Cuando la muerte visita la pareja
El Péndulo | Jimmy Entraigües.- La obra original de Eric Assous lleva tres años en cartel en París y su salto internacional era de prever, así que Gabriel Olivares no lo dudó dos veces cuando conoció el texto y asumió la tarea de adaptar y dirigir la obra para subirla a los escenarios españoles. Eso sí, reunió a un cartel de reclamo y oficio con tres estupendo actores para la tarea: Gabino Diego, Antonio Garrido y el valenciano Antonio Hortelano. Ahora ‘Nuestras mujeres’ estaba cono Olivares quería, un texto sólido (agridulce, mordaz, polémico e intenso) con tres actores que le sacarán brillo y color a los personajes creados por Assous.
Este drama tragicómico arranca con fuerza, con violencia y con un listón muy alto. Uno de los tres amigos se demora a la habitual partida de cartas y cuando irrumpe los otros dos no pueden dar crédito a lo que oyen: acaba de asesinar a su mujer.
A partir de ese inicio, de alto techo emocional y dramático, ‘Nuestras mujeres’ plantea un debate crudo y duro entre tres personalidades muy diferenciadas y opuestas ante el planteamiento moral y ético que deben seguir.
Tres visiones distintas para un mismo hecho: uno pide la complicidad de los otros dos y aquellos responden de desigual forma, uno con tibieza equilibradora y el otro con llevarlo a la justicia.
La amistad muestra sus grietas, el compromiso personal se desmorona, la complicidad de los años queda en suspenso, el amigo que conocían es otro y eso desestabiliza toda la relación.
Las preguntas surgen y se responden al instante, ¿hay que denunciarlo?, ¿hay que ayudarlo?, ¿hay que ser cómplices de un asesinato?
Las viejas heridas se abren, los viejos rencores aparecen, las deudas de amistad se ponen sobre la mesa y cada uno pasará su factura al otro como si la muerta fuera la máxima expresión de la vacía y nula relación que han llevado en sus matrimonios.
El asesinato de la mujer de uno de ellos destapa la muerte (por incomprensión, por soledad, por aburrimiento, por apatía, por falta de comunicación…), de las otras dos relaciones y por lo tanto la amistad masculina como tabla de salvación a parejas vacías.
Olivares crea un juego vertiginoso con el texto y el espacio escénico jugando con la solvencia interpretativa de su trío actoral. El desarrollo dramático se altera con precisión con el gag visual y verbal y los cambios de escena se muestran orgánicos ante las nuevas situaciones. Tanto Hortelano, como Diego y Garrido son generosos en sus labores actorales. Hay entrega, hay oficio y credibilidad, valores que cotizan ante un texto lleno de dobleces y giros que obligan a no perder comba con los personajes y el ritmo del texto.
‘Nuestras mujeres’ confirma que hay buena salud en el teatro cuando se conjuga la calidad de una escritura limpia y acciones bien encadenas junto a la sólida labor de sus actores y un estupendo trabajo escénico. Quedan tres funciones, en el Teatro Talía, no pierdan la oportunidad de disfrutar del buen teatro.