El Dolmen de Soto, ubicado en Trigueros, Huelva, es un destacado monumento megalítico datado entre el 3000 a.C., reconocido por su importancia arqueológica entre los más de doscientos monumentos megalíticos descubiertos en la provincia. Fue descubierto en la finca La Lobita en 1922 por Armando de Soto, y las excavaciones que siguieron revelaron un sitio de significativa relevancia histórica y cultural, declarado Monumento Nacional en 1931. Este dolmen destaca por su estructura de corredor largo, siendo el más grande encontrado en la provincia de Huelva, con una longitud de casi 21 metros. Su orientación permite que, durante el equinoccio, los primeros rayos de sol se proyecten por el corredor hacia la cámara durante unos minutos, un aspecto que realza su carácter místico y ceremonial.
La investigación en el sitio ha revelado que el monumento es el resultado de desmontar y reutilizar un monumento circular anterior, con piedras talladas, pintadas, grabadas, y a veces fracturadas para su reciclaje. Entre los hallazgos, se incluyen grabados de caza que datan de hace 6000 años, lo que apunta a la complejidad y riqueza de las prácticas culturales de las comunidades neolíticas de la región. Desde 1987, el Dolmen de Soto es de titularidad pública, y una serie de investigaciones y esfuerzos de conservación han subrayado su importancia como una de las mayores construcciones megalíticas de Europa Occidental, con un anillo perimetral de más de 80 metros identificado en estudios recientes.
Este sitio no solo es un testimonio de la ingeniería y espiritualidad de las sociedades antiguas sino que también continúa siendo un foco de investigación arqueológica y un punto de interés cultural y turístico en Andalucía. La preservación y estudio del Dolmen de Soto ofrecen perspectivas valiosas sobre el neolítico en el sur de España y su conexión con prácticas culturales más amplias en la prehistoria europea.