Sin mañana
Título: La sangre de los King.
Autor: Jim Thompson.
Editorial: RBA, 216 páginas, Barcelona 2014.
Género: Novela negra.
El Péndulo | J.C.Morenilla.- Ambientadas muchas de ellas en el lejano oeste americano, las novelas de Jim Thompson muestran cómo un mundo donde la naturaleza exuberante circunscribía la violencia a la necesidad de comer o ser comido, se transforma radicalmente con la llegada del ferrocarril y la civilización.
Mi viejo profesor de derecho natural nos explicaba que, agrupando excepciones, un individuo tiene tres motivos para cumplir la Ley: uno es el daño que puede recibir de no hacerlo; si te saltas un semáforo puedes sufrir un accidente, o si tratas de atracar a alguien buscarás un tipo más pequeño que tú; otra es el miedo a la represión de los agentes y jueces, y por último, hay quien cumple las leyes simplemente porque son leyes.
En el salvaje mundo de Thompson, sus personajes están anclados en el primer supuesto y aún reciben con asombro la también violenta represión de los agentes de la Ley.
Esta no es una novela negra habitual, es negra por el color coagulado de la sangre que en ella se derrama. Veremos matar un hermano a otro, con el más absoluto desprecio por la vida humana. Habitaremos en un mundo donde la desconfianza y el engaño son la antesala de morir o matar; donde el respeto es sólo una manifestación del miedo.
Es tan aterrador asomarse a esa sociedad salvaje y violenta, que resulta sorprendente que de ella pudiera surgir una nación que hoy pretende inculcarnos el modo de vivir americano. No hay límites, sólo miedo. Por muy execrable y mortífero que sea el comportamiento de un personaje, aún encontraremos otro peor.
Si hemos de creer a King, nunca hubo en la Historia de la humanidad un momento más salvaje, exento de escrúpulos, violento, sucio, descarnado, e incontrolable que este incipiente oeste americano, donde un individuo era el lobo, el asesino, el depredador de cualquier otro semejante. Y sorprendentemente las mujeres participaban con total emancipación en el juego del engaño, la violencia y la muerte.
Algo diabólico bulle sordamente en nuestro interior para que Thompson consiga meternos en la piel de un personaje que, objetivamente, no parece tener nada en común con nosotros, nada que no sea reprochable y zafio, y, sin embargo, vivimos el miedo y el horror que el padece.
No esperen, por último, redención o reproche alguno a sus personajes, con Thompson el mal siempre sobrevive.