(Ginebra/Agencias) El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, confirmó ayer la retirada de dos tercios de las tropas rusas que estaban estacionadas en la frontera con Ucrania y anunció, además, que el Consejo OTAN-Rusia se reunirá el próximo lunes para abordar el conflicto armado en el sureste del país. Todo ello mientras los rebeldes prorrusos retenían a cuatro observadores más de la OSCE (y ya van ocho) y el Kremlin denunciaba a Kiev por supuesta violación de la Convención de Ginebra.
Moscú justificó la causa penal abierta contra Ucrania por el uso de métodos de guerra prohibidos: “Intencionadamente, con el fin de matar a civiles pacíficos, utilizaron armamento, artillería, aviación, algunos de ellos con simbología de la ONU, (y) blindados y otros equipos”, acusó Vladimir Markin, portavoz del Comité de Instrucción (CI) de Rusia.
Además, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso informó de la detención en Crimea de cuatro miembros del grupo ultranacionalista ucraniano Sector de Derechas, que planeaban llevar a cabo atentados terroristas.
Mientras tanto, sobre el terreno, la artillería ucraniana reanudó el bombardeo sobre el bastión prorruso de Slaviansk -donde doce soldados y un general murieron el jueves al ser derribado el helicóptero en el que viajaban- y el ministro de Defensa, Mijailo Koval, aseguró que la ofensiva en el sureste rebelde continuará hasta la paz “sea restablecida”.
En un intento de frenar esa ofensiva, los prorrusos retuvieron ayer a otros cuatro observadores militares de la OSCE, que reconoció haber perdido contacto con un segundo grupo de hombres, en esta ocasión en la región de Lugansk.
Al parecer, los observadores fueron detenidos por hombres armados en la ciudad de Severodonetsk, 100 kilómetros al norte de la capital regional (Lugansk), lo que fue confirmado por los propios insurgentes.
El líder del separatista Frente del Sureste, Serguei Veselovski, informó a las agencias rusas sobre la detención de los cuatro europeos que “viajaban de manera descarada por toda la región sin avisar a nadie”.
Por otra parte, después de que los insurgentes reconocieran por primera vez que ciudadanos rusos integran las filas rebeldes, la prensa ucraniana informó ayer de que entre 35 y 45 milicianos chechenos habrían muerto en los combates contra las fuerzas gubernamentales.
Al parecer, sus cuerpos han sido repatriados ya a Chechenia, cuyo presidente, Ramzan Kadirov, negó rotundamente que haya ordenado el envío de un destacamento al país vecino, aunque en varias ocasiones amenazó a Kiev con el uso de la fuerza.
Al respecto, el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, aseguró que “hay pruebas de que personal checheno entrenado en Rusia está cruzando la frontera para alterar el orden e involucrarse en los combates”.
Asimismo, y debido a los cruentos combates con armamento pesado en la región de Donetsk, en particular en la más irreductible de las plazas fuertes rebeldes, Slaviansk, las autoridades locales comenzaron a evacuar a los niños. Según las agencias rusas, unos 150 niños habrían llegado en autobús a la península de Crimea, territorio ruso desde el pasado 21 de marzo.
Por último, la tercera reunión entre la Comisión Europea, Ucrania y Rusia para garantizar el suministro de gas ruso a Ucrania se saldó sin un acuerdo definitivo, aunque Kiev avanzó que ha transferido 786 millones de dólares a Moscú para pagar parte de la deuda que tiene con Gazprom.
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