Joe Fernández, emprendedor e inversor en biotecnología
“La buena ciencia es siempre un buen negocio”
Joe Fernández ha sido una de las estrellas de la feria BioSpain, celebrada en Santiago de Compostela. Hijo de santanderino y gallega, este emprendedor lleva en EE UU casi toda su vida. Allí, en los 80, creó su primera empresa: Invitrogen, que creció al calor del proyecto Genoma con sus kits de clonaje. Luego fundó Active Motif, centrada en herramientas que permitan avanzar en el estudio del núcleo de las células en 3D, un ámbito que, en su opinión, va a hacer posible desarrollar fármacos cada vez más precisos. En sus ratos libres, invierte en nuevas firmas de biotecnología para ayudarlas a crecer.
La semana pasada se celebró en Santiago de Compostela Biospain, una de las ferias más importantes del mundo en el sector de la biotecnología. Una de las estrellas del evento fue Joe Fernández, emprendedor e inversorbusiness angel. El protagonismo de este hijo de santanderino y gallega, emigrado a EE UU desde muy joven, estaba justificado por una trayectoria en la que se mezclan un afán emprendedor para crear empresas exitosas en los campos más novedosos de la ciencia y las ganas dar apoyo financiero y asesoramiento a firmas de biotecnología de nueva creación.
Usted fundó Invitrogen, una compañía que fue pionera en el desarrollo e herramientas para investigación, cuando casi nadie sabía lo que era la biotecnología. ¿Cómo lograron que se convirtiera en un negocio exitoso?
“Cuando creé mi primera firma en los 80, una cadena de TV salió a preguntar a la gente si sabía lo que era DNA, y lo confundían con el pesticida DDT”
Mis socios y yo creamos Invitrogen en 1987. Veníamos todos del mundo de la investigación y no sabíamos nada de economía. Tal vez por eso fuimos más osados y pudimos buscar soluciones novedosas y lógicas para la biotecnología de aquel momento. Luego, a medida que fuimos creciendo, no nos quedó más remedio que aprender de negocios.
Nos centramos en el desarrollo y comercialización de algo que por entonces nadie hacía: herramientas de investigación en forma de kit para simplificar la clonación de genes, la expresión genética y también técnicas de análisis de genes. Todo ello coincidió con el lanzamiento en los noventa del Proyecto Genoma Humano.
¿Cómo les miraban cuándo contaban su idea de negocio en un área tan desconocida por aquel entonces?
En aquel momento la biotecnología era una rama de la ciencia muy nueva. Por poner un ejemplo, cuando creamos Invitrogen, el canal PBS de radio y TV en EE UU preguntó a personas que pasaban por la calle en Nueva York si sabían lo que era DNA (ADN en inglés) y respondían que era un pesticida, como el DDT. Era un momento casi prehistórico de la biotecnología y a la gente le sonaba extraño.
Yo tenía 28 años cuando fundamos la empresa. Al principio la idea no le gustó a nadie, pero lo que estábamos haciendo era abrir el camino para la creación de un sector que luego tuvo una importancia enorme, el de las empresas de desarrollo de herramientas para la investigación en biotecnología. En el 2000 la compañía salió a bolsa y fue una salida al mercado muy exitosa. A mí me gusta decir que una buena ciencia es siempre buen negocio.
Luego se fue de Invitrogen y creó Active Motif…
Me apetecía cambiar. Lo que hacíamos en Invitrogen estaba bien, pero era ya un poco ciencia pasada, quería hacer una compañía especializada en desarrollar herramientas que ayudaran a estudiar lo que pasa en el núcleo de las células humanas, que es el cerebro de las células. A comienzos del 2000 había muy pocos estudios en ese campo porque no existían herramientas adecuadas para investigar bien.
La ciencia ha cambiado una burrada, antes era más plana y ahora estamos logrando tener una visión de la biología en tres dimensiones. Lo que hacemos en Active Motif es desarrollar los productos para que los investigadores puedan ver lo que ocurre en el núcleo de la célula en 3D.
¿Qué tipo de productos desarrollan?
Sobre todo herramientas de biología celular y de bioinformática que puedan ser usadas por los científicos para determinar las funciones, interacciones, y la regulación de los genes y sus proteínas codificadas. Nuestros clientes son tanto instituciones académicas como empresas de biotecnología, farmacéuticas, hospitales y laboratorios.
Tenemos varias patentes. Nuestra tecnología de chips permite, por ejemplo, localizar con precisión dónde va una proteína en el ADN y en el genoma entero.
Si una empresa como Genentech quiere saber si sus nuevos fármacos se están expresando correctamente, le podemos suministrar tecnología que le permita leer milllones de bases y ver dónde están metidas las proteínas. Además, se pueden poner códigos de barras en diferentes partes del genoma.
Las herramientas que hemos desarrollado hacen posible ver eso, pero no solo con una proteína, se ponen códigos de barra en diferentes partes del genoma y se puede leer todo y ver cómo se expresan diez proteínas en el cuerpo humano y dónde tocan el ADN o el ARN.
“En los 90 y comienzos de la pasada década se gastó mucho en biotecnología, pero el retorno en desarrollo de fármacos fue horrible”
¿Cuánto factura esta empresa?
Entre 15 y 16 millones de dólares al año con una plantilla de 90 personas. Tenemos sede en California y oficinas en Nueva York, Bélgica y Japón.
¿Cómo ve el sector de biotecnología ahora?
Creo que está en su mejor momento porque la riqueza y la complejidad de la información que estamos consiguiendo ahora en cada experimento es tan grande que estamos empezando a enlazar enfermedades con los datos que están saliendo de los laboratorios, y hace años no era así.
En los 90 y hasta los comienzos de la pasada década se gastó muchísimo dinero en biotecnología, pero el retorno en cuanto al desarrollo de fármacos fue horrible. La gente ganó mucho dinero porque se sacaron compañías a bolsa y fue casi como lo que ocurrió con las firmas de internet, un boom que luego pinchó. Hubo mucho bluf, no salieron fármacos de biotecnología en esa época, ni en terapia genética ni en nada.
Ahora es totalmente diferente y la investigación que se está haciendo está más orientada al desarrollo de fármacos cada vez más personalizados y de una manera mucho más eficaz que en cualquier otro momento.
¿Cuándo se produjo este cambio de tendencia?
Un buen índice es el número de fármacos que están entrando para su aprobación por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en ingles). Desde 2010-2011, el número está creciendo de una forma increíble y lo más importante es que ahora estamos empezando a entender cómo podemos curar algo de una forma mucho más específica.
¿Y eso por qué?
Gracias a la biología 3D, se pueden hacer cosas mucho más específicas en el organismo y reducir los efectos secundarios de los medicamentos. Al tener una visión en tres dimensiones de la célula, se puede, por ejemplo, cambiar el lenguaje de la histona o del ARN sin afectar a otras partes de la célula, pero esta intervención localizada puede marcar la diferencia entre que una persona desarrolle o no cáncer. Y además, al ser intervenciones más específicas, se logran reducir los efectos adversos.
El procentaje de éxito de nuevos fármacos está aumentando gracias a toda esta nueva información, lo que hace posible que las compañías ahorren dinero y que el tiempo que transcurre entre la investigación y el desarrollo de medicamentos se acorte radicalmente.
“Ahora, gracias a la biología 3D, el tiempo que transcurre entre la investigación y el desarrollo de fármacos se ha acortado radicalmente”
Antes en un experimento leíamos un gen o el ARN, ahora hacemos secuencia de la célula humana completa. En 2003 se terminó la secuenciación del genoma humano y se invirtieron enormes cantidades de tiempo y de dinero. Ahora, en nuestro laboratorio y en casi todos los buenos laboratorios del mundo se están leyendo 4.000 millones de bases cada cinco o seis horas.
¿Y en la próxima década, hacia dónde cree que se dirigirá el sector?
Hacia una medicina personalizada. Cada vez hay más viejos y la gente va a querer gastarse más en medicinas para vivir más, los que se lo puedan permitir, claro. A principios del siglo XX vivíamos hasta los 60 años, ahora superamos los 80 y esta cifra sigue aumentando. Las inversiones van a subir más y más, sobre todo ahora que se ve que estos desembolsos en biotecnología se traducen en nuevos medicamentos de una forma mucho más rápida.
Habrá un momento en que se podrá ver si tu genoma está cambiando y se podrá leer y saber lo que está pasando. Un día se podrá saber con un simple análisis de sangre, viendo los anticuerpos que una persona está produciendo, qué enfermedad va a tener porque tal vez aún no haya desarrollado un tumor, pero el cuerpo ya sabe que tiene células de cáncer.
Aparte de emprender usted también actúa como business angel de nuevas compañías…
Sí, he invertido en unas cuantas y sigo tenido participaciones del 10% o el 15% en varias nuevas empresas de biotecnología en los ámbitos de herramientas y screening de fármacos, debido a que son campos que conozco y en los que puedo ayudar para que sigan adelante. Tengo participación en firmas como Blueshift, Expedeon, Chromeon. Imgenex y otras. El dinero muchas veces es lo de menos. Cuando se abre una compañía lo importante es la idea y el trabajo que hay detrás.