Levante UD:Pedro López (Coke, 59′), Cabaco, Róber Pier, Luna; Morales, Lukic, Doukouré (Campaña, 79′), Ivi; Pazzini y Sadiku (Boateng, 46′).
RCD Espanyol:Diego López (Pau López, 43′); Marc Navarro, David López, Óscar Duarte, Aaron; Granero, Víctor Sánchez, Darder (Jurado, 75′), Piatti (Melendo, 65′); Baptistao y Gerard Moreno
Árbitro:1-0, min. 59: Morales, de penalti. 1-1, min. 90: Baptistao.
Goles:Alberola Rojas (Colegio Castellano-Manchego). Amonestó, por parte del Espanyol, a Gerard Moreno (12′) y Darder (30′).
La historia se repitió de forma cruel. El guión siguió el curso de los acontecimientos desarrollados hace escasas fechas sobre el verde del Estadio de Mendizorroza. De nuevo otro final devastador que sumió al levantinismo en la oscuridad del averno. De nuevo miradas perdidas sobre el infinito, rostros desencajados en busca de respuestas que no aparecían y cuerpos inermes y desplomados sobre el césped del coliseo de Orriols. Era la imagen y el signo de la tragedia y de la adversidad más absoluta y patente. La fatalidad en apenas un segundo de funestas consecuencias por todo lo que implica. El Levante acariciaba un triunfo reparador y revitalizante que se espaciaba en el tiempo desde el triunfo convincente ante la Real Sociedad. Fue en septiembre de 2017. Por entonces el sol no parecía ponerse sobre el feudo del Ciutat de València. Aquel pasado y el presente más actual no conjugan. Es una obviedad incuestionable. Leo Baptistao cazó un balón en el interior del área granota para ajusticiar a quemarropa a Oier. De pronto se esfumaron dos puntos que contaban con un valor incalculable para las huestes dirigidas por Muñiz.
Al enorme contenido moral y espiritual de un triunfo que se difuminó hay que añadir el valor numérico en una clasificación que se comprime y que muestra con claridad una lucha sin tregua entre cuatro equipos; otro golpe que no parece fácil de digerir. El Levante logró romper la atonía de la confrontación en el amanecer de la segunda parte. Cabaco se infiltró entre las líneas enemigas en una acción que nació desde la estrategia. El placaje al que fue sometido el zaguero uruguayo acabó con Morales enfrentándose a Pau López sin más elementos que el balón. El Comandante no erró desde los once metros. Su disparo ajustado acarició las mallas del bloque perico. El Levante aventajaba a su oponente en el luminoso. El impacto era trascendente porque no contaba con precedentes en las postreras semanas. Era un aspecto buscado y deseado después de muchas jornadas nadando a contracorriente y tratado de revertir marcadores adversos.
El gol apaciguó las constantes vitales de la escuadra azulgrana. No obstante, el grupo había emitido señales de cambios desde el nacimiento de la confrontación. Muñiz partió con dos atacantes en un intento por adelantar unos metros la presión. El objetivo era desnortar la salida diáfana del esférico. Pazzini pusó en orbita al colectivo granota con un disparo que neutralizó Diego López. Minutos más tarde un centro de Ivi, que peinó Róber Pier, concluyó con un ajustado disparo del atacante italiano. Un choque violento entre Sadiku y el arquero blanquiazul acabó con Diego López en el hospital. El partido viró en la reanudación. Morales puso en franquicia el duelo rompiendo con un anatema que consumía a la escuadra levantinista. El Levante resistía los embates del Espanyol. El balón se alejaba de los dominios de Oier, pese a que la posesión era para el Espanyol. La victoria se reflejaba hasta que apareció Baptistao en alianza con Jurado para sumir al Levante en la confusión.