Fue costumbre bastante arraigada entre la aristocracia valenciana y era habitual que poseyeran auténticos palacetes rodeados de ostentosos jardines, generalmente, en las afueras de la ciudad.
El Jardín de Monforte es uno de esos pocos jardines privados valencianos que nos ha llegado hasta nuestros días, con todo su esplendor, formando parte de los jardines municipales de Valencia.
Jardines de Monforte, o mejor podríamos llamar Jardines de Romero, ya que Juan Bautista Romero y su esposa (Marqueses de San Juan) fueron los verdaderos constructores de este espléndido vergel. Fue a mediados del siglo XIX cuando los marqueses adquirieron un huerto para construir los jardines que nos ocupan. Juan Bautista Romero hizo construir la casona y el jardín con motivo de hacer olvidar a su esposa la reciente muerte de su único hijo varón, también llamado Juan Bautista, fallecido a los veinte años de edad. Las instalaciones, de carácter romántico, fueron hechas con gusto exquisito y el marqués tuvo un gasto de más de quinientas mil pesetas de la época, cantidad astronómica por entonces.
Jardines de Monforte, o mejor podríamos llamar Jardines de Romero, ya que Juan Bautista Romero y su esposa (Marqueses de San Juan) fueron los verdaderos constructores de este espléndido vergel.
Una anécdota: los dos leones que permanecen formando parte del conjunto fueron esculpidos por el artista José Bellver para la entrada del Congreso de los Diputados en Madrid, pero su reducido tamaño no era el ideal y se quedaron en nuestro jardín.
los dos leones que permanecen formando parte del conjunto fueron esculpidos por el artista José Bellver para la entrada del Congreso de los Diputados en Madrid, pero su reducido tamaño no era el ideal y se quedaron en nuestro jardín.
El llamado Jardín de Monforte, se convirtió en uno de los lugares emblemáticos y románticos de la ciudad, lugar de referencia para los valencianos, un vergel rodeado de plantaciones y esculturas como auténtico tesoro urbano. Cada uno de sus rincones es una poesía y así lo vieron artistas de diferentes épocas, pintores, escultores y poetas que no dudaron cantar y plasmar las excelencias del lugar.
Cada uno de sus rincones es una poesía y así lo vieron artistas de diferentes épocas, pintores, escultores y poetas que no dudaron cantar y plasmar las excelencias del lugar.
Tras el paso de los años el jardín sufrió desperfectos y tuvo épocas de cierto abandono. Recientemente el Ajuntament decidió su restauración y ofrecer todo el esplendor que tuvo tiempo atrás. Cada una de sus esculturas son verdaderas obras de arte. Pero lo que destaca es su conjunto, una obra de arte de la jardinería valenciana.
En definitiva estamos ante un oasis dentro de la ciudad, un remanso de paz, un silencio en verde a veces interrumpido por el murmullo del agua saltando a la alberca entre las rocas, las plantas y los árboles ya centenarios. Todo un sueño al alcance del ciudadano. Emoción aplacible de los sentidos.
A. P. R. S. = Archivo Privado de Rafael Solaz