Anoche se celebró el partido inaugural del Mundial de Brasil, el más caro de la Historia, y visto lo ocurrido durante los 90 minutos, podemos decir sin miedo a equivocarnos que la selección anfitriona comenzó anoche a recuperar el capital invertido a base de regalos arbitrales.
Los croatas comenzaron el partido con muy buenos mimbres, con los ‘españoles’ Rakitic y Modric manejando la maquinaria ofensiva de los balcánicos con maestría. Brasil no tenía centro del campo y los pases tenían que recorrer demasiados metros como para causar peligro. Si a eso sumamos que en esta primera fase del encuentro abusaron en exceso del pase horizontal, es fácil deducir que el pólvora, más que mojada, era inexistente en la canarinha.
Sin embargo, los croatas comenzaron a hacer lo que mejor saben hacer: dominar en el centro del campo para soltar sorpresivamente el coletazo vertical en carrera por las bandas. Y así, en una internada velocísima, llegó el gol croata que, lo que son las cosas, metió en sus propias redes el madridista Marcelo.
Intentó despertar Brasil de su letargo tras el gol, confiando en que todavía quedaba media hora larga de primer tiempo como para no irse al descanso con el marcador desfavorable. Neymar, que tenía licencia para moverse por el campo como él quisiera, comenzó a mostrar los galones y capacidad para tomar decisiones que le faltan en el Barça, y aunque no de forma muy clara, se intuyó que en cualquier momento un coletazo suyo podía poner las tablas de nuevo en el luminoso. En estas, la ‘torzida’ brasileña aprovechaba las pocas ocasiones que el juego permitía para ‘bramar’ y asustar un poco más a los croatas, que empezaron a replegarse y a no pasar del centro del campo.
A la media hora de juego, Neymar recogía un rechace en una jugada embarullada en el círculo central y se marchaba por el centro de forma decidida para, ya en la medular, fusilar a Pletikosa a distancia con un tiro raso ajustado al palo. La grada ensordecía a los croatas y dejaba el partido en un terreno desconocido y sin dueño, con la selección balcánica replegándose sobre sí misma y con Rakitic y Modric renunciando al ataque para posicionarse en la zona de destrucción -cuando, insistimos, Brasil no pisó el centro del campo prácticamente en todo el partido-.
La segunda parte fue la de los regalitos arbitrales a la selección anfitriona. Brasil no lograba materializar su mayor posesión. Decayó la intensidad del juego en el complemento y costaba más llegar al área rival. Los entrenadores movieron la banca. Croacia ganó metros y tomó aire, pero se quedó congelada al contemplar cómo un auténtico ‘piscinazo’ del 9 de Brasil, Fred, era suficiente para que el japonés Nishimuraseñalara el camino de los once metros. La práctica totalidad de los croatas se echaban literalmente encima del colegiado nipón, pero la decisión estaba tomada (2-1, 71’).
Resurgió tímidamente laCanarinha, pero David Luiz se perdió el de la tranquilidad, por los pelos, y Croacia hizo sufrir a Julio Cesar, mucho, en la recta final. La grada se impacientaba y comenzaba a pedir la hora porque se ‘olía’ el gol del empate croata. Solo la curiosa decisión del árbitro de no pitar ni una sola falta a favor de Croacia impidió que éstos sacaran petróleo de sus ataques en vertical.
La jugada del tercer gol brasileño, obra de Óscar, sirvió de resumen del partido: Nishimurase volvía a comer una falta de los brasileños en el círculo central que permitió que el esférico le llegara a Óscar, que con un tiro certero ajustado al palo izquierdo de la portería defendida por Pletikosa, calmaba a la grada y a su seleccionados haciendo que el 3-1 iluminara el marcador.
Brasil volverá a la acción el martes 17 de junio en Fortaleza donde se enfrentará a México. Por su parte, Croacia jugará con Camerún, en Manaos, el miércoles 18.