Jacinto Benavente consiguió el Premio Nobel de Literatura en 1922. Entre sus obras destaca la poco conocida: Santa Rusia, la que tenía que ser la primera parte de una trilogía original para representarse en los teatros. Así fue, la noche del 6 de octubre de 1932 se estrenó en el Teatro Beatriz de Madrid.
Años después, en 1937 y en plena Guerra Civil, se aprovechó el título para que dicho libreto fuera editado nuevamente en Valencia, y fue la Editorial Guerri, en número extraordinario, la que puso el texto al alcance de todos, ejemplar en cuya portada se puede apreciar a un Lenin amparando a tres niños.
A Benavente el aparato franquista lo había dado como fusilado en Madrid, pero no fue así, él estaba refugiado en Valencia desde el principio de la guerra y desde nuestra ciudad envió una carta de adhesión a la Sociedad de Autores contra la muerte de García Lorca.
Los intelectuales antifascistas, especialmente los comunistas, desconfiaban con cierta razón de las nuevas convicciones políticas de Jacinto Benavente y no simpatizaban con la estética ni ideología de su obra dramática. Y la polémica reedición de su Santa Rusia encendió aún más los ánimos, al ser considerada una obra que se plasmaba más bien su profundo conservadurismo burgués.
La reposición de esta obra fue puesta en escena el 31 de julio de 1937 en el Teatro Principal, por la compañía de Enrique Rambal. Casi todas las posiciones de izquierda clamaron contra esta representación y exigieron que la obra fue retirada del cartel argumentando que la Unión Soviética quedaba en mal lugar además, decían, de ser una obra donde se hace demagogia nefasta, perjudicial para los fines de la guerra y revolución. Desde publicaciones como el periódico comunista Frente Rojo y de Nosotros, portavoz de la Federación Anarquista Ibérica, agrandaron la enérgica protesta.
La polémica obra de Benavente concluía: Cae el telón, oyéndose cada vez más lejana la Internacional, una frase con cierto simbolismo, un doble sentido de derrota y fracaso que encendería aún más los ánimos republicanos. El dramaturgo dejó de escribir durante la guerra. Es curioso este dato: la Editorial Guerri se hallaba establecida en la avenida de Jacinto Benavente, nº 20, de nuestra ciudad.