismo que he señalado en referencia al pansexualismo: que no lleguen a percibir la dimensión del problema, porque han nacido inmersos en él.
Uno de los fenómenos “más determinantes” en la extensión de esta herida afectiva de la desconfianza, ha sido el divorcio y la falta de estabilidad familiar. “Cuando un niño o un adolescente desde su habitación escucha a sus padres discutir, faltándose al respeto, llega a albergar dolorosas dudas sobre si su familia continuará unida al día siguiente o si se tomará la decisión de la separación… No dudemos de que así se están poniendo las bases del síndrome de desconfianza”, según el obispo.
Por otra parte, “hay que añadir que la crisis del principio de autoridad y de referentes morales, puede conllevar una dificultad a la hora de desarrollar la confianza en Dios”. Así, “muchos jóvenes han crecido sin modelos que les sirvan de referente y de los que sentirse orgullosos” y “arrastramos numerosas heridas afectivas, que han generado en no pocos una especie de orfandad moral”.
Para sanar la herida de la desconfianza, monseñor Munilla ha propuesto “experimentar la comunión en el seno de la Iglesia y educar a los jóvenes en la confianza”.
Reflexiones, eucaristía, talleres, experiencias de evangelización en la calle y vigilia de Adoración
Tras la ponencia, han comenzado las “resonancias”, o sea analisis y reflexiones a la intervención del prelado.
las 12.30 horas, monseñor Munilla presidió una eucaristía en la Catedral de Valencia y esta tarde continuarán los talleres en los que diferentes realidades eclesiales, nuevas comunidades y proyectos de evangelización “se darán a conocer y presentarán sus experiencias en diez templos distintos de la ciudad de Valencia”, según fuentes de la CEE, organizadora del encuentro.
Para terminar la jornada del sábado, y tras el rezo de vísperas en distintas iglesias de Valencia, tendrá lugar a las 21 horas la experiencia de formación de misioneros y evangelización en la calle, “Una luz en la noche”.
A las 22.30 horas, el tercer día de Congreso concluirá con la celebración de una Gran Vigilia de Adoración en la Catedral.
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VLCCiudad/Redacción