Los orígenes de los habitantes actuales de Europa se remontan a tres poblaciones humanas ancestrales: cazadores-recolectores, primeros agricultores, y a una tercera población no descrita hasta ahora, según un artículo que publica la revista Nature en portada y en el que han participado las universidades Pompeu Fabra y de Santiago de Compostela
El comienzo de la agricultura y la domesticación de animales, que se inició en Oriente Próximo hace 11.000 años, tuvo un gran impacto en la vida humana. En muchos lugares, los cazadores-recolectores fueron reemplazados por los agricultores sedentarios y hubo un considerable aumento en el tamaño de las poblaciones, lo que sentó las bases para la formación de grandes ciudades y sociedades complejas.
La evidencia arqueológica sugiere que en el centro de Europa, la transición a un estilo de vida agrícola se produjo hace 7.500 años aproximadamente, con la aparición de la Linearbandkeramik (LBK), una cultura agrícola sedentaria.
Los europeos actuales remontan su ascendencia a tres grupos ancestrales, y no solo dos, como se creía
Durante mucho tiempo se ha debatido si este cambio en la estrategia de subsistencia fue debido a la migración masiva de personas provenientes de Oriente Próximo que aportaron tecnologías innovadoras y animales domésticos en Europa, o si se debió a una transmisión de las prácticas culturales heredadas de poblaciones vecinas.
Recientes estudios genéticos de antiguos cazadores-recolectores y de agricultores tempranos sugieren una migración masiva de personas hacia Europa, coincidiendo con la difusión de la agricultura. Ahora bien, la contribución y la distribución de los componentes genéticos entre los cazadores-recolectores indígenas europeos siguen sin estar claras.
Un consorcio internacional liderado por investigadores de la Universidad de Tubinga (Alemania) y de la Harvard Medical School (EE UU), con la participación del Instituto de Biología Evolutiva (UPF-CSIC) de Barcelona y la Universidad de Santiago de Compostela, ha analizado antiguos genomas humanos: el de unos de los primeros agricultores, de unos 7.000 años de antigüedad, de la cultura LBK de Stuttgart (Alemania); el de cazadores-recolectores del refugio de Loschbour (Luxemburgo), de unos 8.000 años; y los de siete cazadores-recolectores de Motala (Suecia) de unos 8.000 años de antigüedad.
El equipo de científicos ha generado datos genómicos de 2.400 humanos de 200 diferentes poblaciones contemporáneas de todo el mundo
Para comparar el genoma de los antiguos seres humanos con las poblaciones actuales, el equipo de científicos ha generado también datos genómicos de 2.400 humanos de 200 diferentes poblaciones contemporáneas de todo el mundo.
Los resultados del estudio se han publicado en la revistaNature. El hallazgo más sorprendente ha sido que los europeos de hoy en día remontan su ascendencia a tres grupos ancestrales, y no solo dos, como se creía.
En primer lugar, se remontan a poblaciones de cazadores-recolectores indígenas; en segundo lugar, a agricultores provenientes de Oriente Medio que emigraron a Europa hace unos 7.500 años; y por último, el resultado más notorio es que se remontan también a una tercera población que se extendió por el Norte de Eurasia y que llegó a Europa central después de que lo hicieran los primeros agricultores.
Todos los grupos europeos estudiados tienen el tercer componente identificado
La ascendencia noreste euroasiática es, proporcionalmente, el componente más pequeño en toda Europa
Utilizando el conjunto de datos del estudio, los investigadores han calculado cuál es la proporción de componentes genéticos ancestrales en los europeos actuales. Así pues, todos los europeos actuales tienen ascendencia de los tres grupos ancestrales descritos pero con proporciones diferentes: los europeos del norte tienen más ascendencia de cazadores-recolectores, mientras que los europeos del sur tienen más ascendencia de los primeros agricultores.
Sin embargo, en un principio, incluso los propios agricultores tenían alguna ascendencia de cazadores-recolectores.
La ascendencia noreste euroasiática es, proporcionalmente, el componente más pequeño en toda Europa, nunca sobrepasa el veinte por ciento, pero se ha encontrado en casi todos los grupos europeos estudiados, así como también entre las poblaciones del Cáucaso y de Oriente Próximo , lo que implica que una profunda transformación fue al oeste de Eurasia después de la Revolución Neolítica.
Los primeros agricultores de Oriente Próximo llevaban material genético diferente de la típica variante no-africana
“La presencia de este tercer componente y su distribución en casi todas las poblaciones europeas actuales es un hallazgo inesperado que hace replantearnos cuáles han sido los procesos demográficos en Europa después de la llegada de la agricultura y la ganadería”, dice David Comas del IBE.
Los investigadores han analizado también algunos genes con fenotipos conocidos para demostrar que algunos de los cazadores-recolectores probablemente tenían los ojos azules y la piel más oscura, mientras que los primeros agricultores tenían la piel más clara y ojos marrones.
Tanto los cazadores-recolectores, como también los primeros agricultores, muestran un alto número de copias de genes que codifican para la amilasa en sus genomas, lo que apoya la idea de que las dos poblaciones ya se habían adaptado a una dieta rica en almidón. Sin embargo, ninguno de los antiguos seres humanos se había adaptado aún a digerir el azúcar de la leche en la edad adulta.
Modelo genético que reconstruye la historia a partir de los datos genómicos
Finalmente, los investigadores han sido capaces de ajustar los datos genómicos de los humanos modernos y los antiguos en un modelo genético simplificado que reconstruye en profundidad la historia de la población humana moderna fuera de África en los últimos 50.000 años.
Mientras que el modelo sugiere que hoy en día los europeos recibieron contribuciones de al menos tres poblaciones ancestrales, también muestra que los primeros agricultores de Oriente Próximo llevaban material genético diferente de la típica variante no-africana, lo que indica que la relación genética de nuestros antepasados fue más compleja de lo que se pensaba hasta ahora.