Lo advirtió Paco López en conferencia de prensa ante los medios de comunicación en la jornada de ayer en el Ciutat de València. “No se me ocurre mejor reto que saber cuál es nuestro techo”, lanzó con convicción en un intento por tratar de dotar de sentido al enfrentamiento que mañana lunes, desde las 21:30 horas, reunirá a la escuadra azulgrana y al Leganés en el Estadio de Butarque. La reflexión y el mensaje emitido por el preparador va directo al corazón del vestuario granota. A tenor de sus manifestaciones, parece totalmente prohibido alejarse de los códigos que caracterizan a la competición. Es una idea que expresa para alertar las constantes vitales y las emociones de sus jugadores. Desprovisto el partido de heráldica, al menos desde un punto de vista competitivo, porque el pescado está vendido cuando faltan tres citas para el cierre del campeonato, hay que seguir escrutando en el relato liguero en la búsqueda de desafíos de calado para saltar al verde. De fondo subyace la firme intención de ser consecuentes con la competición en Primera División.
“No vamos a bajar los brazos. Ni nos vamos a relajar en estos tres partidos. Nos hemos ido superando en cada partido y queremos ganar los encuentros que restan”, confirma el entrenador. Se trata de una situación compartida por los dos adversarios que mañana, en horario nocturno, cruzarán sus caminos en una confrontación sin precedentes en el universo de la máxima categoría en tierras madrileñas. Los desafíos registrados en el nacimiento del curso están conquistados. La entidad levantinista se graduó el pasado viernes en Orriols tras neutralizar al Sevilla (1-0), pero esa sonrisa, diáfana y amplia que hoy ejecuta, no oculta un camino convertido, por momentos, en un vía crucis que amenazó con engullir al bloque. Quizás sea conveniente no olvidar la angustia sentida para desterrar sus efectos en un futuro. No es un contrasentido.
La historia del Levante en el ecosistema de LaLiga Santander ha estado marcada por la inquietud y los temblores. La narración, hasta el triunfo definitivo ante el Sevilla, en connivencia con los hechos acontecidos en Riazor, no ha estado exenta de contrariedades que el grupo ha sabido superar en una prueba de madurez absoluta por la extrema dificultad que entrañaba el reto. Fue una lucha sin tregua. Un ejercicio de introspección acentúa la altura de los obstáculos sorteados en un desenlace de temporada legendario y titánico. Los números establecidos y las emociones vertidas sobre el pasto en cada una de las batallas disputadas fundamentan y autorizan esta afirmación. El compromiso del colectivo es supremo. Es un valor capital. Y Paco López se aferra a este componente para marcar la hoja de ruta final. Quizás el Levante se haya ganado el derecho a disfrutar en este tramo postrero, pero disfrutar no significa perder la tensión.
Lo cierto es que el Levante del tiempo más presente parece girar en torno a la figura de Paco López. Es una evidencia que su aterrizaje en el banquillo azulgrana se ha caracterizado por la convulsión. Cada enfrentamiento por él dirigido conllevaba una sacudida emocional. Paco López ha convivido con la agitación, con el desgaste anímico y con el sobresalto. Lo ha hecho confiando en su instinto y desde la serenidad con el fin de revitalizar espiritualmente a un grupo algo deprimido en sus manifestaciones. Los dígitos esconden certezas en este caso. Diecinueve puntos de veinticuatro acreditan y acrecientan su valor. Hay un dato revelador en la antesala del duelo ante el Leganés. Las escuadras llegan la cita compartiendo la cifra de cuarenta puntos. En los primeros días de marzo, cuando Paco López se posicionó en el banquillo del Coliseum Alfonso Pérez en su estreno, el Lega alejaba en doce puntos al combinado azulgrana. El hecho enfatiza el comportamiento de la entidad granota en este ciclo de partidos. El preparador recupera a Lerma para el choque en Butarque. Por su parte, Rochina sale del calabozo tras cumplir una condena de cuatro partidos.