Levante UD:Oier, Pedro López, Pier, Postigo, Luna, Prcic (Vukcevic, m.60), Campaña (Moses Simon, m.72), Roger (Boateng, m.60), Morales y Mayoral.
Sevilla FC:Vaclík, Jesús Navas, Carriço, Kjaer, Sergi Gómez, Banega (Mesa, m.62), Sarabia (Muriel, m.72), Aleix Vidal, Franco Vázquez, Ben Yedder (Promes, m.62) y André Silva.
Árbitro:Cuadra Fernández (Comité balear). Mostró tarjeta amarilla al local Postigo y al visitantes Aleix Vidal.
Goles:0-1, m.11: Ben Yedder. 1-1, m.13: Roger Martí. 1-2, m.20: Carriço. 1-3, m.35: Ben Yedder. 1-4, m.45: Ben Yedder. 1-5, m.48: André Silva. 1-6, m.58: Sarabia. 2-6, m.90: Moses Simon.
Concepto de equipo, y posiblemente elevado a su máximo exponente, en aras a recuperar las emociones y la autoestima extraviada tras la virulencia del impacto sufrido en el transcurso del partido disputado ante el Sevilla F.C. en los márgenes del Ciutat de València. El levantinismo quedó en estado de schok en una matinal aciaga ante todo lo acontecido sobre la pradera de Orriols. La angustia era perceptible. Unión y Compromiso en la desdicha. Quizás en el interior del vestuario se encuentren las respuestas y también las soluciones ante la adversidad para convertir este golpe contundente, dirigido al mentón del colectivo granota, en un acicate para encontrar un refuerzo anímico sobre el que proyectarse en la competición liguera. Y es posible rastrear precedentes en tal sentido. Y no hay que alejarse en el tiempo en exceso. La mayoría del vestuario del presente se conjuró durante el final de la pasada temporada para esquivar un contexto de crisis que amenazaba con engullir a la sociedad azulgrana. Y la Liga no concede espacios para la tregua. El duelo ante el Real Valladolid surge imponente por el horizonte. El choque está pautado para la noche del próximo jueves en la ciudad castellana. En cualquier caso, no hay bandera blanca. Ni señales de rendición desde el vestuario y desde la masa social. Lo advirtió la afición levantinista que se mantuvo impertérrita en las gradas del feudo granota desafiando los extremos de una mañana africana que conjugó con la tragedia. Lo demostró un equipo que tiró de casta para mantener el tipo y las constantes desde la desventura.
Quizás el partido se difuminó tras el penalti errado por el Comandante. El marcador era estrecho en ese lance de la confrontación. Roger minimizó la diana de Ben Yedder. El Pistolero convirtió un servicio de Luna que tocó Borja Mayoral. El Sevilla había golpeado en dos ocasiones la portería defendida por Oier. Cada aparición del grupo que prepara Pablo Machín por las inmediaciones del área blaugrana generaba una sensación de vahído. No obstante, el Levante respondía con atrevimiento por las cercanías del perímetro defensivo sevillista. En un partido de movimiento pendular, con constantes apariciones de los atacantes por los espacios limítrofes con las porterías, la pegada del Sevilla fue descomunal. Quizás se esperaba un duelo de ida y vuelta entre dos representaciones que hacen del riesgo una forma de expresión en el relato general de la confrontación.
Quizás el punto de inflexión estuvo en la pena máxima detenida por Vaclick. El partido hubiera mudado desde un prisma emocional y anímico, principalmente por lo que respecta a las emociones azulgranas. El Sevilla sacó réditos de esta coyuntura. Cercada su portería se abalanzó sobre la meta local. Los guantes recios del arquero checo conciliaron con las botas afiladas de los delanteros. El Sevilla marchó al vestuario con el partido prácticamente decidido (1-4). Asaltó el encuentro el Levante con el brío y el coraje que acostumbra. El bloque se lanzó al abordaje del Sevilla con Mayoral y Roger conformando el eje del ataque. De hecho, durante el transcurso del primer tiempo acumuló llegadas sobre el área de la escuadra de Nervión. Y las ocasiones fueron diáfanas.
Durante ese tiempo el equipo granota discutió el sentido del enfrentamiento a su rival. No obstante, el Levante pareció emular a Jano Bifronte, el Dios de las dos caras. Esa valentía en la vanguardia contrastó con los sucesos que fueron acaeciendo en los confines defendidos por Oier. El Sevilla se convirtió en un martillo pilón, pese a que la distancia entre las propuestas no parecía tan sideral. Su principal virtud, en esa fase del juego, fue castigar cada uno de los equívocos de su rival. En ese sentido, fue despiadado y terriblemente efectivo. Cada fuga acabó en el fondo de las redes azulgranas. Y ya se sabe que los partidos siempre se deciden en el área. Todos los acontecimientos que pasan en ese firmamento se magnifican. El duelo acabó de quebrarse en el arranque de la reanudación. Andre Silva anotó el quinto gol para el Sevilla. La diana de Simon Moses fue testimonial.