En el Día Mundial del Corazón, que se celebra el 29 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) exhorta a los países a tomar medidas contra el uso excesivo de la sal mediante la aplicación de las recomendaciones de la OMS sobre reducción del consumo de sodio para disminuir el número de personas que padecen enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares y, a su vez, salvar vidas.
Reducir el consumo de sal en el mundo en un 30% para el 2025
Las enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares (ACV), son las principales causas de muerte prematura en el siglo XXI. La OMS brinda apoyo a los gobiernos para que pongan en práctica el plan de acción para la estrategia mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, que comprende nueve objetivos globales, incluido el de reducir el consumo de sal en el mundo en un 30% para el año 2025.
«Si se logra el objetivo de reducir el consumo de sal en el mundo en un 30% para el 2025, podemos evitar que millones de personas mueran de enfermedades cardíacas, ACV y trastornos relacionados», afirma el Dr Oleg Chestnov, Subdirector General de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental.
La sal, en forma de glutamato de sodio o de cloruro de sodio, es la principal fuente de sodio en nuestro régimen alimentario y se usa como condimento en muchas partes del mundo. En numerosos países, el 80% del aporte salino proviene de alimentos procesados tales como panes, quesos, salsas en frascos, carnes curadas y comidas hechas.
El consumo excesivo de sal puede provocar hipertensión y aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ACV
El consumo excesivo de sal puede provocar hipertensión (o favorecerla) y aumentar considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ACV.
Las personas consumen, en promedio, alrededor de 10 gramos de sal al día. Esta cifra es aproximadamente el doble de la cantidad de sal de cualquier procedencia (alimentos procesados, comidas hechas y alimentos preparados en el hogar) recomendada por la OMS (menos de 5 gramos o menos de una cucharadita al día). La OMS recomienda que los niños de entre 2 y 15 años consuman incluso una cantidad menor de sal que ésta, que deberá adaptarse a sus necesidades energéticas para el crecimiento.
«La sal está presente en casi todo lo que comemos, ya sea porque la mayoría de los alimentos procesados o preparados la contienen en cantidades elevadas o porque la añadimos cuando preparamos la comida en casa», añade el Dr. Chestnov.
El Dr. Chestnov dijo que la disminución del consumo de sal es uno de los medios más eficaces para que los países mejoren la salud de la población y pidió encarecidamente a la industria alimentaria que colabore estrechamente con la OMS y los gobiernos nacionales para reducir de forma gradual la concentración de sal de los productos alimentarios.
Estrategias para reducir el consumo de sal
Las estrategias basadas en datos científicos de la OMS para reducir el consumo de sal son:
reglamentos y políticas que velen por que los fabricantes y los comerciantes minoristas de alimentos reduzcan la concentración de sal en los productos alimentarios sólidos y líquidos;
convenios con la industria para lograr que los fabricantes y los comerciantes minoristas pongan a disposición del consumidor alimentos sanos (de bajo tenor salino) a precios asequibles;
propiciar los entornos de alimentación sana (que estimulen el menor consumo de sal) en lugares públicos, como escuelas, hospitales, lugares de trabajo e instituciones públicas;
velar por el etiquetado adecuado de los alimentos para que los consumidores sepan de inmediato qué cantidad de sal contienen esos productos; y
poner en práctica las recomendaciones de la OMS a la hora de comercializar alimentos y bebidas no alcohólicas para niños.
Las estrategias para que las personas y las familias reduzcan el consumo de sal consisten, por ejemplo, en:
leer la etiqueta del producto en el momento de comprar alimentos procesados para comprobar la concentración de sal;
pedir los productos que contengan menos sal en el momento de comprar alimentos preparados;
quitar de la mesa los saleros y las salsas en frascos a la hora de comer;
limitar la cantidad de sal que se añade al cocinar a un máximo diario de un quinto de una cucharadita;
limitar el consumo frecuente de productos que contengan mucha sal; y
educar el paladar de los niños mediante un régimen alimentario constituido principalmente de alimentos no procesados sin sal añadida.
Nota de los editores sobre la sal iodada:
En los países con problemas de déficit de yodo, todas las sales deben ser yodadas. Incluso el consumo de pequeñas cantidades de sal adecuadamente yodada seguirá proporcionando los beneficios adicionales para la salud asociados al yodo, garantizando el desarrollo cognoscitivo adecuado de los niños.