El organismo europeo insta al Gobierno español a garantizar indemnizaciones proporcionales y disuasorias frente a los despidos ilegales, señalando que el sistema actual no protege adecuadamente a los trabajadores.
El Consejo de Europa ha emitido una contundente recomendación en la que solicita a España modificar su sistema de indemnizaciones por despido improcedente. Según el Comité de Ministros, el actual modelo español no cumple con los estándares necesarios para garantizar justicia a los trabajadores despedidos de forma irregular, al no reflejar el daño real sufrido ni disuadir a las empresas de recurrir a este tipo de prácticas.
Esta resolución, basada en un dictamen del Consejo Europeo de Derechos Sociales (CEDS), reclama al Gobierno español medidas legislativas urgentes que alineen el marco laboral con el artículo 24 de la Carta Social Europea, un documento que establece el derecho a una compensación justa y proporcional en casos de despido improcedente. La decisión, considerada ya jurisprudencia en España, plantea desafíos legales y económicos para el país.
Una resolución basada en derechos laborales
La intervención del Consejo de Europa responde a una demanda presentada por la Unión General de Trabajadores (UGT) en 2022, que cuestionó la efectividad del sistema español de indemnización por despido improcedente. En su fallo, el CEDS destacó que el modelo basado en topes predeterminados no protege suficientemente a los trabajadores ni cumple con el principio de proporcionalidad frente al daño sufrido.
El artículo 24 de la Carta Social Europea establece que las indemnizaciones deben ser disuasorias y proporcionales al perjuicio causado, algo que no garantiza el sistema actual, donde el tope máximo alcanza los 33 días de salario por año trabajado, hasta un límite de 24 mensualidades.
Según el Consejo Europeo de Derechos Sociales, este modelo permite que algunas empresas consideren los costos de un despido improcedente como parte de su estrategia laboral, lo que socava los derechos de los trabajadores y fomenta la precarización.
La jurisprudencia como palanca de cambio
Aunque las recomendaciones del Consejo de Europa no son vinculantes, la decisión del CEDS ya es considerada jurisprudencia en España. Esto implica que los jueces pueden utilizarla como referencia para emitir sentencias que excedan los límites indemnizatorios establecidos en el Estatuto de los Trabajadores. Esta nueva orientación podría abrir la puerta a que los tribunales otorguen compensaciones más ajustadas a las circunstancias específicas de cada caso, fortaleciendo la posición de los trabajadores en conflictos laborales.
Hasta la fecha, solo un caso ha superado los límites legales establecidos, pero la influencia de esta resolución podría cambiar significativamente el panorama judicial en materia laboral.
Límites actuales y sus críticas
El actual marco de indemnización en España, regulado por el Estatuto de los Trabajadores, establece que en casos de despido improcedente, los trabajadores tienen derecho a una compensación de 33 días de salario por año trabajado, con un máximo de 24 mensualidades. En circunstancias excepcionales, se pueden sumar 15 días adicionales por año trabajado, hasta un máximo de 12 mensualidades, para considerar perjuicios específicos.
Sin embargo, este modelo ha sido ampliamente criticado por sindicatos y organizaciones laborales, que lo consideran insuficiente para reflejar el daño real sufrido por los trabajadores. También se señala que la falta de flexibilidad en los criterios indemnizatorios limita la capacidad de los jueces para abordar casos con particularidades únicas.
El desafío para el Gobierno español
El Gobierno de España, encabezado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, enfrenta ahora el reto de adaptar la legislación nacional a las recomendaciones del Consejo de Europa. Aunque aún no se han anunciado medidas concretas, el Plan Político Anual de 2024 incluye la posibilidad de una reforma laboral que aborde las cuestiones señaladas por el organismo europeo.
Fuentes cercanas al Ministerio han indicado que se están estudiando alternativas que permitan equilibrar la protección de los derechos de los trabajadores con la sostenibilidad económica del tejido empresarial, especialmente en un contexto marcado por la recuperación postpandemia.
Reacciones de los agentes sociales
La resolución del Consejo de Europa ha generado una variedad de reacciones. Desde la UGT, promotora de la demanda, se celebra la decisión como un avance significativo en la lucha por los derechos laborales. “Es un paso esencial para garantizar justicia y dignidad a los trabajadores despedidos de forma irregular”, declaró un portavoz del sindicato.
En contraste, las organizaciones empresariales han expresado su preocupación por las implicaciones económicas de un aumento en las indemnizaciones. Argumentan que esto podría desincentivar la contratación y generar mayor incertidumbre jurídica, especialmente para las pequeñas y medianas empresas.
Una cuestión de equidad
Más allá de las implicaciones legales y económicas, el debate sobre las indemnizaciones por despido improcedente plantea una cuestión de equidad social. La falta de un sistema adecuado que compense el daño real sufrido por los trabajadores despedidos no solo afecta a las víctimas directas, sino que también erosiona la confianza en el sistema laboral y en la capacidad de las instituciones para proteger a los ciudadanos.
El Consejo de Europa insiste en que la reforma no busca penalizar a las empresas, sino garantizar que las prácticas laborales sean justas y respetuosas con los derechos de los trabajadores. Esto implica establecer mecanismos que no solo compensen adecuadamente a los empleados afectados, sino que también envíen un mensaje claro a las empresas sobre las consecuencias de los despidos improcedentes.
Preguntas clave para el futuro
¿Es el sistema actual de indemnizaciones suficiente para garantizar la protección de los trabajadores frente a despidos ilegales? ¿Cómo puede España implementar reformas que equilibren los derechos laborales con la sostenibilidad económica? Estas son algunas de las preguntas que quedan abiertas mientras el Gobierno y los agentes sociales trabajan para dar respuesta a las demandas del Consejo de Europa.
En última instancia, el éxito de cualquier reforma dependerá de su capacidad para abordar las preocupaciones de trabajadores y empresas por igual, asegurando que los derechos laborales no se conviertan en moneda de cambio en un mercado cada vez más competitivo. ¿Qué opinas sobre este tema? ¿Es necesaria una reforma inmediata o debería buscarse una solución más gradual?