José Luis Barrera
Párroco de la Iglesia de Ntra. Sra. de los Ángeles del Cabanyal y
Consiliario de la Junta Parroquial de la Semana Santa Marinera
La fiesta de Halloween, que se está popularizando entre nosotros es también la fiesta de la mediocridad y la falta de personalidad de la cultura española de ahora que sucumbe por la presión dominante de la cultura yankee donde la mezcolanza de etnias engendra tales bodrios. No es fariseísmo, es inconsecuencia, es contradicción. ¿Qué en USA lo usan? ¡Allá ellos!
No tiene ningún sentido que nuestras asociaciones, porque lo piden los niños que hay en ellas organicen tan ridículos eventos, que además de eclipsar la fiesta de Todos los Santos y Fieles Difuntos, dan a la muerte el feo cariz de lo trágico aunque sea en broma. Y no me enfada, pero vería como un disparate que, por ejemplo, “Amics del Corpus” o los “Seguidores de la Virgen de los Desamparados” , salieran a la calle vestidos de zombis. O que a los niños pequeños, les dijeran: “Mira, como vas tú ahora disfrazado así esta la abuelita en el cementerio”
Yo sugeriría que a las cofradías, que celebren ese día como en México, que se van con las tarteras y tappers a merendar con los muertos en el cementerio. Ponen mantelito sobre la tumba y hala, a beber tequila y comer tacos o chiles con fríjoles.
Y ya puestos, yo invito a utilizar otros disfraces mas atrevidos y siniestros, signos de la muerte de los inocentes en los abortos. Aunque la foto me parece fuertemente desagradable no me resisto a publicarla porque a mí me ha hecho mucho pensar. Tambien se pueden usar disfraces de medicos abortistas, o de enfermeras declinicas pro aborto
Hace muchos años los niños españoles celebrábamos la Noche de las Almas de otro modo:recuerdo que al calor del fuego del hogar o de la estufa, comiendo las castañas que se asaban en el fuego, la abuela nos contaba a los críos los más inocentes cuentos de miedo. Acabábamos aterrorizados en la cama. Yo, ya adolescente, esa noche echaba mano de las Rimas y Leyendas de Bécquer y me leía alguna: “Maese Pedro el organista”, “El monte de las ánimas”… También me asustaban. Después ya leía a Lovercraft, pero ya no era yo tan inocente.
VLCCiudad/Redacción