El Péndulo | José Carlos Morenilla.- Aprovechando su paso por Valencia entrevistamos a Javier Pérez, autor de la novela ‘Violín negro en orquesta roja’ (Editorial Algaida, 2015).
El Péndulo: ¿De dónde eres?
Javier Pérez: Soy leonés de Zamora, y me dicen ¿cómo es eso? pues de la misma forma que hay valencianos de Alicante….Siempre viví en León pero nací en Zamora, aunque empecé a publicar en tierras valencianas.
E.P.: ¿Qué vamos a encontrar leyendo tu obra?
J.P.: En esta novela, alrededor de un personaje del que imagino sus peripecias, hay todo un mundo real del que nosotros ya tenemos noticia: el genocidio de Ucrania, la gran purga de Stalin, y, en general, el mundo rojo del Partido Comunista Ruso. Y a ese personaje, que es un comisario zarista que está condenado en Siberia, lo recluta Molotov, el número dos del gobierno comunista. Porque cuando ya no puedes fiarte de ninguno de tus amigos, sólo te quedan tus enemigos de los que estás plenamente seguro de cómo son.
Así que Molotov lo saca de Siberia y le dice que ésta es la ocasión de librarse de su condena y atrapar a muchos a los que antes persiguió.
E.P.: Y ¿Qué hay de verdad en lo que cuentas?
J.P.: Al escribir esta novela me enfrento a un enigma: trato de desvelar qué hubo tras la gran purga de Stalin. Es un momento histórico irrepetible en que las naciones democráticas de Europa miran con recelo a Rusia, desconfían de la debilidad de Alemania y todos tratan de sacar partido la convulsa situación internacional. Circunscrito a ese momento, he tratado de investigar novelándolo hasta qué punto fue verdad que hubo un complot para derribar a Stalin. Es cierto que hubo unas ejecuciones, unos juicios y que se destruyeron las actas. Después se trató de reconstruir la documentación en el proceso contra el estalinismo, pero nunca se supo toda la verdad. Tampoco se ha podido averiguar mucho en el otro eje de la acción de la novela: el cuartel general Nazi, porque se bombardeó y murieron los jerarcas nazis. Así surgieron varias versiones no confirmadas de la historia. Eso es lo que yo he querido investigar.
Para ello he construido un personaje que le confiera humanidad a la novela y que acerque los hechos al lector, sobre la base de sucesos reales.
E.P.: Pareces un especialista en esa parte de la Historia.
J.P.: Ya tengo tres novelas datadas en el periodo entre guerras, ambientadas en la república de Weimar. Alguno de sus personajes ya anticipaba lo que vendría después en Rusia. Encontré una frase de Goebbels que decía: quien tiene la información tiene el poder, pero quien cree tener la información puede ser víctima de la desinformación de quien la tiene realmente. Así, los nazis, cuando llegan al poder, se encuentran que sus servicios de espionaje están muy penetrados por espías soviéticos, ya que a los rusos les resultaba muy fácil reclutar como espías a gentes que se afiliaban entusiastamente en los partidos comunistas europeos. Entonces, en vez ejecutarlos, los nazis los utilizan para hacer creer a los rusos todo lo que ellos quieren que crean. Me pareció tan interesante esto de la “desinformación” como arma de guerra que traté de profundizar en ello.
Parece que al jefe de los servicios secretos nazis se le ocurrió la forma de hacer que Stalin matara a los generales más brillantes de su ejército. De eso va la novela. Que existió el engaño es innegable, pero queda en el aire si Stalin fue engañado o, en realidad, utilizó el esfuerzo nazi para desembarazarse de toda la cúpula del ejército rojo que le molestaba. Es una conclusión que dejo a los lectores.
E.P.: También aparece la Guerra Civil Española ¿Por qué?
J.P.: En ese escenario internacional, a uno de los comisarios soviéticos, el general Gorev que defendía con gran éxito el frente de Madrid con sus blindados, se le llama a Moscú y es ejecutado también perdiéndose así uno de los mandos militares más eficientes en el bando republicano. A partir de ahí, la Republica ya no puede soportar la presión militar porque no cuenta con generales profesionales, sólo con comisarios políticos.
E.P.: ¿Hasta qué punto un escritor puede reinterpretar la Historia?
J.P.: El autor tiene licencia para novelar algunos hechos pero dentro de las normas del juego literario. Por ejemplo, en el ajedrez el jugador tiene libertad para mover sus piezas donde quiera pero dentro de las reglas del juego, es decir, las torres no moverán como alfiles ni los caballos como peones. Manteniendo la realidad de lo que se conoce puedes reinterpretar la historia en aquellas partes que estás obligado a imaginar.
E.P.: Y ¿Cómo has llegado a conocer tanto esta época?
J.P.: He estado muchas veces en Alemania y países del este. Cuando yo empecé no había internet como ahora. Investigaba mandando cartas y esperando que me contestaran. Pero los novelistas no necesitamos encontrar toda la verdad. De las varias soluciones posibles, eliges una. No se trata de violar la Historia, pero sí de imaginar la parte desconocida que no viole nada de lo que es la verdad. Ya he escrito más de esta época. Tengo tres novelas datadas en 1923, 24, 25 y ahora, ésta en el 36-37. Tal vez escriba la siguiente sobre el París del 41, pero desde el punto de vista de los artistas.
E.P.: ¿Cómo es tu día a día de escritor?
J.P.: Trabajo de noche. Me levanto todo lo tarde que puedo. Si te digo la verdad, lo que más me ha costado de mi novela fue el dejar de fumar. ¿Tú sabes lo duro que es para un escritor dejar de fumar? Estás todo el tiempo pensando y resistiendo la tentación. Cuando estoy en una entrevista no me pasa eso, no me acuerdo, pero delante del teclado es una tortura.
E.P.: Dices que empezaste a publicar en Valencia…
J.P.: Yo a la Comunidad Valenciana le estoy muy agradecido. Le debería hacer la ola. Aquí fue donde se me reconoció por primera vez, donde gané mis primeros ingresos como escritor, donde me han dado premios y los lectores valencianos han comprado siempre mis libros. La primera novela que yo publiqué siendo un chaval fue en Yecla. Además, a Valencia se puede venir sin ningún pretexto porque aquí te tratan siempre muy bien.