Agencias/. Y el Levante de Muñiz busca la sonrisa que emana de la victoria. El desafío está enmarcado. Esa búsqueda está pautada para la jornada de mañana lunes a partir de las 21:00 horas en el feudo del Ciutat de València en noventa minutos pasionales. Enfrente surge la imagen de un Real Betis afilado, y con la etiqueta de visitante incómodo entre sus pertenencias, de un viejo conocido de la afición azulgrana. Quique Setién impartió sus últimas lecciones de magisterio balompédico sobre el verde del coliseo levantinista. Fue en la segunda mitad de la década de los años noventa del siglo pasado. Aquel Levante bebió de su elixir para apropiarse de un ascenso a la categoría de Plata que añoraba.
La representación de la victoria en el tiempo más presente cautiva y seduce. Y produce una sonrisa de dimensiones colosales. No se trata de realizar un tratado filosófico en torno a un partido que adquiere trascendencia por cuestiones más que evidentes, si bien la risa y la victoria parecen conjugar y retroalimentarse por las manifestaciones y los efectos que generan. La felicidad, la alegría, el bienestar o la liberación de tensiones y de temores son aspectos consustanciales que les identifican. El Levante retorna a la acción después de la derrota saldada ante la Real Sociedad en Anoeta. Y su pensamiento focaliza el sentido que irradia de la victoria. Posiblemente sea más una obligación moral y anímica que una necesidad puesto que nada de los hechos que se produzcan en el Ciutat serán definitivos, si bien sí que pueden ser aclaratorios. La diferencia no es mayúscula, pero a la vez es considerable.
El campeonato de la regularidad no concede ningún tipo de tregua. Su camino es inexorable. Y hay una tendencia hacia el vértigo en una semana marcada por la profusión de batallas de muy diversa índole y condición. Los duelos ante el Real Betis, Alavés y Espanyol nacen encadenados. No habrá tiempo material para asimilarlos y digerirlos. La vida y la supervivencia en una semana, si bien muy posiblemente habría que matizar esta idea y apelar al orden para priorizar y centrar la atención. Desde ese prisma, habría que acentuar la magnitud y el impacto del duelo ante el Real Betis y posponer las demás apariciones sobre el verde. No hay disfraces para presentar un partido que enfatiza sobremanera el valor de los tres puntos. A la significación numérica, desde una perspectiva azulgrana, que permitiría dar un salto en la clasificación general, hay que unir el componente anímico que esconde una victoria que se resiste. La presión que conlleva no vencer abona la dudas y siembra la desconfianza.
No parece sencillo competir bajo el signo de la incertidumbre. La precipitación y la confusión se convierten en peligrosas guías. De ahí el beneficio espiritual de la victoria. Ganar destierra fantasmas, desbloquea conciencias matrechas y alimenta la estima. Y el Levante necesita dar un viraje de 360 grados y mudar la inercia en el ámbito del Ciutat. Convertir el coliseo en una plaza inexpugnable acercaría a la escuadra granota a los retos marcados. El principal problema es que la victoria se resiste. “Espero que salgamos y demostremos que queremos ganar el partido con cabeza, con entrega y desde el orden. Este vestuario ha demostrado una madurez tremenda”, advirtió Muñiz en la jornada de ayer en la Ciudad Deportiva de Buñol espoleando el orgullo y activando las constantes vitales del grupo. “Sé que el equipo está vivo. No ha desfallecido nunca. Este equipo siempre compite”. El partido amistoso ante el UFA de la Premier Rusa, del pasado miércoles, certificó la recuperación de Jefferson Lerma tras la lesión muscular que sufrió en los minutos finales del duelo ante el Real Madrid.
PORTEROS: Oier, Koke Vegas e Iván Villar
DEFENSAS: Toño, Róber Pier, Chema, Coke, Postigo, Cabaco, Pedro López y Luna
CENTROCAMPISTAS: Doukouré, Lerma, Bardhi, Morales, Ivi, Rochina, Lukic, Jason, Campaña y Fahad
DELANTEROS: Roger, Pazzini, Sadiku y Boateng.