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Estrenada en 1972, El último tango en París es conocida no solo por su impacto cinematográfico, sino también por la polémica que rodea una de sus escenas más infames. Lo que fue visto como un hito de liberación sexual se ha convertido, con el tiempo, en un símbolo de abuso y manipulación, dejando una marca imborrable en la vida de su protagonista, Maria Schneider.
Durante años, El último tango en París fue una película emblemática, vista por muchos como un rito de paso para una generación que buscaba escapar de la represión del franquismo en España. Perpiñán, con su aire libre y su permisividad, se convirtió en el destino de muchos españoles que buscaban experimentar esa nueva libertad a través del cine. Sin embargo, lo que en su momento fue celebrado como un manifiesto de liberación, ha sido reevaluado con el tiempo, revelando un trasfondo mucho más oscuro.
El mito de la liberación sexual y la realidad del abuso
La película, dirigida por Bernardo Bertolucci, catapultó a Marlon Brando a una de sus últimas nominaciones al Oscar y a Maria Schneider al estrellato, aunque de una manera que marcó su vida de forma indeleble. La famosa escena de la violación, en la que el personaje de Brando abusa del de Schneider con un tarro de mantequilla, es ahora una de las más controvertidas en la historia del cine. Aunque el acto no fue real, el impacto emocional y psicológico en Schneider fue devastador.
Maria Schneider tenía solo 19 años cuando rodó esa escena. Según sus declaraciones en diversas entrevistas, Bertolucci y Brando planificaron la escena sin su consentimiento, revelándole los detalles más escabrosos apenas antes de filmar. La actriz describió cómo sintió la textura de la mantequilla en su piel sin previo aviso, y cómo las lágrimas que se ven en la película no eran actuación, sino una expresión de su angustia real.
El impacto duradero en la vida de Maria Schneider
Schneider no solo sufrió durante la filmación, sino que las secuelas de esa experiencia la persiguieron durante toda su vida. En varias entrevistas, ella expresó su arrepentimiento por no haber detenido la producción y su impotencia ante la manipulación a la que fue sometida por parte de Bertolucci y Brando. Aunque Brando, al descubrir que Schneider no estaba al tanto de la planificación de la escena, cortó todo contacto con Bertolucci, nunca se disculpó directamente con la actriz.
Maria Schneider continuó su carrera en el cine, pero siempre bajo la sombra de esa fatídica escena. A pesar de las muchas enseñanzas que Brando le dejó, según ella misma confesó, Schneider nunca pudo perdonar a Bertolucci. El director, por su parte, nunca mostró un verdadero arrepentimiento, minimizando el impacto de sus acciones al considerar a Schneider “demasiado inmadura” para comprender la naturaleza de la escena.
La evolución de la percepción pública
Con el paso de los años, la percepción de El último tango en París ha cambiado drásticamente. Lo que alguna vez fue visto como una obra maestra de la liberación sexual, ahora es frecuentemente citado como un ejemplo de los abusos de poder en la industria cinematográfica. El rodaje de la película y, en particular, la manera en que se trató a Maria Schneider, ha sido objeto de un intenso escrutinio, especialmente en el contexto de los movimientos sociales que han surgido para denunciar el abuso y la violencia sexual en la industria del entretenimiento.
En 2024, la historia detrás de la filmación de El último tango en París será llevada nuevamente a la gran pantalla con la película Maria, protagonizada por Matt Dillon como Marlon Brando y Anamaria Vartolomei en el papel de Maria Schneider. Este film promete ofrecer una nueva perspectiva sobre los eventos que ocurrieron detrás de cámaras, arrojando luz sobre el dolor y la injusticia que Schneider soportó, y que el público general apenas comienza a comprender en toda su magnitud.
Reflexionando sobre el legado de una obra controvertida
La historia de El último tango en París es un recordatorio de los peligros del poder sin control y de la importancia del consentimiento en todos los aspectos de la vida, incluida la producción artística. La manera en que Bertolucci trató a Maria Schneider no solo afectó a una joven actriz, sino que dejó una marca en la historia del cine que no se puede ignorar.
Hoy en día, mientras reflexionamos sobre el legado de películas como esta, es vital cuestionar cómo se logran ciertos éxitos artísticos y a qué costo. El último tango en París sigue siendo una película relevante, pero por razones que van más allá de su contenido o sus méritos artísticos; es una historia de advertencia sobre la ética en el cine y el trato a los actores.
¿Cómo crees que deberían abordarse las historias controvertidas del pasado en la cultura y el arte actuales?