La acequia de Mestalla, después de pasar por Marxalenes y los grandes huertos de las calles de Sagunto y Alboraia, se dirigía a Benimaclet antes de llegar al mar. Cruzaba la partida de Algirós que era uno de los tres ramales principales de Mestalla. Su topónimo delata la procedencia: del árabe al zurûb, significa precisamente el canal. En el Repartiment de Jaume I ya quedó registrado como Algeroç, Algerof o Aliarof. Entre sus repobladores surgieron nuevos nombres: Pere Beceda, Guillem de Vic, Pere Eiximén o Joan de Cornudella. Pero fue a Guillem d’Aguiló al que le correspondió la alquería íntegra, un conjunto de casas rodeadas por exuberante huerta atravesada por el camino que iba en dirección al Cabanyal, al mar. A principios del XX llegó el ferrocarril de la Compañía Central de Aragón que segmentó el área hortofrutícola convirtiéndola, poco a poco, en espacio urbano y distrito residencial.
A principios del XX llegó el ferrocarril de la Compañía Central de Aragón que segmentó el área hortofrutícola convirtiéndola, poco a poco, en espacio urbano y distrito residencial.
Una mirada cincuenta años atrás nos acerca al Algirós trasformado. A uno y otro lado de la senda de la Carrasca se veían las casas de Giner, Farinós, Belloch, Prima, Torrás, Marqués, el chalet de Rosita o el del Castillo, antes de llegar a la estación del tren de vía estrecha que iba a las playas y al Grao. El camino de Algirós partía de la alquería de Valero. A un lado dejaba las casas del Figuero, Tofolín, Crespa, Fino, Barracús y la alquería de la Palmera antes de llegar a las de Chunsá, Llibrer, Martino y la barraca de Coscollá. Imponente se alzaba el citado palacete de Ayora rodeado de árboles exóticos, junto a la casa de Navarro. Más allá quedaban las alquerías de Calabuig, Carrasco, Estellés y la mítica senda de Albors. Surgían incipientes barrios: el de Castro u Obrero de Algirós, junto al asilo de Santa Isabel y el bloque de Cros; el de la Previsión Social o de la Unión; el Católico y el de la Infanta Isabel.
Imponente se alzaba el citado palacete de Ayora rodeado de árboles exóticos, junto a la casa de Navarro. Más allá quedaban las alquerías de Calabuig, Carrasco, Estellés y la mítica senda de Albors.
Actualmente el distrito está integrado por cinco barriadas: Ciutat Jardí, L’Amistat (construido en 1928), L’Illa Perduda (así llamada porque durante más de una década, desde su proyección en 1955, aquel bloque quedó aislado como un oasis del desierto urbano) la Carrasca y la Vega Baixa. Del Algirós de antaño poco o nada queda. Tan sólo su recuerdo, la memoria del canal que portaba agua dorada entre huertos de amistad.
Del Algirós de antaño poco o nada queda. Tan sólo su recuerdo, la memoria del canal que portaba agua dorada entre huertos de amistad.
A. P. R. S. = Archivo Privado de Rafael Solaz