¿Vislumbraron los ajedrecistas del siglo XV el auge informático del siglo XXI?
Título: ‘El Ajedrez del Virrey’.
Autor: José Antonio Garzón.
Editorial: Alenar Editors. Valencia 2015. Bilingüe Esp/Ing.
Género: Ensayo. 150 pgs.
El autor
El Péndulo | José Carlos Morenilla.- Ajedrecista en su juventud, campeón de Valencia en distintas categorías, José Antonio Garzón, periodista, es un investigador metódico, intuitivo y esforzado de la historia del ajedrez.
En 2001 publicó ‘En Busca del Incunable Perdido’ donde descubría al mundo el origen valenciano del ajedrez moderno, es decir, que fue en la Valencia del Siglo de Oro, finales del siglo XV, donde se emplea por primera vez la pieza de la DAMA, y se escribe el primer tratado con las reglas del ajedrez que hoy practicamos. Otros libros posteriores corroboraron este descubrimiento, hoy reconocido internacionalmente.
J.A. Garzón se ha convertido en un referente mundial en la cultura del ajedrez. Pesa sobre él la abrumadora responsabilidad de respetar el prestigio ganado con esfuerzo, y la certeza de que cualquier propuesta que parta de su pluma, será analizada y tenida en cuenta en el universo ajedrecístico.
Dar el paso que supone la aparición de este libro, sólo puede obedecer a causas extremadamente graves y urgentes que afectan al futuro del ajedrez que todos conocemos.
Antecedentes
Hace ya algunos años, cualquier joven que quisiera aprender a jugar al ajedrez necesitaba, además de algún maestro o entrenador, estudiar en los libros las principales teorías de apertura, finales o estrategia. Probablemente serán millones los ajedrecistas, incluidos grandes maestros y campeones mundiales, que estudiaron hasta casi aprenderlo de memoria la obra de Aarón Nimzowitsch (1886-1935), ‘Mi sistema’.
El aprendizaje ajedrecístico se basaba en los mismos principios que otras actividades humanas, estudio y preparación; y camino del éxito, el ajedrecista desarrolla el ingenio, la creatividad y el carácter necesario. Estas virtudes han hecho que el ajedrez se enseñe a los niños en muchos lugares del mundo.
En los años 1996 y 1997, el entonces campeón del mundo de ajedrez Gary Kasparov, se enfrentó a una computadora. En el match del 1996, ganó Kasparov por un ajustado resultado. Pero ya entonces, en la partida decisiva, la máquina hizo una jugada incomprensible ante la cual el genio de Bakú gano la partida. Analizada a posteriori, resultó que de haber jugado Kasparov lo que habitualmente jugaba ante esa posición, la máquina le hubiera dado jaque mate ¡veinte jugadas después! Esta capacidad de cálculo asombró al campeón humano que volvió a enfrentarse al ordenador unos meses después. Fue derrotado, y ya nunca más un humano ha sido capaz de derrotar a la máquina en toda su potencia, que cada día crece exponencialmente.
Por último, en un reciente torneo celebrado en Benidorm, un jugador mediocre por su clasificación internacional, ELO, se enfrentaba a un maestro en la partida que decidía el campeón del torneo. A partir de cierto momento de la partida, sus jugadas empezaron a ser incomprensibles para el maestro que después comprobaba que resultaban extraordinariamente precisas para obtener la victoria. Tan ‘inhumano’ le resultó el juego de su contrario que el maestro hizo intervenir al árbitro del torneo para que registrase a su oponente en busca de la trampa. Cuando le exigieron que mostrara sus oídos, el jugador se negó y fue descalificado. Este ejemplo muestra que nuestro juego está enfermo. Infectado de informática.
Quedan dos soluciones, enfrentarse a la plaga o abandonar al ajedrez en el pozo sin fondo de los juegos de ordenador.
La obra
En ‘El Ajedrez del Virrey’, J.A. Garzón plantea la necesidad de enfrentarse a esta anomalía ajedrecística, justificándola con la precisión y exactitud que preside toda su obra.
Después, nos descubre que en el ADN de nuestro juego se encuentra la herencia genética que le permitirá sobrevivir a la plaga. Resulta que en la Valencia del Siglo de Oro, cuando nace nuestro ajedrez moderno, ya hubo quienes, anticipándose a los siglos, trazaron el camino a seguir.
Ha sido necesario el trabajo preciso, responsable y seguro de este investigador, para descubrir lo que hoy es su propuesta que no desvelaré.
José Antonio Garzón se juega mucho en el envite. No le importa, pues por encima de todo, pone su amor por el ajedrez.
La plaga informática tiene cura. En este libro está la vacuna.
Los libros, el estudio, la creatividad y el ingenio vuelven a ser las únicas virtudes que nos conducirán al éxito tanto en el ajedrez como en la vida. Podemos, pues, volver a enseñar ajedrez a los niños con la certeza de que los apartamos de la adicción a las máquinas.
Este libro es el primero de los que se necesitarán de nuevo para aprender ajedrez. Léanlo. Pueden hacerlo en castellano o en inglés porque es una edición bilingüe destinada a repoblar el mundo ajedrecístico de libros otra vez.