La Dirección General de Tráfico (DGT) impone un certificado obligatorio para patinetes eléctricos a partir de 2024, generando polémica entre fabricantes, usuarios y empresas de alquiler.
Introducción: una revolución en la movilidad urbana bajo la lupa
Los patinetes eléctricos han transformado el transporte urbano en España, ofreciendo una alternativa rápida, sostenible y económica en ciudades cada vez más congestionadas. Sin embargo, su popularidad también ha traído desafíos, desde la falta de regulación clara hasta problemas de seguridad. Ahora, con la nueva normativa de la DGT que entró en vigor en enero de 2024, el futuro de este medio de transporte se encuentra en una encrucijada. Empresas, usuarios y autoridades están en un tira y afloja que promete cambiar las reglas del juego.
El certificado de circulación: la clave de la polémica
A partir del 22 de enero de 2024, todos los patinetes eléctricos que se comercialicen en España deberán contar con un certificado de circulación emitido según el Manual de Características de Vehículos de Movilidad Personal de la DGT. Este documento verificará aspectos como:
- Sistema de frenado.
- Luces y reflectantes para mejorar la visibilidad.
- Dimensiones máximas del vehículo para garantizar la estabilidad.
Los patinetes adquiridos antes de esa fecha tendrán un período de adaptación hasta enero de 2027 para obtener el certificado. Si no lo consiguen, quedarán prohibidos en vías públicas, lo que plantea serios problemas tanto para particulares como para las empresas que operan flotas de alquiler.
Empresas de alquiler en pie de guerra
Las compañías de alquiler de patinetes eléctricos, que han visto cómo este mercado se ha expandido rápidamente en ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, han levantado la voz contra lo que consideran una normativa excesivamente restrictiva.
- Costes adicionales: Adaptar miles de vehículos a los nuevos requisitos supone un coste significativo para las empresas, que muchas aseguran no poder asumir sin trasladar el gasto a los usuarios.
- Impacto en el servicio: Se teme que muchas flotas no puedan cumplir con la normativa a tiempo, reduciendo drásticamente la oferta de patinetes en las ciudades y dejando a miles de usuarios sin su medio de transporte habitual.
- Desigualdad normativa: Las empresas también critican la falta de armonización entre las normas municipales y las estatales, lo que genera confusión y dificulta el cumplimiento.
Repercusiones para los usuarios: más que un cambio técnico
Para los particulares que ya poseen un patinete eléctrico, la normativa supone una carga adicional. Aunque pueden seguir utilizando sus vehículos hasta 2027, tendrán que pasar por el proceso de certificación, un trámite que puede incluir ajustes técnicos y costes inesperados.
Los usuarios también deben adaptarse a otras exigencias ya vigentes:
- Velocidad limitada: Entre 6 y 25 km/h, dependiendo del tipo de vía.
- Prohibición de uso en aceras y vías interurbanas.
- Uso obligatorio del casco en muchas ciudades, como Valencia, donde esta medida se ha intensificado.
- Restricción del uso de móviles y auriculares durante la conducción, para evitar distracciones.
Además, aunque no es obligatorio, se recomienda contratar un seguro de responsabilidad civil, especialmente ante el aumento de accidentes relacionados con estos vehículos.
Un desafío para la sostenibilidad urbana
La implantación de esta normativa podría tener un impacto negativo en la transición hacia formas de movilidad más sostenibles. Los patinetes eléctricos, junto con las bicicletas compartidas, son una de las opciones más ecológicas en las ciudades españolas.
- Reducción de la huella de carbono: Al ser eléctricos, emiten menos contaminación en comparación con vehículos motorizados tradicionales.
- Descongestión del tráfico: Ayudan a disminuir la dependencia de los coches en los núcleos urbanos.
Si la normativa reduce drásticamente el número de patinetes disponibles o encarece su uso, existe el riesgo de que muchos usuarios regresen al transporte privado, aumentando la contaminación y los atascos.
¿Un golpe al mercado o una oportunidad para mejorar?
Para algunos analistas, la normativa representa una oportunidad para profesionalizar el sector y garantizar un uso más seguro de los patinetes eléctricos. Pero para otros, podría ser un golpe mortal a un mercado que apenas comienza a consolidarse.
Las empresas y los usuarios coinciden en que la seguridad es fundamental, pero piden medidas más progresivas y apoyo económico para cumplir con los nuevos requisitos. Por ejemplo:
- Subvenciones para la adaptación de patinetes antiguos.
- Campañas de sensibilización para educar a los usuarios sobre las normas de circulación.
- Flexibilidad en los plazos de implementación, especialmente para las flotas más grandes.
Madrid como epicentro del conflicto
En Madrid, donde los patinetes eléctricos son parte integral de la movilidad urbana, la aplicación de la normativa ya ha generado tensiones. La capital, que cuenta con miles de patinetes operados por diversas empresas, será un termómetro clave para medir el impacto de estas nuevas reglas.
La administración municipal ha mostrado apoyo a la normativa, pero las empresas advierten que la reducción de flotas podría desincentivar el uso de estos vehículos, afectando negativamente al transporte sostenible en la ciudad.
Conclusión: un futuro incierto para los patinetes eléctricos en España
Con la fecha de entrada en vigor de la normativa cada vez más cerca, tanto empresas como usuarios deben adaptarse rápidamente a un cambio que promete transformar la movilidad urbana. ¿Será esta una medida que mejore la seguridad y profesionalice el sector, o terminará ahogando una de las alternativas de transporte más sostenibles?
La verdadera pregunta es: ¿Estamos preparados para el impacto que esta normativa traerá a nuestras ciudades? ¿O será un obstáculo más en el camino hacia una movilidad verdaderamente sostenible?