Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, exige a España que pague reparaciones por los daños coloniales, sumándose al esfuerzo caribeño por cobrar viejas deudas históricas. Una factura que incluye saqueos, esclavitud y genocidio.
En una movida que tiene a más de uno buscando en Google la fecha de caducidad de los acuerdos coloniales, Nicolás Maduro se ha lanzado, cual cobrador del frac, a pedirle a España que pague por los siglos de explotación y esclavitud que sufrieron los pueblos originarios de América y los africanos esclavizados. Con un discurso que deja entrever más que una simple reivindicación histórica, el mandatario venezolano se ha unido a la cruzada caribeña que busca hacer justicia… y de paso, llenar el bolsillo con reparaciones millonarias.
Una historia que viene con intereses: el respaldo a Barbados
El mes pasado, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, dio un paso adelante en la ONU y con tono solemne dijo lo que muchos líderes del Caribe han pensado desde hace tiempo: “Queremos que Londres pague por el daño causado durante el colonialismo, especialmente por la trata de esclavos”. A partir de ahí, se ha desencadenado una avalancha de reclamos que ahora parece tener un nuevo y ruidoso aliado en Nicolás Maduro, quien no quiere quedarse fuera del club de los cobradores históricos.
Con su habitual estilo dramático y a veces inesperadamente locuaz, Maduro declaró en su programa Con Maduro+ que Venezuela también tiene una cuenta pendiente con la antigua madre patria. Su argumento es sencillo: si otros países están pidiendo que Reino Unido pague por sus crímenes coloniales, ¿por qué no hacer lo mismo con España? La idea es que la deuda histórica no solo afecta al Caribe, sino también a toda América Latina.
“Nosotros también queremos que España pague por el saqueo, el esclavismo y el genocidio que sufrió nuestro pueblo”, afirmó Maduro, mientras el público en casa probablemente pensaba: “¿Y esto se puede cobrar?”. Porque, claro, entre las muchas deudas que tiene Venezuela, añadir una más a la lista no parece lo más descabellado.
Del Caribe con amor: la sintonía entre Venezuela y sus vecinos isleños
Hay que reconocerlo: si hay algo que Maduro sabe hacer bien, es sumar aliados en las causas que parecen perdidas. En este caso, su alineación con los países del Caribe viene como anillo al dedo. Barbados, Haití, Jamaica, Guyana y otros países han estado moviendo fichas para que el Reino Unido, al igual que un niño atrapado robando galletas, se vea obligado a compensar las travesuras coloniales que cometió hace siglos.
Para Maduro, esta unión tiene todo el sentido del mundo. Si bien Venezuela no es exactamente parte del Caribe en términos geográficos, su identidad y su historia están profundamente ligadas a los mismos procesos de saqueo y explotación. De ahí que el presidente venezolano hable de estos países como “nuestros hermanos”. Y, por supuesto, cuando un hermano cobra una indemnización, lo justo es que el otro también quiera su parte del pastel.
Maduro, además, no pierde oportunidad de recordar que “el Caribe y Venezuela comparten un pasado común de luchas”, lo que básicamente significa que si a los países caribeños les va bien con sus demandas, Venezuela tiene el derecho moral (y monetario) de seguir el ejemplo. Todo sea por la justicia histórica… y unos cuantos euros más en la cuenta.
¿Qué dice España ante esta nueva “factura”?
Ante esta nueva oleada de demandas, en España probablemente están frotándose las sienes mientras intentan decidir cómo reaccionar. Porque, claro, no es la primera vez que surge la cuestión de las reparaciones históricas, pero sí es uno de los momentos en los que más fuerza ha cobrado la exigencia. El contexto internacional, con un enfoque cada vez mayor en temas de justicia y reparación, hace que el reclamo de Maduro no caiga en saco roto, aunque algunos en Madrid puedan estar pensando: “¿Otra vez con esto?”.
Históricamente, España ha respondido a este tipo de reclamaciones con diplomacia y con el manual del “vamos a ignorarlo un poco y ya pasará”. Sin embargo, en esta ocasión, la presión internacional, sumada al creciente coro de voces desde América Latina y el Caribe, podría hacer que el tema no desaparezca tan fácilmente. No es solo una cuestión de dinero, sino de asumir la responsabilidad por un pasado oscuro que, por siglos, se ha barajado más en los libros de historia que en los tribunales internacionales.
El Día de la Hispanidad bajo el foco crítico
Uno de los momentos más álgidos del discurso de Maduro se produjo cuando, con la teatralidad que le caracteriza, lanzó duras críticas al 12 de octubre, conocido en España como el Día de la Hispanidad. Mientras en Madrid se celebra con desfiles militares y se enarbolan banderas con orgullo, en América Latina el 12 de octubre es visto por muchos como el día en que comenzó una era de sufrimiento y opresión.
Para Maduro, este día es sinónimo de genocidio, esclavitud y colonización. Y no está solo en esta interpretación. Muchos países de la región han renombrado esta fecha como el Día de la Resistencia Indígena, una manera de reconocer que el “descubrimiento” de América no fue exactamente una fiesta de bienvenida para los pueblos originarios.
“El 12 de octubre no es un día para celebrar. Es un día de luto, un recordatorio del dolor y la explotación que sufrió nuestro continente”, dijo Maduro. Y es precisamente este enfoque lo que refuerza su demanda de reparaciones. Porque si se sigue celebrando el día en que comenzó la colonización, entonces, según su lógica, se debería también pagar por las consecuencias de ese evento.
¿Reparaciones o reconciliación?
El tema de las reparaciones históricas es complejo. No se trata solo de poner un precio al sufrimiento, sino de reconocer que ese sufrimiento existió y tuvo consecuencias que aún resuenan en la actualidad. Para países como Venezuela y sus vecinos del Caribe, las reparaciones no son simplemente una cuestión económica, sino una forma de exigir justicia por un pasado que nunca se ha cerrado del todo.
Pero claro, la gran pregunta es: ¿cuánto vale el sufrimiento de siglos? Y, más importante aún, ¿cómo se calculan las reparaciones? ¿Acaso hay un Excel colonial donde se puede sumar y restar el valor de los recursos robados, las vidas perdidas y las culturas devastadas? La respuesta corta es que no. Pero eso no significa que los países afectados no puedan seguir exigiendo que se les compense de alguna manera.
¿Qué sigue ahora?
Mientras esperamos a ver si España responde al pedido de Maduro o si simplemente hace caso omiso, lo que está claro es que este tema no va a desaparecer de la agenda pública. Cada vez más países, en diferentes partes del mundo, están comenzando a exigir que se haga justicia por las atrocidades del pasado. Y aunque el camino hacia las reparaciones puede ser largo y lleno de obstáculos, el hecho de que el debate esté sobre la mesa ya es un avance significativo.
Así que, querido lector, te dejo con una pregunta: si fueras España, ¿pagarías la factura colonial o preferirías dejar que el tiempo cure las heridas? Porque una cosa está clara: las deudas históricas, al igual que los buenos chistes, siempre regresan cuando menos te lo esperas.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Debería España preparar el monedero o esta demanda es un imposible? ¡Déjanos tus comentarios mientras esperamos la respuesta de los tribunales de la historia!