La palabra “Hola” ha viajado desde el cerebro de un hombre en India al de otro en Francia, en una experiencia inédita de telepatía, que sirve para probar una tecnología destinada a la medicina.
En realidad, la simple fuerza del pensamiento no basta para que el corto “mensaje mental” de un investigador español, situado en el Estado de Kerala en India, recorra los miles de kilómetros que le separan de su homólogo francés, en un pequeño laboratorio de Estrasburgo.
“Hemos hecho telepatía en el sentido de que se ha transmitido un mensaje de cerebro a cerebro, pero ha sido asistida por una serie de aparatos“, sonríe el ingeniero Romuald Ginhoux, de la start-up francesa Axilum Robotics, cuyo robot ha permitido transmitir el mensaje al cerebro del “receptor”.
Los resultados de esta experiencia de neurociencia, realizada esta primavera, han sido publicados recientemente por la revista estadounidense PLOS one. Se trata de una iniciativa de los investigadores de la facultad de medicina de Harvard y de la Universidad de Barcelona, con el apoyo de la empresa española Starlab.
El empleado de Starlab en India, que llevaba un casco con electrodos, no pensó directamente en enviar el mensaje “Hola”. “Podía elegir entre dos pensamientos, ‘mover las manos’ o ‘mover los pies’, que producen una onda cerebral diferente“, explica Ginhoux. El ordenador conectado a su casco inalámbrico traduce una de ellas por 0 y la otra por 1.
Estas señales han generado otros tantos correos hacia Estrasburgo, donde una máquina los ha traducido en estímulos sucesivos mediante ondas magnéticas del córtex visual del “receptor”.
Sentado en la oscuridad, concentrado, el empleado de Axilum ha podido ver aparecer en su cerebro tanto flashes luminosos (que traducía en 1) o ningún flash (que traducía por 0). Así llegó, al cabo de una hora y 140 estimulaciones, la palabra “Hola”, que pudo descifrar como un mensaje en código Morse.
Llamadas extrañas
El aspecto rudimentario de la experiencia, su pesadez y la complejidad no han socavado el entusiasmo de los promotores.
Para uno de los coautores, Álvaro Pascual-Leone, profesor de neurología en la facultad de medicina de Harvard, se trata de una “etapa importante” para explorar las posibilidades de “completar o esquivar” las formas tradicionales de comunicación.
La electroencefalia (EEG), que ha permitido al emisor comunicar con un ordenador, es de sobra conocida. Lo más complicado es transmitir después el mensaje a un segundo cerebro.
“Hemos utilizado la estimulación magnética transcraneana, la TMS (en inglés) gracias al robot concebido por nuestra sociedad que permite ganar en precisión con relación a una puesta en marcha manual” de esta técnica, dice Ginhoux.
Pero “nuestra misión no es en absoluto hacer telepatía, sino centrarnos en las aplicaciones terapéuticas”, asegura.
Esta técnica podría ser utilizada para curar a depresivos severos, para quienes no funcionan los medicamentos, o para los dolores neuropáticos. “Por el momento, la TMS sólo se utiliza en el marco experimental en Francia, pese a que está reconocida en Estados Unidos para tratar la depresión“, dice Ginhoux.
AFP