La ministra Diana Morant presiona a Carlos Mazón para que condene de manera clara la sentencia que afecta al expresidente Eduardo Zaplana, y le pide explicaciones por su posible papel en los hechos.
En un ambiente político cargado de tensiones, el nombre de Eduardo Zaplana ha vuelto a resonar con fuerza en la Comunidad Valenciana. La reciente sentencia que lo condena a más de diez años de prisión en el marco del caso Erial ha puesto a muchos en la difícil situación de explicar su relación con el expresidente de la Generalitat Valenciana. Diana Morant, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades y secretaria general del PSPV, ha sido la voz más fuerte en exigir respuestas. Y su principal objetivo ha sido Carlos Mazón, actual presidente de la Generalitat, a quien le reclama una condena pública y contundente, exigiendo además explicaciones por su implicación en aquellos años.
Un pasado que no se puede enterrar
El caso Erial, que ha sacudido al Partido Popular y a la Comunidad Valenciana, es uno de los mayores escándalos de corrupción que han afectado a la región en las últimas décadas. Las condenas a Eduardo Zaplana, que suman diez años y cinco meses de prisión, además de una multa multimillonaria, han sacado a la luz las redes de corrupción que operaron durante su mandato. Contratos amañados, comisiones ilegales y una gestión pública marcada por intereses personales han definido este oscuro capítulo de la política valenciana.
Diana Morant, que ha mantenido una postura firme contra la corrupción, ha sido clara en su intervención: “Ningú ens garanteix que no es puguen tornar a repetir este tipus d’actituds”. Unas palabras que resuenan como una advertencia, no solo hacia Mazón, sino hacia todo aquel que pretenda minimizar la gravedad de lo ocurrido.
El papel de Carlos Mazón: ¿simple espectador o actor clave?
En el centro de la polémica se encuentra Carlos Mazón, quien durante el mandato de Zaplana desempeñó funciones como director general en la Generalitat. Según Morant, Mazón no puede simplemente mantenerse al margen de los hechos, ya que, según sus palabras, “estava allí” cuando se gestionaron los contratos vinculados a las ITV, epicentro de las irregularidades. “Quan se’n va anar de ministre, va deixar vigilant el corral Carlos Mazón com a director general”, ha recalcado Morant, aludiendo a la idea de que Mazón conocía de cerca lo que ocurría en torno a esos contratos.
La pregunta que se plantea, por tanto, es si Mazón tenía conocimiento de las prácticas corruptas que se estaban llevando a cabo y si, en ese caso, optó por mirar hacia otro lado. Para Morant, la tibieza de Mazón en este asunto es preocupante, y ha insistido en que su declaración de que la sentencia no lo ha dejado “indiferente” no es suficiente. “No pot ser indiferent, era allí”, ha subrayado la ministra, dejando claro que espera una postura más clara y condenatoria por parte del actual presidente de la Generalitat.
¿Una condena aislada o parte de un patrón más amplio?
Lo más alarmante para Morant es que el caso de Eduardo Zaplana no es un hecho aislado dentro del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. Según sus cifras, el PP ha acumulado hasta 184 condenas por corrupción en la región, un dato que sitúa a este partido en el epicentro de uno de los mayores problemas estructurales de la política valenciana. “És una notícia que no perquè haja tardat tant no ens l’esperàvem”, ha afirmado Morant, dejando entrever que la condena de Zaplana era algo que muchos ya veían venir, dado el historial del PP en la Comunidad.
Esta visión refuerza la narrativa de que la corrupción no fue un error puntual, sino un modus operandi que afectó a diferentes niveles del partido. Y es aquí donde la figura de Mazón cobra relevancia, ya que su cercanía a aquellos años lo convierte en un actor clave a la hora de esclarecer hasta qué punto los hechos pudieron ser conocidos o permitidos por la administración en la que trabajaba.
La sombra de la corrupción sobre el gobierno de Mazón
Más allá del pasado, lo que preocupa a Diana Morant es el presente y el futuro de la lucha contra la corrupción en la Comunidad Valenciana. Según ha denunciado la ministra, el gobierno de Mazón está “rebaixant les mesures contra la corrupció” en algunas de las leyes que ha impulsado, lo que podría suponer un retroceso en los avances conseguidos en años anteriores. Estas críticas apuntan directamente a la voluntad política del actual Consell para combatir este tipo de prácticas y garantizar la transparencia en la gestión pública.
Pero, ¿qué medidas concretas están bajo el escrutinio de Morant? Según fuentes cercanas, la relajación de ciertos controles administrativos y la falta de una política clara y contundente en materia de transparencia han generado preocupación entre algunos sectores. El temor es que estas acciones puedan abrir la puerta a nuevas prácticas corruptas, algo que Morant ha señalado como un riesgo evidente si no se toman las precauciones necesarias.
Mazón se defiende, pero elude el fondo del asunto
Hasta el momento, Carlos Mazón ha optado por una estrategia de defensa que podríamos calificar de “prudente”, o al menos, eso es lo que aparenta. En sus declaraciones, Mazón ha pedido “máximo respeto” para los procesos judiciales en curso, recordando que la sentencia contra Eduardo Zaplana aún no es firme. Esta postura, aunque respetuosa con los procedimientos legales, ha sido interpretada por muchos como una manera de esquivar el verdadero debate, que es si condena o no la corrupción que ha salpicado a su partido.
El silencio o la falta de una condena firme, para Diana Morant, es un signo de que Mazón podría no estar comprometido del todo en erradicar este tipo de comportamientos. La pregunta que muchos se hacen es si la lealtad hacia las figuras históricas del PP, como Zaplana, está pesando más que la responsabilidad de marcar un antes y un después en la política valenciana. Mazón ha intentado distanciarse del escándalo, pero su relación con la administración de aquellos años lo coloca en una situación incómoda de la que difícilmente podrá escapar sin dar explicaciones más claras.
¿Una nueva era o más de lo mismo?
La Comunidad Valenciana se encuentra, una vez más, ante una encrucijada. La condena de Eduardo Zaplana ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la corrupción y la necesidad de que los líderes políticos se posicionen de manera clara y firme en este asunto. Diana Morant ha lanzado la primera piedra, exigiendo a Mazón no solo una condena explícita de los hechos, sino también una reflexión sobre su propio papel en los años en los que se produjeron las irregularidades que ahora se juzgan.
La lucha contra la corrupción no es solo una cuestión de justicia penal, sino también de justicia política. Las instituciones deben garantizar que no se repitan los errores del pasado, y eso solo puede lograrse con un compromiso real con la transparencia y la legalidad. Sin embargo, mientras figuras como Carlos Mazón continúen manteniendo una postura ambigua, el riesgo de que los fantasmas de la corrupción sigan acechando al futuro de la Comunidad Valenciana es real.
Reflexión final: ¿Estamos ante el fin de una era de corrupción, o solo es una pausa momentánea?
La condena de Eduardo Zaplana es un recordatorio de que la corrupción ha sido un problema profundo y sistémico en la Comunidad Valenciana. Sin embargo, las palabras de Diana Morant y la respuesta contenida de Carlos Mazón nos llevan a preguntarnos si realmente hemos aprendido las lecciones del pasado o si estamos condenados a repetirlo. ¿Seremos capaces de construir una política transparente y libre de corrupción, o seguiremos atrapados en las sombras de los escándalos del ayer? ¿Qué piensas tú, debería Mazón asumir más responsabilidades sobre su papel en el pasado?