El 5 de abril se estrenó en España “El exorcista del Papa”, una película de terror y aventuras supuestamente inspirada en la figura real del exorcista Gabriele Amorth, sacerdote que fue exorcista oficial de la diócesis de Roma desde 1986 hasta su muerte en 2016. Aunque la película tiene muy poco del Amorth real, se limita a hacer una película de terror y aventuras en un castillo maldito con cierto aroma a serie B.
La película no es una historia de exorcismos “con base real” como las de Scott Derrickson. Es, simplemente, una gran fantasía de terror que utiliza la figura de un exorcista que ha vivido de verdad. Pero en su favor, no es impía, no tiene elementos woke y sus curas son simpáticos.
En la película, el veterano padre Amorth recluta a un cura novato español con un curso acelerado de exorcismos. El joven cura español Matías Esquivel es un poco acartonado, pero sincero y generoso. Russell Crowe está encantador como un exorcista un poco rebelde que choca con lechuguinos de la Curia.
La película tiene dos partes. La primera intenta copiar la estructura de “El Exorcista”, con su homenaje de noche, coche, maletín y sombrero, su familia sin padre, sus ruidos entre paredes, los signos demoníacos, el temor de una madre, el fracaso de los médicos… Pero en “El exorcista del Papa” todo esto es increíble, de cuento, porque sucede lejos de la “vida real”, en un absurdo castillo neogótico en las montañas de Segovia. A partir de la mitad, la película pasa a ser de terror genérico, más que de exorcismos.
En general, la película es mejor que las dos temporadas de la teleserie “El Exorcista” de la Fox, de 2016 y 2017, que agobiaban con su propaganda woke, personajes gays, conspiraciones para dominar el mundo y cultistas infiltrados. “El exorcista del Papa” es una película para fans del género, no el de cine de exorcismos, sino el de terror sobrenatural fantástico genérico.