Consuelo Madrigal Martínez-Pereda, una fiscal con perfil bajo y no adscrita a ninguna asociación, está llamada desde hoy a convertirse en la primera mujer que llega a ser fiscal general del Estado. Un cargo que ocupará en un año marcado por las citas electorales y los casos abiertos por corrupción en los tribunales.
Madrigal cuenta con una experiencia dilatada como fiscal y sus colegas destacan su “profesionalidad” e “intachable” trayectoria, durante la cual no se la conocen actuaciones polémicas. De talante conservador, no está afiliada a ninguna asociación de fiscales.
Nacida el 2 de noviembre de 1956, desempeñaba en la actualidad la dirección de la Fiscalía de la Sala Coordinadora de Menores desde junio de 2013, cuando el dimitido Eduardo Torres-Dulce le propuso continuar al frente de esta área durante un nuevo periodo de cinco años. Una decisión que fue refrendada por el entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Con anterioridad, fue fiscal destinada en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, adonde llegó en 1993. Ingresó en la Carrera Fiscal hace más de treinta años y se hizo cargo de la Fiscalía de Menores cuando fue creada en 2007 dentro de la reforma del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.
Madrigal aspiró a convertirse en la primera fiscal de Sala de la historia en 2003, cuando compitió con otra mujer que sonaba para ser ahora fiscal general, Pilar Fernández Valcárcel. El Consejo Fiscal de Jesús Cardenal optó entonces por la segunda para alcanzar la primera categoría de la Carrera y acceder así a la Junta de Fiscales de Sala, según indica la información aparecida en RTVE y en la agencia efe.
Madrigal, que figuraba como la número 24 en el escalafón de la Carrera Fiscal en 2011, ha sido también profesora de Derecho Penal en la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE) desde 1986. En docencia, ha dirigido y coordinado cursos para postgrados o en la formación inicial de Fiscales en el Centro de Estudios Jurídicos.
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