El Péndulo | Jimmy Entraigües.- Autor de títulos como ‘La noticia’, ‘La judía más hermosa’ o ‘La resonancia de un disparo’, Fernando García Calderón se adentra en los territorios de la época victoriana para envolvernos en una aventura criminal con su nuevo trabajo: ‘Yo también fui Jack el Destripador’ (Ediciones del Viento, 2015).
Lejos de parecerse al modelo narrativo creado por Arthur Conan Doyle para su célebre personaje Sherlock Holmes, la nueva obra de García Calderón es un laberíntico (pero seductor) juego de prudentes aproximaciones y vecindades al estilo de Doyle por donde un largo listado de nombres y lugares nos llevarán al Londres de las últimas décadas del siglo XIX.
Bram Stocker, H.G.Welles, Bernard Shaw, el Club Diógenes, Jack ‘el Destripador’…, serán solo algunos de los personajes que irán poblando la novela que, como toda obra deductiva, también guarda una solución donde nada queda librado al azar.
El Péndulo: A finales de los años 90’ un escritor editó un polémico libro en el que decía que Jack, ‘el Destripador’ era Lewis Carroll aunque tú indicas que no lo quisiste leer pero tomaste referencias sobre la obra, ¿no considerabas seria la investigación que proponía la obra?
Fernando García Calderón: Me interesaron otros aspectos que, de una u otra forma, me llevaron a sentir curiosidad. En realidad todo viene de una conversación que tuve con un editor. Estábamos cenando y surgió hablar sobre Jack, ‘el Destripador’ y él me habló de ese libro de los años 90’ de un norteamericano que había hecho unos estudios estadísticos, basados en anagramas, en las que moviendo letras y palabras de las obras de Carroll, sacaba frases de Jack, ‘el Destripador’. La consecuencia fue que el editor me retó y me sugirió si me atrevería a hacer algo parecido y le dije que sí. Entonces partí desde el concepto de situar a Carroll en el entorno de los crímenes y decidí desarrollar la novela.
E.P.: La obra está plagada de guiños literarios y por ella pasan personajes como H.G.Welles, Arthur Conan Doyle, Bernand Shaw, Wilkie Collins…, el famosos Club Diógenes de Sherlock Holmes llevado a su máxima expresión, ¿sí?
F.G.C.: Bueno…, la época para mí era realmente apasionante. En su inicio, yo conocía el personaje de Jack, ‘el destripador’ cuando tenía diecisiete años pero al seguir los hechos lo que más me llegó a interesar fue la época en sí misma… La decadencia de la época victoriana, esa doble moral del momento, la literatura que se forja en ese instante, las sociedades secretas que aparecen, los clubs exclusivos y casi desconocidos que nacen…, aquí lo que se viene a afirmar es que el Club Diógenes es un club secreto, que nace con un objetivo muy determinado de una serie de personas y…, Conan Doyle lo único que hace es plagiar el nombre del club según la visión de la novela. A partir de ése club es de donde se desarrolla toda la trama de la obra.
E.P.: También utilizas la primera persona cómo lo hace el profesor Watson en la aventuras de Holmes.
F.G.C.: Sí, yo pretendía, primero, conseguir el tono, es decir…, una novela de corte victoriano debe tener su tono, luego…, el disponer de un personaje octogenario me permitía suficiente distancia temporal, ya que nos situamos en 1946 como para que el personaje recuerde acontecimientos en los que participó. Con esa prospectiva el hablar en primera persona le daba la facilidad de reflexionar y reunir hechos del pasado.
E.P.: Pero…, cualquier lector que conozca las aventuras de Holmes verá cierta proximidad con Watson al ver que el personaje usa la primera persona y…
F.G.C.: Sí, sí…, No olvidemos que el personaje conoció a Conan Doyle y, en su momento, la policía metropolitana era sensible al personaje de Sherlock Holmes. Es un momento en el que el concepto de análisis y deducción en los crímenes toma arraigo y, de alguna forma, hay una relación mental de amor/odio a Conan Doyle y, por consiguiente a Holmes. Pero el adoptar ese tono, como bien apuntas, relacionado con Watson creo que lo da la edad y lo da la época y…, yo así lo pretendí.
E.P.: Cada capítulo se abre con una célebre frase de una persona conocida en la época. Así, por ejemplo, encontramos a Tennyson, Tesla, Stocker…, ¿es otra forma de jugar con la estructura de la novela?
F.G.C.: Sí, porque la estructura para mí era importante. Te comento, nos encontramos al inicio con un forense octogenario y jubilado, que está un poco oxidado y se enfrenta al enigma de que alguien intenta hacerle chantaje ofreciéndole una documentación que él, en teoría, no quiere que se conozca. Pues…, la idea que quería utilizar era que éste hombre, en principio fuera de circulación, a medida que va avanzando la investigación rejuvenece y empieza a entrar en esa dinámica antigua que él conocía y dividirlo en cinco bloques suponía, por un lado, la posibilidad de que bloque a bloque eso se fuera produciendo y por otro lado me ayudaba mucho en el tono. Es decir, cinco bloques correspondientes a los cinco asesinatos más una conclusión; once capítulos en cada bloque y…, total cincuenta y seis capítulos escritos, además, en cincuenta y seis semanas. Era uno de los objetivos para que el tono fuese el mismo pero la cadencia fuese ganando impulso a medida que avanzábamos. Respecto a las frases…, quería que fueran alusivas a lo que iba a ocurrir en cada capítulo. No deja de ser algo alegórico pero me parecía interesante incluirlas y jugar con ellas.
E.P.: También hay un hecho que encuentra la complicidad del lector y es que el viejo policía utiliza para su investigación métodos de trabajo muy propios de la época que le tocó vivir frente a una Scotland Yard más moderna y con otras formas de operar.
F.G.C.: Efectivamente. A mí me parecía que ese contrapunto era interesante pero…, al final todo se reduce al uso de la lógica. Él parte de un principio de que la resolución de un caso todas las piezas tienen que encajar y aquí ocurre eso. A lo largo de la novela siempre se va encontrando con algún cabo suelto hasta que logra que todo encaje. Entiendo que de forma sorpresiva para él y espero que no tanto para el lector. Mi objetivo era lanzar tantas miguitas de pan como fuesen necesarias como para que el lector no se encontrase con una resolución a lo Agatha Christie.
E.P.: Creo que habrá lectores que encontrarán más de una lectura en tú libro. Hay varias capaz.
F.G.C.: Sí, sí. Un trabajo de esta naturaleza uno se tiene que plantear varios objetivos y no solo uno. Yo quería una novela que un lector sin una afición grande a la literatura de la época pudiese abordarla sin dificultades pero…, es mucho más interesante cuando entras a buscar otras cosas y…, en mis obras anteriores ya lo hacía y…, aquí también lo hago. Si pescas eso dentro del río pues te vas a casa más satisfecho.
E.P.: ¿La novela de intriga y deducción tiene su público?
F.G.C.: Creo que sí. Bien sean de corte americano o de estilo británico al lector le gusta enfrentarse a relatos de casos misteriosos o de estilo analítico. Holmes sigue siendo una referencia. En mi novela he pretendido jugar con esos parámetros y…, espero que el lector encuentre y disfrute de un modelo de historia que tanto gustó durante décadas y que dejó una herencia muy grande en la literatura.
E.P.: Fernando, muchas gracias por atendernos y por traernos un modelo de novela donde reencontramos a viejos amigos.
F.G.C.: Muchas gracias a vosotros y espero que los lectores disfruten con la novela.