Valencia Noticias | Redacción.- Hay victorias que se cimentan desde el orgullo y también desde el corazón. Quizás sea el caso. El Levante se homenajeó y homenajeó a la disciplina del fútbol con un partido mayúsculo ante el Girona. No era un asunto baladí todo aquello que pudiera ocurrir en el interior del pasto. La consecución del ascenso a Primera División guía los pasos de la sociedad del barrio de Orriols. Es un aspecto que condiciona la psique de los jugadores que prepara Muñiz. Es una cuestión innegable porque ejerce de liberación de la mente de los futbolistas granotas proporcionando una paz espiritual incuestionable por los réditos que ofrece, pero el bloque se sentía desafiado en la frontera que trata de perpetuar, es decir, el Ciutat, por un Girona que busca proyectarse en dirección hacia la elite. Era un encuentro para afrontar desde el orgullo y desde la raza. La respuesta del grupo levantinista fue exquisita ante un oponente con abolengo. El Levante se manifestó con la convicción de los que se sienten protegidos y ungidos por la gracia de Dios. Su discurso fue selecto y distinguido y únicamente pareció estar en entredicho en los minutos finales de la cita tras la diana del sempiterno Longo. Antes Morales y Róber Pier habían proclamado la jerarquía azulgrana con dos acciones meritorias que, en cierto modo, resaltaron la actitud de la institución blaugrana. Morales aprovechó un error de la defensa foránea para fustigar la meta catalana. El hecho acentúa la intensidad de un bloque comprometido de raíz con el partido que entendió era capital. En la reanudación Róber Pier amplió las distancias con un gol altamente revelador de sus caracteres como futbolista.
Quizás hubiera un cierto halo de reivindicación durante el recorrido marcado por el desarrollo de los noventa minutos reglamentarios. Casadesús regresó a las trincheras de inicio para certificar sus credenciales. En la diana del mediocentro mostró su arsenal de intenciones con el balón fijado a sus pies. El balear filtró un pase entre líneas sobre la aparición de Jason por el costado derecho. La acción fue realmente meteórica. Víctor Casadesús se acercó a los dominios del club catalán mientras su radar se ponía en funcionamiento para ejercer un rastreo de la situación en aras a adoptar la decisión más apropiada. Nadie domina los espacios como el futbolista isleño. No obstante, habría que analizar la génesis de la jugada que significó el segundo gol en mayor profundidad. Si alguien adquiere consistencia y trascendencia es Róber Pier. La jugada es un paradigma de sus prestaciones.
Toda la maniobra gravitó en torno a sus botas afiladas. Róber Pier detuvo el tráfico en la salida del Girona desde atrás para reiniciar la operación. Estuvo en el corte y también en el arranque de la diana. Ejerció de alguacil, de carcelero y de arquitecto. Y como acontece desde el Renacimiento puso su firma a una gran obra. Róber Pier llegó desde atrás con arrojo y valentía para reclamar el peso específico que está adquiriendo en el ecosistema granota. No es fácil el proceso de reconversión que ha sufrido para adelantar dos pasos hacia adelante desde el eje de la zaga hasta la línea de medios. No es una tarea sencilla metabolizar los conceptos porque hay una variación drástica, pero el jugador gallego asume el reto con nobleza y con estilo. Y compendia varias figuras en una. Tiene capacidad para desmantelar el fútbol que propone el equipo contrario desde ese espacio y presenta dotes de mando para edificar el juego.
Hay músculo y elegancia. El resultado es prometedor porque habla de un futbolista de quilates. Apenas si hubo noticias del Girona en el primer acto. Morales aniquiló su alma tras aprovechar un clamoroso fallo defensivo. Morales se perfiló bordeando el área y tocó con delicadeza. El Levante le negaba la vida a su oponente y se proyectaba desde las bandas con fruición. En esa fase, el arquero visitante mantuvo las constantes vitales de su equipo. Sus guantes vigorosos mantuvieron en pie al Girona cuando bordeaba el abismo. Bounou redujó un disparo a quemarropa de Morales tras una apertura deliciosa de Roger. Instantes después el Pistolero chocó con el cancerbero cuando parecía proclamar el gol. Su última aparición, en ese período de la confrontación, fue ante un disparo envenenado de Casadesús. El guardameta no se dejó intimidar por el poderío de los atacantes locales. Tampoco lo hizo el Levante cuando se sintió amenazado tras la diana de Longo. El italiano, fiel a su cita con el gol en los duelos ante el equipo granota, generó un estado de incertidumbre que, no obstante, no se prolongó.
Levante UD: Raúl, Pedro López, Chema, Postigo, Toño, Rober Pier, Lerma, Morales (Abraham, m.75), Jason (Iván López, m.89), Casadesús (Natxo Insa, m.86) y Roger.
Girona FC: Bounou, Ramalho (Felipe, m.77), Alcalá, Juanpe, Pere Pons, Cifuentes, Aday (Johan Mojica, m.58), Granell (Eloi, m.68), Borja García, Portu y Longo.
Árbitro: Sagués Orozco (Comité vasco). Mostró tarjeta amarilla a los locales Lerma y Abraham y a los visitantes Ramalho y Granell.
Goles: 1-0, m.7: Morales. 2-0, m.65: Rober Pier. 2-1, m.78: Longo.
(Ficha técnica ofrecida por levanteud.com)