Yolanda Damiá
Periodista.
Especialista en Deportes. Radio Nou
Siempre supone un ejercicio de autorresponsabilidad afrontar un documento en blanco para argumentar una opinión sobre “mi” Levante UD. No resulta fácil intentar retratar desde una atalaya una coyuntura si el corazón late en granota.
El espíritu levantinista siempre tizna cualquier argumentación que pretenda ser objetiva, por eso cuando se afronta el inicio de una temporada futbolística y, enorgullecida por la solicitud de aparecer en este medio-com, intento diseñar un argumento que desgranar para presentar la campaña 2012/2013 del Levante UD, tan sólo mecen en mi cabeza todavía los resortes de un sueño rubricado el pasado mes de mayo: la presencia en competición continental.
Los levantinos, forjados en adversidad (Paco Gandía) hemos teñido de grisáceo demasiados pasajes de nuestra centenaria historia para afrontar desde una perspectiva optimista un año futbolístico que ilumina en oro nuestro presente. Porque de oro reluce una temporada que dignifica años de penumbras, momentos de dudas, coyunturas ensombrecidas, crepúsculos agigantados…
Hoy todo el pesimismo es recuerdo de un libro de vivencias en granota, porque el presente, el único tiempo real, es un rocío fresco, ofrece auroras, perspectivas deleitosas y oportunidades ensoñadoras. Desde el sentimiento se ha crecido en vertical para llegar a la cúspide.
El Levante acarició su cima en una espléndida temporada que difícilmente podrá repetirse igualmente diseñada. Un equipo que, con un presupuesto mínimo, consiguió encumbrar su talento basado en esos andamiajes que da el coraje, el corazón, la entrega, la rabia, la unión o el compromiso, difícilmente tiene espacio en una sociedad futbolizada tan mercantilista.
Sin embargo, este equipo se ha expresado en hechos y ha demostrado que competir está sólo al alcance de quien cree, no sólo en su capacidad sino también en su ilusión.
Sí, en la época del “sí se puede”, el Levante UD, tanto sus futbolistas como sus gestores han demostrado que sí, que “we can” y eso supone que, independientemente del resultado de esa fase clasificatoria de la Europe League que ha de dar la llave para pasear el primer trimestre futbolístico el nombre del Levante UD por el viejo continente, este equipo afronta una temporada maravillosa.
Porque la negatividad granota no existe en las nuevas generaciones levantinistas que han conseguido superar con el esfuerzo de saber competir como equipo las desilusiones.
Con estos parámetros se construye un equipo que habrá de afrontar los síntomas de orfandad que origina el adiós de Arouna Koné, su máximo goleador; pero con igual panorama inició el curso anterior tras la marcha de Felipe Caicedo y esa “ausencia” la anuló con nuevos ídolos.
Ese es otro de los factores que hacen optimizar el pensamiento granota, el trabajo colectivo realizado los últimos años desde la secretaria técnica (incansable y excelente trabajo de Manolo Salvador y su equipo de colaboradores) para formar una estructura sólida.
Se ha rejuvenecido la plantilla, se ha apostado por la continuidad del esqueleto vertebrador del equipo e incluso se ha expresado la confianza en un técnico que titubeó en exceso sobre su continuidad a iniciativa propia, a sabiendas de la erosión que esta situación sembraba en el vestuario.
Los egoístas no tienen espacio en este Levante UD donde el colectivo es quien tiene la llave de su propio futuro, por eso la afición ha mostrado su confianza en el equipo con un crecimiento de cuota de socios considerable, por eso los gestores se muestran esperanzados, por eso la plantilla asegura pundonor, esfuerzo colectivo e ilusión.
El fútbol no entiende de romanticismo, no acepta debilidades, pero también el fútbol se acuna en la pasión y el sentimiento y los levantinos hemos renunciado demasiadas veces a ensoñaciones para caer de bruces, así que ahora, en el momento del arranque del año futbolístico y cuando el camino está por hacer soñemos, imaginemos que el equipo pasea por Europa las “barras azulgranas de su clásico jersey”, que compite entre la zona noble de la clasificación durante nueve meses y ¡qué caramba! que le gana en esa misma temporada al Valencia, Madrid y Barça.
Al fin y al cabo, en agosto podemos permitirnos el “sueño de una noche de verano”.
VLCCiudad/Redacción