El Péndulo | Ana Galarza.- Fallece en Madrid el fotógrafoRafael Sanz Lobato, Premio Nacional de Fotografía en 2011 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2004, a los 82 años de edad. El encargado de comunicárselo a los medios ha sido su hijo mayor, Rafael, que ha explicado a Efe que su padre, “fumador empedernido”, ha fallecido en su domicilio de Madrid como consecuencia del cáncer de pulmón que se le había detectado hace unos meses. El artista, en palabras de su hijo, fue “un especialista en la fotografía y maestro del blanco y negro”, según Radio Televisión Española.
Sanz Lobato nacido el 5 de agosto de 1932 en Sevilla y pertenecía a la generación de fotógrafos de posguerra. Se aficionó a la fotografía desde la infancia pero no se inició como fotógrafo hasta que su familia se trasladó a Madrid en 1941. “No te imaginas cómo era aquel Madrid. Me gustaría haber fotografiado las colas del Auxilio Social con aquellos niños llenos de remiendos y el pelo rapado, o el charlatán que se subía encima de una caja en la calle duque de Alba”, explicaba según el RTVE.
En los años 50 buscó la compañía de otros fotógrafos para compartir con ellos su pasión, primero como miembro de la Real Sociedad Fotográfica (RSF) y después a través de la Colmena (de la que es cofundador) y del Grupo 5.
Los mejores años para el fotógrafo fueron durante la década de los cincuenta, los sesenta y principios de los setenta. De esta época destacan sus series fotográficas A Rapa das Bestas (Pontevedra, 1970-1975), Bercianos de Aliste (Zamora, 1971) o Auto Sacramental de Camuñas (Toledo, 1969-1970), entre otras.
Sanz Lobato, padre de tres hijos (Rafael, José María y Gema María) y abuelo de cuatro nietos, se convirtió a los 45 años en fotógrafo profesional, dedicándose en exclusiva durante varios años a la publicidad y a la fotografía por encargo. Al cabo de un tiempo, decidió recuperar, con el apoyo de su amigo Jessi Fernández, su faceta creativa y empezó a colaborar con representantes de las nuevas generaciones como Alberto García-Alix o Chema Conesa.
Consideraba que el principal enemigo de un fotógrafo era él mismo: “Yo tengo la fotografía en la cabeza y, si no la consigo, no paro. Hay mucha foto fallida”. Los últimos trabajos que realizó fueron en 2008, cuando sus problemas de visión, le obligaron a renunciar a su pasión. En el año 2011, por fin, recibió el reconocimiento que merecía al ser galardonado con el Premio Nacional de Fotografía.