Más Moncho que Quevedo
Trajo al Talía Moncho Borrajo su nuevo espectáculo: ‘Yo, Quevedo’. En el mismo, el célebre showman se pone en la piel del contestón, irreverente y nada acomodaticio Francisco de Quevedo. El llamado Siglo de Oro de la literatura española, con su cruda realidad social y miserias, sirve al humorista para mirarse en el espejo ‘quevediano’ (si es lícito el vocablo), y poner en solfa a la situación actual. Algo así como que…, quinientos años no son nada para esta España de pícaros y ladrones de chaqueta y corbata, coches suntuosos y viajes a paraísos fiscales.
Sí, bajo la afilada lengua de Borrajo/Quevedo (o a la inversa, como a cada uno le guste) nada queda en pie y condes y condesas, príncipes y princesas, reyes y reinas, banqueros y políticos, famosos, chusma y telestars quedan desplumados ante la acometida verbal del actor y sus irónicos comentarios.
Borrojo propone dos espacios escénicos para el juego; el dispuesto para el ‘reencarnado Quevedo’ (en una clínica muy especial), en el que poeta arremete con sus obras a la canalla de su siglo desde su mesa y los límites de sus dos metros cuadrados y…, todo el resto de la escenario para que don Moncho practique su incontinencia verbal contra todo estamento social y político.
La función que tuvimos oportunidad de ver, la del sábado noche, tuvo una duración de dos horas y media, donde Borrajo, cantó, contó, recitó, bajó a platea y no paró un solo instante de hacer partícipe al público de cuanto opinaba y relataba.
Podría decirse que la ‘fórmula Moncho Borrajo’ se presenta igual de funcional y conocida que sus espectáculos anteriores pero… No, Borrajo ofrece un show fresco, divertido y eficaz en resultados. Sus ocurrencias y su lengua viperina no dejan títere con cabeza sea de la actualidad o del pasado y así, con humor y participación, hace que el público nunca pierda el hilo conductor de cuanto el showman propone en el escenario.
Con la participación de Lucía Bravo, como enfermera que atiende al actor que se cree Quevedo, la obra se mueve con fluidez y sin arritmias marcando los tiempos de mayor intensidad humorística o complicidad con el público. ‘Yo, Quevedo’, en más de un pasaje, nos devuelve al Moncho Borrajo más hilarante y provocador y si alguien cree que ofrece más de lo mismo, se equivoca: con Borrajo disfrutará de un humor picante, soez, deslenguado y atrevido como pocos, o casi nadie, practica en España, ¿acaso es un buen argumento para ir a verlo y disfrutar de sus irreverencias? Aún están a tiempo.
El Péndulo de VLCNoticias|Jimmy Entraigües