Djukic hizo valer su bastón de mando y salió escocido de Cornellà El Prat: Mathieu en el lateral, Diego Alves en la portería -en detrimento, una vez más, de Vicente Guaita- y el resultado fue un equipo ramplón, sin apenas mordientes, que en raras ocasiones puso en aprietos a portero blanquiazul, Casilla.
Y eso que las cosas parecían comenzar bien, mejor imposible. Apenas corría el minuto 9 cuando Hélder Postiga estrenaba su casillero con el Valencia en esta Liga, marcando el primer gol (0-1). Primer disparo, primer gol. Más rentabilidad, imposible. Pero era un espejismo. Algo fallaba en la estructura de Djukic, o en la actitud de los jugadores.
Podrían haber sido diez metros o diez mil kilómetros los que separaban a la línea de creación -por llamarlo algo- y las medias puntas del Valencia CF, porque no hubo en ningún momento conexión entre una y la otra. Banega no fue el gran conductor de otras noches y el Valencia comenzó a parecerse a un equipo de la parte baja de la tabla, sin mordiente y, por supuesto, sin creación de juego. Por contra, los catalanes llegaban y con peligro, obligando a Javi Fuego y Míchel a multiplicarse para intentar tapar las acometidas blanquiazules.
Los estiletes del RCD Espanyol Simao, Stuani, en dos ocasiones, y Colotto fallaron lo imposible, mientras que el Valencia CF trataba de achicar el peligro con más corazón que acierto y lo pasaba bastante mal. Así, tanto fue el cántaro a la fuente que un saque de esquina botado por Simao fue rematado de cabeza por David López para poner el empate en el marcador. Corría el minuto ’32 y el Valencia CF parecía no haber salido del vestuario, con gol y todo.
Un contragolpe mal definido por Banega, en un cinco para tres muy claro, y un codazo de Simao a Rami, que mereció algo más que la tarjeta amarilla dieron por concluido un primer asalto muy irregular, en el que lo mejor fue el resultado provisional de empate.
El paso por los vestuarios no sirvió de nada. El Valencia volvió al campo como si no hubieran pasado más que segundos, porque comenzó igual el segundo tiempo que acabó el primero: en la inopia. No en vano, fue otro balón parado el que dio de nuevo con el balón en las redes de la portería defendida por Alves, y otra vez de cabeza, en esta ocasión la de Stuani. Era el 2-1 y la reacción del Valencia, aunque la hubo adelantando líneas, fue más que tímida, nula. Un magnífico servicio de Jonas a Banega lo mandó éste por encima del arco de Casilla. Nada más.
Djukic movió pieza dando entrada a Canales y Bernat, pero apenas modificó el escenario: nula creación de juego ofensivo e imprecisiones en campo propio. Sólo faltaba esperar el golpe de gracia de los hombres de Aguirre o el final del partido… y llegaron las dos cosas, una detrás de la otra. En el ’88, Thievy mandaba el balón a la escuadra en un buen remate cruzado y evidenciaba la indolencia de un Valencia CF desconocido. Si estos son los jugadores que se dejan el alma según Djukic, algo anda mal por el Cielo…
VLC Noticias / Javier Furió. Fotos: Valencia CF