Teotihuacán, la monumental ciudad de la Mesoamérica clásica, sigue revelando sus secretos dos milenios después de su apogeo. Uno de los hallazgos más impactantes de la arqueología moderna fue descubierto en 2003 bajo el Templo de la Serpiente Emplumada: un túnel misterioso que permanece sellado al público, pero que ha proporcionado información fascinante sobre los rituales, creencias y estructura política de esta enigmática civilización.
El descubrimiento accidental que cambió la arqueología
El túnel fue hallado por accidente en medio de las lluvias de octubre de 2003, cuando el agua abrió un agujero en el piso del Templo de Quetzalcóatl. El arqueólogo Sergio Gómez descendió por el agujero y encontró una entrada que, con el tiempo, sería reconocida como uno de los hallazgos más significativos en la historia de la arqueología mesoamericana.
Desde 2009, un equipo multidisciplinario ha explorado este túnel usando tecnología de punta, incluyendo escáneres láser y robots, algo sin precedentes en la arqueología mexicana. Los robots “Tláloc I” y “Tláloc II-TC” recorrieron el túnel y revelaron un espacio subterráneo con cámaras que probablemente simbolizan el inframundo en la cosmovisión teotihuacana.
¿Qué había en el túnel?
A unos 17 metros bajo tierra, los arqueólogos desenterraron objetos de profundo significado ritual que reflejan la complejidad cultural y espiritual de los teotihuacanos:
- Dientes de cocodrilo tallados en piedra verde y cristales en forma de ojos, posiblemente relacionados con representaciones del inframundo.
- Esculturas de jaguares listos para atacar, símbolos de poder y conexión con las fuerzas sobrenaturales.
- Miniaturas de paisajes montañosos con lagos de mercurio, que evocan una visión sagrada del cosmos.
El túnel estaba cuidadosamente rellenado por los teotihuacanos hace más de 1,700 años, un acto intencionado que sugiere que se trataba de un espacio sagrado sellado para proteger sus secretos.
El túnel como representación del inframundo
En la cosmovisión mesoamericana, el universo estaba dividido en tres planos: el cielo, la tierra y el inframundo, que no solo era un espacio de muerte, sino también de creación y renacimiento. El inframundo era el hogar de divinidades que regulaban el equilibrio cósmico.
El túnel parece haber sido una réplica simbólica del inframundo, construido como un espacio ritual destinado a la transferencia del poder. Según los investigadores, los restos de gobernantes eran depositados allí como ofrendas, y los nuevos líderes descendían al túnel para recibir la investidura divina. Este acto simbolizaba que el poder provenía de las deidades, no de los hombres.
Teotihuacán: una civilización monumental
Durante su apogeo, entre el año 100 y 550 d.C., Teotihuacán fue una de las mayores ciudades del mundo, con hasta 200,000 habitantes y una extensión de 23 kilómetros cuadrados. Conocida como “el lugar donde los hombres se convierten en dioses”, era un centro cosmopolita con conexiones comerciales y culturales que abarcaban toda Mesoamérica.
La ciudad, famosa por sus impresionantes pirámides del Sol y de la Luna, era un centro de innovación en arquitectura, religión y política. Su declive, ocurrido entre los años 550 y 600 d.C., sigue siendo un misterio, aunque se cree que fue resultado de conflictos internos.
¿Por qué el túnel nunca se abrirá al público?
A pesar de su importancia histórica, el túnel no será accesible al público. Esto se debe a razones prácticas y de preservación:
- Fragilidad del sitio: La estructura del túnel y las cámaras es extremadamente delicada, y la presencia de visitantes podría poner en riesgo su estabilidad y los artefactos en su interior.
- Conservación de los objetos: Muchos de los hallazgos, como las miniaturas de mercurio, requieren condiciones específicas para evitar su deterioro.
- Valor espiritual: El túnel sigue siendo un espacio sagrado, y abrirlo podría ser visto como una falta de respeto hacia las creencias y prácticas rituales de los teotihuacanos.
Lecciones del túnel y su legado
El túnel de Teotihuacán no solo amplía nuestro conocimiento sobre la arquitectura y religión de esta civilización, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo las sociedades antiguas concebían el poder, el cosmos y su relación con lo divino.
En un mundo donde la tecnología moderna nos permite explorar los secretos del pasado, el descubrimiento del túnel nos recuerda que la humanidad siempre ha buscado comprender su lugar en el universo, tejiendo historias de vida, muerte y renacimiento.
Teotihuacán, con su grandeza y misticismo, sigue siendo un testimonio de la capacidad humana para construir y conectar mundos, tanto visibles como invisibles. Un recordatorio de que, aún hoy, seguimos descifrando los enigmas que dejaron aquellos que caminaron antes que nosotros.