En pleno siglo XXI, la sociedad sigue rechazando el liderazgo de las mujeres. Un estudio en miles de estadounidenses revela que entre mujeres con puestos de responsabilidad es más frecuente el estrés crónico; en cambio, no se dan los síntomas en hombres. Cuando ellas muestran la asertividad y confianza de los líderes fuertes, son juzgadas negativamente.
Un estudio de dos investigadoras de sociología y desarrollo humano de las Universidades de Texas e Iowa (EE UU) ha desvelado que las mujeres que ejercen puestos de autoridad tienen más síntomas de depresión, algo que no se produce en hombres con trabajos equivalentes.
Según el trabajo, publicado en el último número de Journal of Health and Social Behavior, esto se debe a que ellos no han de enfrentarse a la resistencia y estereotipos negativos que sufren las mujeres, ya que el liderazgo sigue siendo percibido como algo poco ‘femenino’.
En el estudio se ha observado el comportamiento de 1.300 hombres y 1.500 mujeres de mediana edad, que se graduaron de escuelas secundarias de Wisconsin.
Según Tetyana Pudrovska, profesora de investigación de la universidad tejana y coautora del estudio, en mujeres con puestos que no implican autoridad, los síntomas de depresión son, de media, solo un poco más frecuentes que en hombres en situaciones similares. Sin embargo, entre las personas con la capacidad de contratar, despedir y decidir salarios, las mujeres suelen presentar muchos más rasgos depresivos que los hombres.
“Lo que resulta sorprendente es que a las mujeres con autoridad se les presuponen las ventajas que se asocian con una buena salud mental. Tienen más educación, buenos ingresos, ocupaciones de prestigio, mayor nivel de satisfacción laboral y autonomía que las que carecen de esa autoridad. Sin embargo, sufren más depresión que las de estatus inferior”, señala Pudrovska.
La socióloga dice también que años de investigación en ciencias sociales han demostrado que las mujeres en posiciones de autoridad tienen que afrontar tensiones interpersonales de lo más variado: interacciones sociales negativas, estereotipos, prejuicios y aislamiento. “A lo que se añade la resistencia de sus subordinados, colegas y superiores”, destaca.
“Las mujeres en posiciones altas tienen que afrontar tensiones, estereotipos, prejuicios e insubordinación”, dice Pudrovska
Mandar es visto como poco ‘femenino’
“Las mujeres en posiciones de poder –agrega– tienden a ser vistas como carentes de la asertividad y la confianza de los líderes fuertes. Pero cuando muestran tales características, son juzgadas negativamente por ser poco ‘femeninas’, lo que puede desembocar en estrés crónico”.
Por otro lado, indica Pudrovska, los hombres en posiciones de autoridad se enfrentan en general a un menor número de factores de estrés, ya que no tienen que superar los estereotipos negativos de resistencia a los que las mujeres se enfrentan habitualmente.
“Las posiciones de los hombres con autoridad son consistentes con lo que se espera de ellos socialmente. Además, el liderazgo masculino es aceptado como normal y legítimo. Esto aumenta el poder y la eficacia de los hombres como líderes y disminuye los conflictos interpersonales”, añade.
En cuanto a las implicaciones políticas del estudio, Pudrovska señala que “es obvia la necesidad de abordar la discriminación de género, la hostilidad y los prejuicios contra las mujeres líderes para reducir los problemas de salud mental y aumentar las recompensas psicológicas de los puestos de trabajo de mayor estatus para las mujeres”.
Referencia bibliográfica:
Tetyana Pudrovska y Amelia Karraker. “Gender, Job Authority, and Depression”. Journal of Health and Social Behavior (Noviembre, 2014)