Descubre cómo la comunidad china transforma España, uno “fondo derecha” a la vez, mientras se cuestionan los límites del sistema educativo y las matemáticas patrias.
La llegada del dragón: bazares, bares y… ¿fruterías?
Desde los años 90, los bazares chinos han sido como los pokémon: los encuentras en cada esquina. Con más de 192.000 chinos residentes en España, su influencia se extiende desde el mostrador de la frutería hasta la barra del bar donde pides “una caña y algo para picar”. Pero, ¿cómo llegaron a monopolizar estas áreas del comercio? Sencillo: hablando el idioma universal de los negocios y el ahorro.
“Si no, se quedan en China”, explica con ironía el tiktoker Jia Junyin, alias el ‘chico Mercadona’. Según Jia, al aterrizar en España y enfrentarse al abismo del idioma, los bares y bazares son refugios naturales. “En un bar solo necesitas decir ‘café con leche’. Y si es un bazar, con señalar y añadir ‘fondo derecha’ ya eres bilingüe”, comenta en uno de sus vídeos.
¿Y las matemáticas? Aritmética entre arroz y jamones
La crítica de una residente china sobre el sistema educativo español en matemáticas es una bofetada cariñosa, pero bien merecida. España, un país donde la calculadora parece un lujo y los porcentajes una utopía, contrasta con la precisión milimétrica del sistema chino. Mientras aquí seguimos peleándonos con los problemas de trenes que nunca llegan, ellos aplican la aritmética con rapidez casi mágica para calcular márgenes de beneficios y ajustar precios.
¿Es posible que el mal desempeño matemático tenga algo que ver con la predilección nacional por la frase: “¿Me haces el descuento en la cabeza?” Pues probablemente.
Economía compartida al estilo ‘Dragón Rojo’
Uno de los secretos mejor guardados de la comunidad china en España es su sistema de financiación. Aquí no hay bancos que cobren comisiones, ni esperas de tres semanas para aprobar un préstamo. “Te dejo 1.000 euros para abrir tu bar, y cuando te vaya bien, me ayudas a montar el mío”, resume Jia. Este modelo de apoyo mutuo es más efectivo que la WiFi de cualquier café, y ha permitido a miles de familias prosperar sin apenas decir “hola”.
Además, esta solidaridad ha creado una red de negocios que no solo benefician a sus dueños, sino que también han transformado las ciudades españolas. Desde bazares que venden “de todo un poco” hasta fruterías donde encuentras fruta exótica a precios de ganga, estos establecimientos han cambiado nuestras calles para siempre.
Misterio existencial: ¿dónde mueren los chinos?
Un tema recurrente entre quienes se acercan a conocer más sobre esta comunidad es la curiosa ausencia de ancianos chinos en España. ¿Acaso se convierten en pájaros? Jia, con su característico humor, dice: “Simple, vuelven a China. No hay cementerios para nosotros aquí”. Este comentario, aunque hecho en tono ligero, pone de manifiesto una realidad: la conexión emocional con su país de origen es tan fuerte que muchos prefieren regresar en sus últimos años.
Los bazares, ¿en crisis?
Aunque los años dorados de los bazares parecen haber quedado atrás, siguen siendo un pilar fundamental. Sin embargo, la competencia con grandes plataformas de e-commerce, como Temu y Aliexpress, está haciendo mella. “Si antes vendíamos todo, ahora competimos con gente que lo vende más barato y en casa”, lamenta un empresario. Eso sí, mientras haya quien busque pilas a las 10 de la noche, los bazares seguirán siendo indispensables.
Reflexión final: ¿es un chino mejor emprendedor que tú?
El humor de Jia y las observaciones de quienes viven estas realidades nos invitan a cuestionarnos: ¿qué tanto aprovechamos nuestras oportunidades? Mientras unos cruzan el mundo para abrir un negocio con apenas “fondo derecha” en su vocabulario, muchos seguimos buscando excusas para no arriesgarnos. ¿Qué esperas, un manual para abrir tu propio bazar?