Los podólogos recomiendan que los niños lleven calzado adecuado a sus necesidades motrices y que permita el correcto desarrollo del pie y del aparato locomotor, así como la libertad de los movimientos naturales del pie respetando su fisiología y su biomecánica.
Igualmente, aconsejan que el calzado de los pequeños no sea más grande que la talla que calzan, por lo que descartan que se compren zapatos o zapatillas más grandes para que sirvan toda una temporada. Así, estos profesionales aseguran que “el calzado tiene que acomodarse al tamaño real del pie del niño” porque “si el zapato no es justo de su talla podría alterar su forma de caminar, provocarle inestabilidad o crearle ampollas o laceraciones”.
Éstas son algunas de las recomendaciones emitidas por el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de la Comunitat Valenciana coincidiendo con el inicio del curso escolar y con el objetivo de que “los padres obtengan un sobresaliente” con el calzado de sus hijos.
Este organismo ha destacado, en un comunicado, que un estudio realizado por el profesor Roberto Pascual, de la Universidad Miguel Hernández, entre 600 escolares, remitió a más de un tercio al podólogo, un 40 por ciento por posible pie plano infantil.
Asimismo, ha resaltado que aunque el 83 por ciento de los escolares calzaba la talla adecuada, el 62 por ciento acudía al colegio con calzado específico para fútbol y un 11 por ciento con deportivas con ruedines –éstas son “un juguete” y su uso se ha de limitar “a una o dos horas a la semana”–.
Los podólogos han explicado que el pie de los niños crece cada trimestre unos ocho milímetros y han afirmado que este crecimiento es mayor cuando el niño es más pequeño. Al año y medio el pie tiene aproximadamente la mitad de longitud que presenta al final del crecimiento y a los diez años el 80 por ciento del tamaño total, han precisado.
Asimismo, han comentado que el inicio del curso escolar es “el momento de comprar el calzado adecuado” para los pequeños y han afirmado que “el calzado de uso escolar es el más importante porque es el que habitualmente lleva el niño una media de entre nueve y doce horas al día, ya que habitualmente continúa con él tras el final de la jornada escolar”.
Con todo, el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos ha manifestado que “la elección del calzado es un factor fundamental, especialmente, para niños de uno a ocho años” ya que éste es el periodo desde el que “se empieza a calzarlos hasta que se ha producido el desarrollo del 80 por ciento de la evolución angular y torsional de los miembros inferiores–.
“UN INVENTO HUMANO”
Los podólogos han apuntado que el calzado “es un invento humano”, por lo que según dicen “no debe alterar la evolución fisiológica del pie, ni suplir las funciones de los elementos naturales como la amortiguación, la flexibilidad o la movilidad”.
En este sentido, han expuesto que “las posibles consecuencias más comunes asociadas al uso de un calzado inadecuado van desde las deformidades de los dedos y los uñeros, hasta sobrecargas o acortamientos musculares, tendinitis aquílea, dolor en la planta del pie y eccemas o dermatitis causados por materiales sintéticos”.
Además, estos profesionales han aseverado que “durante el crecimiento y la maduración de la marcha, es necesario realizar revisiones periódicas” y han detallado que “si no hay ningún tipo de alteración manifiesta, la edad recomendable para visitar al podólogo por primera vez es entre los tres y los cuatro años”, cuando se puede ver “cómo se desarrolla el pie y los miembros inferiores”.
“ERRORES COMUNES”
Los podólogos han comentado que entre los “errores comunes” que hay en el uso de calzado para niños está “heredar zapatos” unos menores de otros ya que “la pisada de cada persona es diferente y compartir calzado puede distorsionarla”. Igualmente, apunta entre ellos “reutilizar el calzado de la temporada pasada sin tener en cuenta el desgaste” o “el crecimiento del pie”, así como “comprar el calzado solo atendiendo a su precio porque les va a durar poco”.
Por otro lado, reiteran en sus recomendaciones que “el calzado debe ser de la talla adecuada” y dicen que para ello “lo mejor es medir el pie y el interior del zapato”. Además, apuntan que es conveniente proteger la parte de los huesos laterales del tobillo “con una protección suficientemente flexible para permitir el movimiento completo de la articulación sin limitarla movilidad del pie y su desarrollo natural”.
En la misma línea, piden que mantengan la “flexibilidad en la zona de dedos”. “El zapato tiene que proteger al pie, no comprimirlo. Debe ser suficientemente ancho por delante para permitir a los dedos abrirse y moverse con libertad”, plantea, a la vez que señalan que “la protección de puntera solo se aconseja en los preandantes, por el gateo”.
Los podólogos exponen también que el zapato tiene que ser de material natural y facilitar la transpiración y que la suela no debe ser demasiado fina sino tener cierto grosor, ser antideslizante y no tener tacón, además de subrayar que han de tener “algún medio de sujeción, como cordones o velcro, en su defecto, para sujetar bien el pie”. Las chanclas, zuecos, mocasines o bailarinas no son recomendables, agregan.
“CUIDADO CON LAS MODAS”
Del mismo modo, dicen que hay que tener “cuidado con las modas y con dar prioridad a la estética” y que a pesar de haber elegido el calzado correcto no se use todo el día, de modo que “en casa los pies estén libres”. No obstante, piden que se evite que los niños anden descalzos.
Por lo que respecta a la estancia en vestuarios y piscinas indican que es preferiblemente ir con escarpines tipo surf o barranquismo, y sobre la práctica de deportes que el calzado específico que requiere se use solo para esa actividad. Además, explican que “no hay que sobreproteger el pie” para que no se acostumbre a “un excesivo confort”.