Septiembre es el mes en el que millones de españoles vuelven al trabajo tras sus vacaciones. A muchos les cuesta adaptarse de nuevo al despertador, los atascos y la actividad diaria. Los expertos sostienen que este proceso adaptativo, que se refleja en forma de tristeza, ansiedad, nerviosismo e irritabilidad, es normal y no se trata de una depresión.
Le cuesta volver a la rutina del trabajo. Está triste pero irascible. Quizá sea uno de los españoles que sufre depresión posvacacional, causada por una mala adaptación de los trabajadores a la vida activa.
Según José Antonio Piqueras Rodríguez, profesor del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, “existe una sintomatología emocional negativa –ansiedad y depresión– asociada al cambio que supone volver al trabajo y dejar las vacaciones”.
Para el experto, se trata de un proceso adaptativo normal que supone un ajuste a los cambios y, en algunos casos, puede generar un malestar de cierta intensidad, con fatiga, falta de energía, tristeza, etc.
“En cualquier caso, suele ser de corta duración”, añade Piqueras. “Otra cosa muy diferente es que exista como enfermedad o trastorno específico. Desde mi punto de vista no es así. Se le llama depresión posvacacional porque quizás tiene más tirón mediático, pero no es una entidad diagnóstica diferenciada ni reconocida científicamente”.
¿Afecta también a los niños?
Aunque este estado suele afectar principalmente a adultos jóvenes, menores de 45 años, los síntomas pueden aparecer igualmente en niños.
“Los niños en general demuestran mayor capacidad de adaptación que los adultos, son más flexibles y se adaptan a casi cualquier cambio”, afirma Piqueras. “No obstante, volver a la rutina puede suponer ciertas dificultades de adaptación, con la consiguiente respuesta emocional”.
¿Es parecido al síndrome de burnout?
Aquí los expertos lo tienen claro. Un proceso no tiene nada que ver con el otro. Por su parte, el burnout o ‘estar quemado’ se relaciona con la respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores emocionales e interpersonales que se presentan en el trabajo, lo que incluye fatiga crónica, ineficacia y negación de lo ocurrido.
Por el contrario, “la depresión posvacacional es una respuesta aguda o puntual de estrés ante un cambio. Es decir, podría considerarse una reacción normal a un proceso adaptativo, que en algunos casos puede llegar a ser más intensa, pero dudo que se pueda considerar un síndrome de la entidad del burnout”, sostiene Piqueras.
Sin embargo, para el profesor de la UMH “otra cuestión es que está contrastado el hecho de que trabajadores ‘quemados’ pueden tener mayor probabilidad de deprimirse con la vuelta al trabajo y el final de las vacaciones”.
¿Cuál es el tipo de trabajador al que más afecta?
No es fácil establecer una relación directa entre tipo de trabajo y depresión. Tal y como indica Piqueras, “habría que tener en cuenta varios factores, los puramente laborales como el ambiente físico de trabajo o el tipo de puesto, y los personales”.
Así, es fundamental tener en cuenta las características del trabajador –satisfacción económica, profesional y personal que genera el puesto– y del propio trabajo –malas relaciones, pobre remuneración, turnos de trabajo rotarios, etc.–.
Algunos estudios concluyen que enfermeras, médicos, docentes y administrativos presentan mayor propensión a la depresión en general y a la depresión postvacacional en particular.
No obstante, el psicólogo advierte que “no se puede generalizar que los enfermeros o los maestros tiendan a deprimirse más tras la vuelta de las vacaciones, sino que parece que en estos colectivos existe mayor probabilidad de padecer alguno de estos síntomas por las condiciones del trabajo”.
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