La identidad de “Jack, el Destripador” ha desconcertado a criminólogos durante más de un siglo. Sin embargo, gracias a unas pruebas de ADN, por fin se conoce quién fue en realidad el asesino en serie más conocido de la historia.
En el año 1888 un hombre asesinó a cinco prostitutas en Londres y envió una carta a la Policía que firmó como “Jack el Destripador”. Aficionados e investigadores han tratado durante años de determinar el nombre del asesino, pero tras 126 años de búsqueda, por fin se ha resuelto el misterio.
El permanente avance de los métodos aplicados por la ciencia forense moderna permitió analizar una muestra genética con el objetivo de hallar al culpable del asesinato de cinco mujeres en Whitechapel, en el este de Londres, en 1888.
La prueba de ADN indica que una de las seis personas de las que siempre se sospechó es el culpable: el inmigrante polaco Aaron Kosminski.
El histórico descubrimiento fue concretado luego de que el empresario Russel Edwards, de 48 años, adquirió una prenda de una de las víctimas en una subasta, la cual fue analizada por el doctor Jari Louhelainen, un destacado experto en análisis de material genético encontrado en sitios de crímenes históricos.
El genetista pudo encontrar muestras de ADN de hace 126 años, la cual comparó con otras de los descendientes de la víctima y de Kosminski, logrando coincidir más allá de toda duda razonable.
Adiós a los mitos
De esta forma se derrumban las sospechas que por décadas involucraron al caso y se desechan al resto de los sospechosos de cometer los crímenes, incluyendo el nieto de la reina Victoria -el príncipe Albert Victor, duque de Clarence y Avondale; el pintor Walter Sickert y el ex primer ministro William Gladstone.
El chal analizado pertenecía a Catherine Eddowes, una de las víctimas del destripador. Edwards afirma que compró la prenda, que estaba impregnada con sangre, sin tener la total certeza de que estuviera conectada a los casos de 1888, según publica el periódico Daily Mail.
“Tras la subasta obtuve una carta de su anterior dueño, que afirmó que su ancestro fue un oficial de la policía que estuvo presente en una escena del crimen y que la tomó de allí”, afirmó Edwards.
A pesar de la conmoción causada por las muertes de 1888, la policía de Londres nunca pudo encontrar al asesino y a partir de allí se creó el mito que dio paso a innumerables libros, películas, programas de televisión e incluso visitas guiadas a Whitechapel.