La fiscal ha mantenido hoy su petición de once años de prisión para el doctor Eduardo Vela, de 85 años, en el primer juicio de un caso de bebé robado en España, Inés Madrigal, entregada al nacer en 1969 a una mujer que no podía tener hijos haciéndose constar en la documentación que era la madre biológica.
Así lo ha solicitado la representante de la Fiscalía en la vista que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid en la que el abogado de la acusación ejercida por Inés Madrigal, presidenta de SOS Bebés Robados de Murcia, ha pedido que el acusado sea condenado a trece años de prisión por haber entregado a la niña supuestamente contra la voluntad de la real madre biológica, mientras que el letrado defensor ha reclamado su absolución.
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La Audiencia Provincial de Madrid ha reanudado hoy la segunda sesión del juicio que sienta en el banquillo de los acusados al ginecólogo jubilado Eduardo Vela por el primer caso de un bebé robado, el de la madrileña Inés Madrigal, que se juzga ante un tribunal.
La vista oral se ha retomado tras la suspensión el 26 de junio por la indisposición del doctor de 85 años. Hoy ha testificado por videoconferencia una periodista francesa de la televisión pública que consiguió en un reportaje con cámara oculta grabar la confesión del ginecólogo. Otra compañera citada no ha podido declarar.
Ante ellas Vela reconoció que regaló un bebé robado, pero sostuvo que no cobró por ello. El presente era Inés Madrigal, la mujer que ha llevado al exdirector de la Clínica San Ramón de Madrid ante la Justicia.
En su declaración, el principal y único acusado lo negó de plano. «Yo no he dado ninguna niña a nadie», dijo, y alegó que no sabía «más que tema médico». Tampoco reconoció su firma en los documentos del registro del bebé ni recordó buena parte de las preguntas que le formularon, ni si en la clínica San Ramón -hoy desaparecida- se tramitaban adopciones, ni si por allí pasaban monjas o quién se encargaba de rellenar los libros de registro de nacimiento.
Su declaración, como la de su mujer, su socio y tres enfermeras de la clínica, no sirvió para esclarecer los hechos.
Vela está acusado de los delitos de sustracción de menores de siete años, suposición del parto, falsedad documental y detención ilegal. Se enfrenta a 13 años de cárcel, pero su abogado alegó en la vista oral que los delitos están prescritos.
Pese a la desmemoria del galeno, un policía nacional que intervino en la investigación ha afirmado en el juicio hoy que el ginecólogo le reconoció en 2014 durante una conversación telefónica que en la clínica San Ramón se quemaban los libros de registro de las adopciones irregulares, manifestando que detectaron indicios de que existía una trama encabezada por el médico ya retirado.
El tribunal ha escuchado a cinco testigos, entre ellos el citado agente y la periodista francesa, y el juicio quedará visto para sentencia tras la prueba documental y los informes de conclusiones. Vela sigue atento la vista postrado en una silla de ruedas.
La confesión de la madre
En su declaración ante el tribunal, Inés Madrigal contó el relato que siempre le narraba su madre adoptiva, fallecida a los 93 años en diciembre de 2016. Lo escuchó con 18 años por primera vez, en 1987. «Me dijo que era la hija de una señora que no me podía tenerme», recordó ante el tribunal en junio pasado.
Sin embargo, ya con 8 años comenzó a sospechar que había algo raro. «En aquella época mis padres vivían en Los Molinos (Madrid). Un día mi madre llegó con un bebé y la gente no la había visto embarazada. Y ya saben que en los pueblos se habla», dijo.
Pasó el tiempo y un día en el colegio, la llaman «adoptada». «No sabía que era eso. Y le pregunté a mi madre. A raíz de ahí. Algo extraño había. No encajaba. Es una intuición que tenemos la gente que somos adoptados», reconoció.
«Recibieron una llamada telefónica en la lechería del pueblo porque eran los únicos que tenían teléfono. Les citaron en San Ramón porque había una niña de buena familia embarazada y les iban a dar el niño y que iba a simular embarazado con cojines. Le dijo que no fuera a la peluquería y que tuviera síntomas de embarazada. Les llamaron a la semana», relató.
Su madre le contó que no pudieron vestir a la niña porque si no se iba a «descubrir el ajo», una frase que solía repetir cuando le contaba lo que pasó aquellos años. Sobre el cura que habría actuado de intermediario, ha señalado que nunca le habló de Vela y que siempre ha sentido que le ha seguido la pista.