Introducción
El Imperio español del siglo XVIII implementaba castigos severos para quienes eran considerados vagos y maleantes. Los trabajos forzados en arsenales de la Armada o en las galeras eran el destino común para la mayoría de los criminales de la época.
Contexto histórico
Francisco de Goya, en su grabado No saben el camino, captura la crudeza de este sistema. El grabado muestra a una columna de presos atravesando un paisaje árido, guiados por un ciego, una posible alegoría a la “ceguera” del rey Fernando VII. Estas cuerdas de presos eran una imagen común en el Imperio español del siglo XVIII.
Métodos de castigo
Los condenados eran enviados a trabajar en galeras, en la construcción de carreteras o en las obras de los arsenales de la Armada. En 1785, el dique en construcción en la Isla de León estaba tan saturado de presos que las instalaciones no podían albergarlos adecuadamente.
Clasificación de los condenados
Entre los condenados se encontraban maleantes, criminales de poca monta, asesinos y desertores, así como los “vagos”, término que incluía vagabundos, mendigos y personas sin oficio conocido. Las autoridades realizaban “levas” para capturar a estos grupos marginales y añadirlos a las cuerdas de presos.
Definición amplia de “vagancia”
La definición de “vagancia” era a menudo amplia y difusa. Familias denunciaban a sus miembros con la esperanza de darles un escarmiento, aunque muchas veces las súplicas de clemencia eran ignoradas. La pena habitual variaba entre 4 y 6 años de trabajos forzados.
Caso de Antonio de Mendoza y Lobera
Antonio de Mendoza y Lobera, un falsificador reincidente, escribió al marqués de la Ensenada pidiendo clemencia. Aunque su solicitud fue denegada, se le permitió vivir sin cadenas. Este caso refleja la dureza de las condiciones y la rareza de la compasión oficial.
Hacinamiento y motines
El hacinamiento en las cárceles y arsenales, exacerbado por levas masivas, generaba condiciones inhumanas. En el arsenal de La Carraca, se estimaba que había cerca de 1.200 presos. Las condiciones eran tan extremas que las autoridades temían motines y fugas generalizadas.
Técnicas de control
Para mantener el orden, las autoridades recurrían a ahorcar a los revoltosos o a enviar a los presos a destinos de castigo, como las bombas que achicaban agua en los diques secos. Las condiciones de trabajo eran tan duras que pocos presos sobrevivían a estas penas sin morir de agotamiento.
Conclusión
El sistema de castigos del Imperio español en el siglo XVIII era brutal y represivo, destinado a mantener el orden y utilizar la mano de obra de los condenados en proyectos militares y de infraestructura. Este sistema reflejaba una visión punitiva y de control social que buscaba castigar severamente a quienes eran considerados indeseables por la sociedad.