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A pesar de la intensificación del conflicto en Líbano, el misionero valenciano Juan Carlos Fuertes, director del Centro Fratelli, permanece en la zona para asistir a refugiados sirios, especialmente a los niños, en su educación y necesidades básicas. Su misión es estar con los más vulnerables.
El hermano marista Juan Carlos Fuertes, originario de Albalat de la Ribera, continúa su labor en el Líbano en un momento crítico, cuando el país vive una escalada de tensión debido a los recientes ataques de Israel. Como director del Centro Fratelli, una institución dedicada a la atención de refugiados sirios, Fuertes y su equipo permanecen en Sidón, la tercera ciudad más grande del país, con el objetivo de brindar apoyo a quienes más lo necesitan. “Hemos decidido quedarnos para ayudar en lo posible. Es nuestra misión y nuestra gente”, afirma con convicción el misionero valenciano, a pesar del riesgo que supone su estancia en una zona marcada por el conflicto.
El Centro Fratelli: un refugio para la esperanza
El Centro Fratelli, donde trabaja Juan Carlos Fuertes junto a otros miembros de las congregaciones de los maristas y los hermanos La Salle, está ubicado cerca de Sidón y se ha convertido en un punto de referencia para los refugiados sirios que han huido de la guerra en su país. Este centro se dedica principalmente a proporcionar educación a los niños y jóvenes, con la esperanza de que, a través del aprendizaje, puedan construir un futuro mejor. También ofrece apoyo psicosocial y formación profesional para los adultos, intentando darles herramientas que les permitan superar la situación de vulnerabilidad extrema en la que se encuentran.
Antes de que la situación de seguridad empeorara en las últimas semanas, el Centro Fratelli atendía a alrededor de 1.500 personas al año. “Es una experiencia excelente porque aquí trabajas en un continuo aprendizaje, sobre todo de humanidad. Los pobres nos evangelizan, y puedo mirar el mundo a través de los ojos de un niño pobre”, comenta el religioso.
Sin embargo, debido a los recientes bombardeos, el centro ha tenido que cerrar temporalmente. La situación es tensa, y aunque el lugar donde se encuentran es relativamente seguro, los ataques se sienten cada vez más cerca. “Algunas noches escuchamos bombardeos cada cinco minutos, es terrible”, describe Fuertes, quien insiste en que su misión es continuar al lado de los más vulnerables, especialmente en momentos como este.
La vida entre refugiados: incertidumbre y resiliencia
Los refugiados sirios que llegan al Centro Fratelli, muchos de ellos viviendo en condiciones precarias, han tenido que huir de la guerra en su país para encontrarse, de nuevo, en medio de una situación de conflicto. La mayoría vive en pequeñas casas de apenas 15 o 20 metros cuadrados, donde ahora también están acogiendo a otros que llegan huyendo de las zonas más afectadas por los ataques. “Nosotros salimos, vemos lo que necesitan e intentamos echarles una mano”, explica Fuertes, refiriéndose a las familias que ya cuentan con experiencia en huir de la guerra, pero que ahora viven una nueva incertidumbre.
A pesar de todo, el religioso destaca la serenidad con la que muchos de los refugiados enfrentan esta situación. “Me sorprende que la mayoría lo viven con una serenidad increíble, tanto los que han huido como los que acogen”, relata Fuertes. Aun así, reconoce que la situación es extremadamente difícil para los padres, especialmente cuando ven a sus hijos asustados por los bombardeos. “Unos padres nos decían: nosotros estamos acostumbrados a esto, pero cuando escuchamos a nuestros niños llorar o tener miedo, se nos hace difícil”, confiesa el hermano marista.
Un conflicto sin paz a la vista
Desde su posición en Líbano, Fuertes es consciente de que la paz en la región parece un objetivo lejano. “Puede haber una ausencia de guerra, pero la paz no se conseguirá hasta que se vaya a la raíz del problema, que viene de muchos años atrás”, reflexiona el misionero. El conflicto, que ha dejado miles de muertos, heridos y desplazados en los últimos días, golpea a una población que ya vivía en una situación de extrema pobreza, especialmente en el caso de los refugiados sirios, que componen casi la mitad de la población en algunas zonas del Líbano.
Para Fuertes, el papel del Centro Fratelli en medio de esta crisis es fundamental, y su equipo trabaja para estar al lado de aquellos que más lo necesitan. Aunque el centro permanece cerrado temporalmente por razones de seguridad, el objetivo es reabrirlo lo antes posible para que los niños puedan regresar a un espacio donde no solo se educan, sino que también juegan, corren y se encuentran con otros, una actividad esencial en su desarrollo emocional. “Nuestra idea es reabrir cuanto antes el centro y que puedan venir los niños para jugar, correr y encontrarse unos con otros”, explica Fuertes.
La resiliencia en medio del caos
La labor de Juan Carlos Fuertes y su equipo en el Centro Fratelli es un ejemplo claro de resiliencia en medio del caos. En una región donde la violencia y el desplazamiento son parte de la vida cotidiana, el centro se erige como un faro de esperanza para las familias que buscan refugio, especialmente para los niños que han vivido el trauma de la guerra y la incertidumbre de un futuro incierto.
Además del apoyo educativo, el Centro Fratelli ha sido un lugar clave para proporcionar formación profesional a los refugiados adultos, dándoles una oportunidad para reconstruir sus vidas. Para Fuertes, el trabajo en el centro no es solo una misión religiosa, sino una labor profundamente humana, basada en la solidaridad y el compromiso con los más desfavorecidos. “Aquí, en medio de tanta pobreza, uno aprende a mirar el mundo de otra manera, a través de los ojos de los que menos tienen, y eso te transforma”, afirma.
El futuro de los refugiados y el papel de la comunidad internacional
A medida que el conflicto en la región continúa, el futuro de los refugiados en Líbano es cada vez más incierto. Las familias con las que trabaja el Centro Fratelli no solo deben enfrentarse a las consecuencias inmediatas de la guerra, sino también a la pobreza extrema que afecta a gran parte de la población. Para Fuertes, la solución pasa por una intervención más profunda y sostenida por parte de la comunidad internacional, que debería abordar las raíces del conflicto en lugar de limitarse a gestionar las crisis humanitarias de forma temporal.
Mientras tanto, el hermano Juan Carlos Fuertes y su equipo siguen comprometidos con su misión de ayudar en todo lo posible a las familias refugiadas, ofreciendo no solo asistencia material, sino también un espacio de esperanza para los más vulnerables. ¿Cómo crees que la comunidad internacional puede contribuir de manera más efectiva a resolver los conflictos que generan desplazamientos masivos como los que vive el Líbano?